Lo primero que Dios nos concede cuando
hacemos oración, es su Espíritu Santo, con él al que hemos tomado la costumbre
de invocar siempre que comenzamos la oración, no nos puede fallar si a esto
añadimos los que Jesús nos dice en el Evangelio: “Cualquier cosa que pidáis en
MI Nombre, el Padre os lo concederá (¿Creemos esto?) Y si ponemos a María en el
centro de nuestra oración, podemos hacer una oración de corazón, continua, que
no se acaba y que llevaremos durante todos los momentos del día en todas las
circunstancias.
Hoy domingo, fijándonos en los textos
que conviene leer en primer lugar para situarnos al tomar los puntos de la
oración, empezando por la antífona de entrada, la liturgia del domingo nos pone
en marcha:
“En tu poder, Señor, está todo; nadie
puede resistir a tu decisión. Tú creaste el cielo y la tierra y las maravillas
todas que hay bajo el cielo. Tú eres el dueño del universo”.
Tanto es así que, en dos renglones, la
Iglesia nos ha puesto en la presencia de Dios, nos muestra dónde podemos
encontrar todo, pensar y asegurar que toda decisión pasa por su voluntad. Si
está todo, está la creación, el cielo, la tierra y todas sus maravillas, los
ángeles, la luz, el agua, la tierra, el aire, el fuego, el mar, los océanos,
los planetas y exoplanetas, los satélites tan hermosos como la luna, las
estrellas como las vemos en esas noches de Gredos que cantamos “cuajadas de
estrellas” desde donde Dios Padre con su mirada nos acaricia y llena de ternura
y nos hace gritar: ¡Abba, Padre mío!
Queriendo o sin querer, con la antífona
de entrada, nos ha metido en principio y fundamento: “El hombre es creado para
servir, amar y reverenciar a Dios y mediante esto salvar su alma y todas las
demás cosas, son criadas para el hombre y para que le ayuden a prosecución de
su fin para el que es criado. De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar
de ellas, cuanto le ayuden a su fin, y tanto ha de quitarse de ellas, cuanto
para ello se lo impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas
las cosas criadas… (N 23)”
Lo que nos dice San Ignacio al comenzar
los ejercicios es el gozne esencial sobre el que giran, nos lo ha dicho la
Iglesia, gran maestra y pedagoga en dos renglones.
Este principio tenía que estar escrito
en todas las grandes plazas en grandes titulares por donde caminan grandes
multitudes de nuestras ciudades para en el ajetreo y tumulto en el que nos
movemos tal como está montada la sociedad actual, lo lleváramos siempre
presente: “Nuestra meta es Dios”. Subamos o bajemos, vayamos en el metro o el
autobús, corriendo por la calle, todos nos dirigimos en definitiva a Dios, no a
clase, no al trabajo, al mercado o al cine; vamos hacia Dios. Yo llevo una
temporada larga que cuando salgo y paso por los distintos lugares, me quedo
mirando a la gente y pienso en esto: “Todos nos dirigimos hacia Dios ¿Se darán
cuenta algún día?” Y voy poniendo cada caso, el mendigo, el que escribe como un
loco en el móvil, que son casi todos o escuchan música o leen en la tablet.
Cuando asisto a un funeral y a veces los
familiares se preguntan “¿Por qué si era tan joven? O ¿Por qué a él?” Y otras
preguntas que no tienen respuesta si no tenemos presente que “En él está todo,
que nadie puede resistir su s decisiones, que es suficientemente sabio y sabe
por qué lo hace, que es el dueño de todo y todo lo hace bien y para nuestro
bien y lo que está esperando nuestra respuesta que no es otra que la de la
Virgen a la que hemos tenido muy presente en nuestra oración y muy cerquita:
“He aquí la sierva del Señor, Hágase en mi según tu Palabra”.
Que estas sean las últimas palabras de
tu oración mañana y no tendrás más que darle gracias en el examen de la oración
que hagas. Señor en ti está todo, tus decisiones son lo mejor para mí.
Si te acercas a las lecturas verás que
aquí has encontrado tu respuesta.