Señor, hoy me hablas del mal, del
“malo" y de cómo debo estar siempre atento y no despistarme para que “no
se meta dentro".
Quizá voy muy seguro de mí mismo
después de un verano lleno de estupendas actividades que me han ayudado a
crecer, quizá ya he tenido la oportunidad de hacer los Ejercicios Espirituales
de este año y me veo “sobrado", “no caeré en la tentación”, aunque hoy me
hayan propuesto no ir a clase “Por un día” o si descuido eso a lo que me había
comprometido a ir, o aquello que debía llevar, total un día… quizá hoy
“no he tenido tiempo” para hacer la oración, o surgió un plan a última hora que
me impidió ir a la misa que pensaba, quizá…
El malo está y nos espera. Y si se mete
dentro, “ese hombre es peor que al principio”. Nunca lo vencemos del todo.
Pero no temo, porque Tú, Señor, lo has
vencido. Mi fuerza es la Eucaristía. Mi fuerza eres Tú.
¿Me siento seguro porque confío en mí, o
porque Tú estás conmigo?