La primera lectura de este XXIX domingo
del tiempo ordinario nos habla de dos aspectos importantes que podemos llevar a
nuestra vida diría.
1) La lucha contra nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestras
debilidades. El Señor nos anima a luchar contra todo aquello que nos impide
cumplir con el plan de Dios en cada uno de nosotros.
2) Interceder por nuestro prójimo. Dios nos llama a que intercedamos por
nuestros hermanos, no solo de manera personal, sino también espiritual. Pedir a
Dios por las necesidades de nuestros hermanos es de vital importancia. La
comunión de los santos trata precisamente de este vital aspecto en la vida de
un cristiano como miembro de la iglesia de Cristo.
La segunda lectura nos lleva a recordar
de quienes hemos recibido nuestra fe (nuestros padres, catequistas, cruzados,
un sacerdote, etc.); y a su vez nos anima a transmitir la nuestra entre
aquellos que Dios pone en nuestra vida. A su vez, recalca la importancia de las
Sagradas Escrituras a la hora de transmitir, proclamar y profundizar en nuestra
fe. Leer la Biblia o las lecturas de la Eucaristía de ese día puede sernos de
gran provecho en nuestro conocimiento y vivencia de Cristo.
Por último, el Evangelio de este domingo
nos da a conocer otro de los pilares más importantes de nuestra vida de fe: la
oración. Jesús nos explica por medio de una parábola como a través de la
oración pedimos a Dios que actúe en nuestra vida. Debemos orar confiantes,
sabiendo que Dios nos escucha y conoce nuestras necesidades. No desistir en la
oración es uno de los grandes retos de la juventud, por ello es necesario que
nos animemos los unos a los otros en el camino de la oración que tanto bien
hace en la vida de un cristiano.