1 de diciembre de 2021, miércoles de la 1ª semana de Adviento

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (25, 6-10a)

En aquel día, preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados.

Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones.

Aniquilará la muerte para siempre.

Dios, el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo - lo ha dicho el Señor -.

Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.

Esperábamos en él y nos ha salvado.

Este es el Señor en quien esperamos.

Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (15, 29-37)

En aquel tiempo, Jesús se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.

Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.

La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».

Los discípulos le dijeron:

«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».

Jesús les dijo:

«¿Cuántos panes tenéis?».

Ellos contestaron:

«Siete y algunos peces».

Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.

Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.

Palabra del Señor. 

1 diciembre 2021, miércoles de la 1ª semana de Adviento. Puntos de oración

Hoy es miércoles, día en que la piedad popular recuerda a san José; se nos van terminando los días de este año a él dedicado. Podemos hacer hoy nuestra oración recordando la importancia de este santo en nuestra espiritualidad. Ciertamente es protagonista en el adviento del Señor, él acogió a Jesús con corazón de padre.

El papa Francisco está dedicando sus catequesis a san José y puede ser nuestro guía en esta breve reflexión que nos ayude hoy:

«San José,
tú que has custodiado el vínculo con María y con Jesús,
ayúdanos a cuidar las relaciones en nuestra vida.
Que nadie experimente ese sentido de abandono
que viene de la soledad.
Que cada uno se reconcilie con la propia historia,
con quien le ha precedido,
y reconozca también en los errores cometidos
una forma a través de la cual la Providencia se ha hecho camino,
y el mal no ha tenido la última palabra.
Muéstrate amigo con quien tiene mayor dificultad,
y como apoyaste a María y Jesús en los momentos difíciles,
apóyanos también a nosotros en nuestro camino. Amén.»

San José, custodio de la Iglesia, ruega por nosotros. 

30 de noviembre de 2021, martes de la 1ª semana de Adviento. San Andrés, apóstol

Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10, 9-18)

Hermanos:

Si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación.

Pues dice la Escritura:

«Nadie que crea en él quedará confundido».

En efecto, no hay distinción entre judío y griego; porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».

Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; y ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?; y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito:

«¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!».

Pero no todos han prestado oído al Evangelio. Pues Isaías afirma:

«Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?»

Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y viene a través de la palabra de Cristo.

Pero digo yo: «¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario:

«A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 18, 2-3. 4-5
R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
R.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (4, 18-22)

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.

Les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Palabra del Señor. 

30 noviembre 2021, martes de la 1ª semana de Adviento. San Andrés, apóstol. Puntos de oración

La oración es una elevación del corazón una simple mirada dirigida al cielo, un grito de reconocimiento y de amor en medio de la prueba.

La oración es el grito del alma, no de los labios; es elevación del corazón, no de la voz; es manifestación simple y espontanea de los propios sentimientos, no de los de autor del libro que se tiene entre las manos. Cuando se haya logrado clavar esta idea en las almas, ellas mismas, sin necesidad de más exhortaciones, prescindirán de libros y reducirán sus rezos para entregarse a la verdadera oración del espíritu, porque habrán comprendido su valor. Mientras tanto, seguirán alimentándose con ese otro manjar tan poco nutritivo, incapaz de sostener espiritualismos sanos y robustos.

El apóstol Andrés y su hermano Pedro, a la llamada de Jesús “inmediatamente dejaron las redes y los siguieron. También aquí nos asombra el entusiasmo de los Apóstoles, que atraídos de tal manera por Cristo, se sienten capaces de emprender cualquier cosa y de atreverse, con él, a todo. Cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ha aceptado para poder responder a su invitación a seguir a Jesús más de cerca. 

Señor, tu mirada, tu palabra, tu bondad, todo tu ser debía de tener la fuerza del más poderoso imán, para que aquellos jóvenes discípulos de Juan te siguieran sin titubear, con asombrosa prontitud dejándolo todo. ¿Qué vieron en ti? La vida, el trabajo, la familia no se deja por cualquier motivo. Ah, si yo pudiera verte, escuchar tu voz, vivir contigo. Concédeme sentirte más cerca, más vivo y seguirte sin regateos, con la generosidad y prontitud de aquellos jóvenes entusiasmados por ti.

Muchos también en la vida hemos sido llamado por el ejemplo de un hermano, una familia. La verdad es que, cuando se siente el amor, este no puede callar. Primero los cercanos y luego lo alejados. Así dice el salmo de hoy. 

A toda la tierra alcanza su pregón (salmo 18,50). 

29 de noviembre de 2021, lunes de la 1ª semana de Adviento

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (2, 1-5)

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.

En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas.

Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán:

«Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob.

Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén».

Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.

No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.

Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Sal 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9
R. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
R.

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz Entro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
R.

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-11)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».

Le contestó:

«Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:

«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor. 

29 noviembre 2021, lunes de la 1ª semana de Adviento

Con los primeros compases del Adviento, la esperanza debe ir inundando el corazón. A la manera como lo hace la nieve: silenciosa y constante hasta cubrir con su manto blanco campos y ciudades. 

La esperanza brota y crece con la promesa de Dios que nos anuncia que la Salvación está cerca. La promesa la escuchamos en la Palabra de Dios proclamada en la liturgia: “Hacia el Señor confluirán las naciones… No alzará la espada pueblo contra pueblo”. 

Vivimos tiempos de ansiedad, de noticias que alarman, en un mundo en que el optimismo se va nublando. Dios, en cambio, nos anuncia su LUZ y su PAZ. “Caminemos a la luz del Señor”.

La promesa se cumple solo si la acogemos con fe. Por eso el evangelio nos narra el milagro de la fe audaz del centurión, que admira al mismo Jesús. La fe no nos promete consuelos terrenos ni éxito mundano, sino la presencia de Jesús que llena nuestro corazón.

Desde el inicio del Adviento, miramos a la Virgen María. Ella es la promesa de Dios encarnada, pero es una joven humilde y pobre que solo sabe acoger con fe incomparable el misterio de Dios que la habita. “A solas con su Tesoro, adora, espera y ama”. Este es el programa del Adviento. Recibir a Dios salvador con fe, adorarlo dentro y amarlo siempre y en todas las personas. 

28 de noviembre de 2021, domingo de la 1ª semana de Adviento

Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (33, 14-16)

Ya llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.

Palabra de Dios

Salmo responsorial
Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14
R. A ti, Señor, levanto mi alma.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.
R.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
R.

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 12-4,2 (3, 12-42)

Hermanos:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en le venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante.

Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 25-28. 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor. 

28 noviembre 2021, domingo de la 1ª semana de Adviento. Puntos de oración

1.     “Llegarán los días -oráculo del Señor- en que yo cumpliré la promesa que pronuncié” (Jer 33, 14)

El Adviento es una promesa, una esperanza del Gran Día en que todo se cumplirá. Somos “cielo” y nuestra meta es el Cielo. Como decía San Agustín: Al fin, llegará el Amor sin fin. Mientras tanto, caminamos seguros, ciertos de que el oráculo del Señor no falla. ¡Avanti y Dios nos valga!

2.   "Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador" (Salmo 25, 4)

El profeta Jeremías nos diseña con precisión la seguridad y la certeza de la Meta, el salmo nos brinda el medio, la oración tierna y confiada. “muéstrame”, “enséñame”, “guíame” porque no hay nadie como Tú, que eres mi Dios, mi Salvador, el que me ama desde siempre y para siempre, aquí y ahora. Soy amado, soy tu hijo; eres mi Padre, mi Salvador; gracias, Señor. 

3.     Que el Señor los haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás (1 Tes, 3, 12)

No basta con el amor “vertical”, entre mi Dios y mi persona. Si es auténtico, debe ensancharse, debe traducirse en el más próximo, en el de al lado, en el que vive conmigo día a día, en todo, en todos y cada día más y mejor, en datos muy concretos, en el pan de cada día.

4.     “Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas…Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria…Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación"(Lc 21, 25)

La pandemia terminará, la espera tendrá su presencia, … entonces veremos a Dios tal cual es, lleno de poder… Mientras tanto, hagamos ya lo que haremos entonces: “ánimo y levanten la cabeza” porque está a la puerta y llama: ES EL SEÑOR. Y María, su Madre, mi Madre, nos lo presenta. ¡Hágase, Estar! Todo por la Inmaculada. 

27 de noviembre de 2021, sábado de la 34ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (7, 15-27)

Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi mente.

Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello.

Él me contestó, explicándome la interpretación de la visión:

«Esas cuatro bestias gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el reino y lo poseerán para siempre por los siglos de los siglos».

Yo quise saber lo que significaba la cuarta bestia, distinta de las demás, terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y pateaba las sobras con las pezuñas y qué significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres; aquel cuerno que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que sus compañeros.

Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó.

Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo; se cumplió el tiempo y los santos tomaron posesión del reino.

Después me dijo:

«La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, distinto de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después de ellos vendrá otro distinto que destronará a tres reyes, blasfemará contra el Altísimo, e intentará aniquilar a los santos del Altísimo y cambiar el calendario y la ley. Los santos serán abandonados a su poder durante un año, dos años y medio año.

Pero cuando se siente el tribunal a juzgar, se le quitará el poder y será destruido y aniquilado totalmente.

El reinado, el dominio t la grandeza de todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo.

Su reino será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Dn 3, 82. 83. 84. 85. 86. 87
R. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

Hijos de los hombres, bendecid al Señor. R.

Bendiga Israel al Señor. R.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor. R.

Siervos del Señor, bendecid al Señor. R.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor. R.

Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 34-36)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor. 

27 noviembre 2021, sábado de la 34ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Primera lectura:  El libro está escrito para alentar a quienes sufren la persecución de Antíoco (época de los Macabeos, siglo II a. C.). Al final de todo, el Altísimo aniquilará totalmente al mal, "y el poder real será entregado al pueblo de los santos, y será un reino eterno". Dios siempre sale victorioso en la lucha contra el mal. Y los que han sido fieles, reciben la corona de la gloria. Los cristianos estamos incorporados a Cristo Jesús, el Vencedor del mal.

Evangelio: Estar de pie, ante Cristo, es estar en vela y en actitud de oración, mientras caminamos por este mundo. Para cada persona la venida de Cristo está siempre próxima, sea en nuestra muerte o en su venida diaria a nuestra existencia (“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte…”), en los sacramentos, en la Eucaristía, en la persona del prójimo, en los hechos de la vida. En la Eucaristía se concentran las tres direcciones, como nos dijo Pablo (1 Co 11,26): "cada vez que coméis este pan y bebéis este vino (momento privilegiado del "hoy"), proclamáis la muerte del Señor (el "ayer" de la Pascua) hasta que venga (el "mañana" de la manifestación del Señor)". Por eso aclamamos: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús". 

26 de noviembre de 2021, viernes de la 34ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (7, 2-14)

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: Vi que los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro bestias gigantescas salieron del mar, distintas una de otra.

La primera era como un león con alas de águila; la estaba mirando y de pronto vi que le arrancaban las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana.

Había una segunda bestia semejante a un oso; estaba medio erguida, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron:

«Levántate. Come carne en abundancia».

Después yo seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo, y esta bestia tenía cuatro cabezas. Y le dieron el poder.

Después seguí mirando y en visión nocturna contemplé: una cuarta bestia, terrible, espantosa y extraordinariamente fuerte; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba; y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era distinta a las bestias anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos, y vi que de entre ellos salía otro cuerno pequeño; y arrancaron ante él tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos, y una boca que profería insolencias.

Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó.

Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él.

Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.

Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la bestia, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras bestias les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada, hasta un tiempo y una hora.

Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.

Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.

A él se le dio poder, honor y reino.

Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.

Su poder es un poder eterno, no cesará.

Su reino acabará.

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Dn 3, 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81
R. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

Montes y cumbres, bendecid al Señor. R.

Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. R.

Manantiales, bendecid al Señor. R.

Mares y ríos, bendecid al Señor. R.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor. R.

Aves del cielo, bendecid al Señor. R.

Fieras y ganados, bendecid al Señor. R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 29-33)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:

«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.

Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Palabra del Señor. 

26 noviembre 2021, viernes de la 34ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Nos encontramos con el tema apocalíptico propio del fin del Año Litúrgico (el sábado por la tarde, con las Vísperas del Domingo de Adviento comienza el nuevo Año Litúrgico). Es necesario interpretar muy bien estas lecturas y esta temática porque son fundamentales para la fe y no podemos rehuirlas al rezar con ellas. Dos claves para entenderlas y rezar con ello:

-Cuando leemos “Reino de Dios” siempre hay una identificación con Jesús. Jesús es el Reino de Dios, por eso “está cerca”, por eso “está entre nosotros (dirá en otra parte). 

-No se deben leer en clave cronológica. Jesús no pretende hacer cronología, incluso en todos sus discursos apocalípticos parece haber contradicción, por un lado, dice que aprendamos a leer los signos de los tiempos, por otro lado, dice que nadie sabe el día ni la hora. 

¿Qué hacer entonces? Las lecciones son dos también. Que lo que debemos esperar es la gloria y que la gloria es una meta cuyo camino a ella viene marcado por la cruz. El Reino de Dios está cerca lo dice Jesús en referencia a su Resurrección. Y los duros signos previos son una lección para todo cristiano. Ahora, que falta un día para el Adviento, es una gran lección: la gloria de la Pascua, de la resurrección de los muertos, pasa por la Cruz, pasa por Nazaret y pasa por Belén. Solo quien conoce la noche, conoce la Resurrección. Solo quien se sabe hundido, sabe lo que es el rescate. Solo en Dios descansa mi alma: “nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquiero hasta que no descanse en Ti”. Confianza y abandono. No hay más secreto.  

25 de noviembre de 2021, jueves de la 34ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (6, 12-28)

En aquellos días, los hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios. Luego se acercaron al rey y le hablaron sobre la prohibición:

«Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe durante treinta días, hacer oración a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones?».

El rey contestó:

«El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas».

Ellos le replicaron:

«Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni acata el edicto que has firmado, sino que hace su oración tres veces al día».

Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar cómo salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol estuvo intentando librarlo.

Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole:

«Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, todo decreto o edicto real son válidos e irrevocables».

Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones.

Y dijo a Daniel:

«¡Que te salve tu Dios al que veneras fielmente!».

Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, para que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel.

Luego el rey volvió a palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir.

Por la mañana, al rayar el alba, el rey se levantó y fue corriendo al foso de los leones. Se acercó al foso y gritó a Daniel con voz angustiada. Le dijo a Daniel:

«¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones tu Dios a quien veneras fielmente?».

Daniel le contestó:

«¡Viva el rey eternamente! Mi Dios envió su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho ningún daño, porque ante él soy inocente; tampoco he hecho nada malo contra ti».

El rey se alegró mucho por eso y mandó que sacaran a Daniel del foso; al sacarlo del foso, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios.

Luego el rey mandó traer a los hombres que habían calumniado a Daniel, y ordenó que los arrojasen al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo del foso y ya los leones los habían atrapado y despedazado.

Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que pueblan la tierra:

«¡Paz y bienestar! De mi parte queda establecido el siguiente decreto: Que en todos los dominios de mi reino se respete y se tema al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo, que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace prodigios y signos en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Dn 3, 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74
R. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor. R.

Témpanos y hielos, bendecid al Señor. R.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor. R.

Noche y día, bendecid al Señor. R.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor. R.

Rayos y nubes, bendecid al Señor. R.

Bendiga la tierra al Señor. R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 20-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.

Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.

¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!

Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.

“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por los gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

Palabra del Señor. 

25 noviembre 2021, jueves de la 34ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Estamos a caballo entre el final del año y comienzos de un nuevo año; por ese motivo los textos litúrgicos son más escatológicos que nunca. Es un hecho que el final de los tiempos puede estar a la vuelta de la esquina, pero no sabemos si aún se puede retrasar unos cuantos millones de años. Pero lo cierto es que Cristo viene; esa petición de “ven Señor” se nos va a juntar con la petición del adviento: “Ven Señor Jesús”. Siempre tenemos que estar pidiendo la llegada del Señor.

El mundo que nos rodea está necesitando de la llegada del Señor; los síntomas están claros. La larga pandemia del covid-19 está pidiendo con urgencia la presencia de un redentor; nosotros necesitamos llevar a cabo una reconstrucción de las personas, de la Iglesia y del mundo. El enorme desarrollo de la tecnología está echando fuera a Cristo; no es la primera vez que el desarrollo de la ciencia parece que nos hace prescindir de Cristo, al final seguro que el mundo se vuelve de nuevo al Señor.

Tú y yo necesitamos de la llegada del Señor ahora más que nunca; nos desanimamos pronto y necesitamos la certeza, el calor de la presencia de Jesús. Acércate con más confianza a la Eucaristía en la oración silenciosa ante un sagrario y también en la misa recibe a Jesús en la comunión. Si le haces un hueco a Jesús en medio de tu vida verás milagros; tienes que hacerte del pequeño grupo de fieles a Jesús y ser incondicional. El mundo necesita de un pequeño grupo de personas que sean incondicionales del Maestro. Pídeselo a La Virgen en esta mañana y Ella te enseñará el camino. 

24 de noviembre de 20211, miércoles de la 34ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28)

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus nobles, y se puso a beber delante de los mil. Bajo el efecto del vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey junto con sus nobles, sus mujeres y sus concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Y mientras bebían vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera.

De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoque del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía el dorso de la mano que escribía. Entonces su rostro palideció, sus pensamientos le turbaron, los músculos del cuerpo se le aflojaron, y las rodillas le entrechocaban.

Trajeron a Daniel ante el rey, y este le preguntó:

«¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey mi padre? He oído decir de ti que posees el espíritu de los dioses, y que en ti se encuentran inteligencia, prudencia y una sabiduría extraordinaria.

He oído decir de ti que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y exponerme su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás al cuello un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino».

Entonces Daniel habló así al rey:

«Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le expondré su interpretación.

Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer a tu presencia los vasos de su templo, para beber vino en ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Has alabado a dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y tus empresas no lo has honrado. Por eso él ha enviado esa mano para escribir este texto.

Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta:

"Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el final; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas».

Palabra del Señor

Salmo responsorial
Dn 3, 62. 63. 64. 65. 66. 67
R. ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

Sol y luna, bendecid al Señor. R.

Astros del cielo, bendecid al Señor. R.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor. R.

Vientos todos, bendecid al Señor. R.

Fuego y calor, bendecid al Señor. R.

Fríos y heladas, bendecid al Señor. R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 12-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.

Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor. 

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