Este domingo, día y colecta de la Iglesia Diocesana, el Señor nos invita
a reflexionar en dos aspectos como son la generosidad y la confianza en Dios.
En la primera lectura vemos como la generosidad de la viuda de Sarepta se suma
a la confianza en la palabra del Señor por medio del profeta Elías; el cual le
dice: «así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se
vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe
la lluvia sobre la tierra."»
¿Cuál es nuestra respuesta al Señor que nos pide que pongamos nuestra
confianza sólo en Él? ¿Somos generosos cuando nos pide que le dejemos entrar en
nuestra vida, nuestras preocupaciones, y todas nuestras acciones, para vivir el
momento presente según su santa voluntad?
Que no nos cansemos nunca de estar intentando siempre responder
generosamente a tantas gracias y oportunidades que el Señor nos brinda.
Digámosle hoy al Señor que somos débiles, que sin su gracia “moriríamos de
hambre” como la viuda de Sarepta y su hijo que pensaban en morir, hasta que El
Señor le dijo por medio del profeta que no se le acabaría la harina ni el
aceite. Seamos generosos en llevar al Señor a los demás, ellos necesitan de ese
“pan y agua” que es Dios, porque sólo Él puede saciar plenamente esa hambre y
sed de verdadera felicidad.
Que nuestra Madre, que supo responder con generosidad y confianza a
Dios; nos conceda de su Hijo la gracia de ser generosos y caritativos con
nuestro prójimo, llevándolos a Cristo.
Que nuestra Madre nos conceda también de su Hijo el no cansarnos nunca de seguir confiando audazmente en la Misericordia infinita de Dios, en medio de nuestras miserias, problemas, preocupaciones, trabajos, etc.