Hoy es un día lleno de esperanza.
Así nos alienta el salmo responsorial, 129: “Mi alma espera en el Señor, espera
en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela a la aurora”.
Nuestra vida siempre es un tiempo
limitado de espera. Una espera que nos anuncia el Señor. “Me voy a prepararos
un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para
que donde estoy yo estéis también vosotros…” Pero no nos llevará a la fuerza,
espera nuestra respuesta. San Ignacio en los EE (95) en el llamamiento del
Rey Eternal, nos lo recuerda: “Quien quisiere venir conmigo ha de
trabajar conmigo, porque siguiéndome en la pena también me siga en la gloria”.
A todos nos pueden desconcertar
las palabras de Jesús, como le sucedió a Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas,
¿cómo podemos saber el camino?” Pocas frases en el evangelio son tan
determinantes y convincentes. La respuesta de Jesús colma todos nuestros deseos
todavía en esperanza creciente.
Que nuestros deseos se hagan
realidad por medio de nuestra oración y plegaria en este día de los fieles
difuntos para que gocen siempre de él como, Camino, Verdad y Vida.
Que santa María nos hace conscientes que estamos a la espera, muchos familiares amigos y desconocidos, simplemente se nos han adelantado. Todos estamos en la línea de salida… para llegar a la meta: Jesús es el único Camino, Verdad y Vida.