1/6/2012, Viernes de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (4,7-13)

Queridos hermanos: El fin de todas las cosas está cercano. Sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Salmo responsorial (Sal 95, 10.11-12. 13)
R. Llega el Señor a regir la tierra.

Decid a los pueblos: "El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente." R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (11, 11-26)

Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: -« ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.» Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas. »

1 junio 2012. Viernes de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1. EL SANTO DEL DÍA, SAN JUSTINO MÁRTIR

¡Qué bien predica “fray Ejemplo” Y nadie como un mártir como el de hoy, Justino, filósofo de los primeros siglos del cristianismo. La oración colecta es bellísima y bastaría para la oración:

Dios nuestro, que enseñaste a San Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de este mártir, la gracia de alejar los errores que no cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Si nos enamoramos locamente de Cristo y descubrimos en su cruz la sabiduría… dejaremos todos los errores y siempre seremos fieles.

Fue el primer apologista cristiano, laico. Como buscador incansable de la verdad, profundizó principalmente en el sistema de los estoicos, los pitagóricos y de Platón. Tuvo un encuentro que le motivó a estudiar «una filosofía más noble» que las que él conocía. Así, comenzó a estudiar las Sagradas Escrituras y a informarse sobre el cristianismo San Justino tenía 30 años cuando se convirtió al cristianismo. Recorrió varios países discutiendo con los paganos, los herejes y los judíos sobre la fe. Los escritos de Justino mártir que han llegado completos hasta nosotros son las dos Apologías y el Diálogo con Trifón. En la primera Apología, San Justino protesta contra la condenación de los cristianos por razón de su religión o de falsas acusaciones. En ella fundamenta que es injusto acusarlos de ateísmo y de inmoralidad, ya que son ciudadanos pacíficos, cuya lealtad al emperador se basa en sus mismos principios religiosos. La segunda Apología es un apéndice de la primera. En su tercer libro, el mártir hace una defensa del cristianismo en contraste con el judaísmo, bajo la forma de diálogo con un judío llamado Trifón. San Justino se negó a la orden dada por Crescencio de ofrecer sacrificios a los ídolos y, confesando valientemente a Cristo, fue condenado por el juez a morir decapitado

2. Gózate en la cruz y desbordarás de alegría

La Epístola I de San Pedro 4,7-13 en línea con el ejemplo de Justino nos anima a poner “al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” y nos anima a la cruz para llegar a la luz: “Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo”

3. No es tiempo de higos, pero es TU TIEMPO

Evangelio según San Marcos 11,11-26: nos presenta la escena de la “higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos”.

San Jerónimo nos comenta: “Si Israel hubiese creído, nuestro Señor no hubiese sido crucificado, y si nuestro Señor no hubiese sido crucificado, la multitud de los gentiles no se hubiese salvado. Creerán los judíos, por tanto, pero creerán al fin del mundo. No era tiempo para que creyeran en la cruz... Su infidelidad es nuestra fe, su ruina nuestra elevación. No era el tiempo de ellos, para que fuera nuestro tiempo”.

4. Comenzamos el Mes del Corazón de Jesús. Estamos en el Primer Viernes. Después del Mes de las Flores, llega el Mes de los Frutos.

¡Corazón de Jesús en Ti confío, porque creo en tu amor para conmigo!

Recordamos a Manolo, al mes de su partida para el Cielo. ¡“Mártir” caído en la acera al ir con ilusión amorosa a su trabajo!

31/5/2012, La Visitación de la Virgen María

Lectura de la profecía de Sofonías (3, 14-18)

Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

Salmo responsorial (Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6)
R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-56)

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo: -«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

31 mayo 2012. La Visitación de la Virgen María – Puntos de oración

La Visitación de la Virgen es un día grande para nuestra Cruzada-Milicia. Evoca tantos recuerdos, tantas personas, tantas inquietudes de cielo, tantos deseos y proyectos de conquista… que se han sembrado en nuestros corazones con abundancia. Cómo emerge la imagen de la Virgen montañera, de la Virgen de Gredos, de la Virgen “misionera del amor”, de la Virgen “en campaña”, que el Padre y Abelardo han forjado en nuestro estilo de vida. ¡Es un día grande! ¡Una gran fiesta de familia!

Nuestra oración puede ser un cruce agradecido de tantas evocaciones o simplemente un recogerse en uno de esas dimensiones que la fiesta de la Virgen aporta a nuestra espiritualidad.

En primer lugar, es una fiesta mariana cuyo protagonismo recae en la Santísima Trinidad. La centralidad del Hijo, Verbo de Dios encarnado en las entrañas purísimas de la Virgen, es manifiesta. Él vive, actúa y santifica “desde” el seno de la Madre. El primer fruto de su acción en el mundo, la santificación de su Madre y del Bautista, es la obra del Espíritu Santo, que cubre con su sombra y dirige los pasos de la Virgen fecunda. Y ella, la Esclava del Señor, cumple perfectamente el designio del Padre y marcha presurosa a la montaña a comunicar a los hombres que el “Dios que salva” (Jesús) ya está entre nosotros.

En segundo lugar, esta fiesta mariana es algo así como “la puerta de la fe” para el antiguo Israel, personificado en Juan el Precursor y sus padres. Isabel reconoce que María es la “madre de mi Señor” y acepta el misterio de la fe, superando las apariencias de los sentidos y la razón. Juan, el Precursor, salta de alegría al encontrarse con el Hijo que da la vida eterna. Y Juan padre, enmudecido por la falta de fe, recobra la plena capacidad de reconocer los signos de Dios salvador, y de glorificarlo, al ver la sencilla entrega y la docilidad inmaculada de la Virgen.

En tercer lugar, es la fiesta mariana de la alabanza y la alegría de María: Poseída del amor de Dios, que ha hecho de su seno su propio hogar, se lanza a transmitirlo a los hombres en las circunstancias ordinarias. Donde todos ven lo cotidiano e intrascendente de una joven madre que alegra el corazón de sus parientes ancianos, donde se alza para tantos el velo o la duda de una maternidad a destiempo e imprevista de una mujer senil, su prima Isabel, ella, María, ve el cumplimiento definitivo de la gran promesa: Dios mismo viene a salvar a su pueblo, a levantar a los humildes y con su mano poderosa da de comer a los pobres. Por eso su alma canta y exalta a Dios y a su pueblo afortunado.

Porque, en definitiva, esta fiesta mariana es la gran fiesta del pueblo, de los pequeños, de los que no son ni cuentan para el mundo, de los miserables y pecadores, que nunca merecerían la salvación. ¡Es nuestra fiesta! Por eso es un gran acierto de nuestra espiritualidad convertirla en “campaña” que dura todo el verano, para que durante muchos meses (en realidad toda la vida) sepamos que Dios es grande con nosotros y nos decidamos a colaborar un poco en la salvación de Dios para todos los hombres.

Podemos concluir con este texto del apóstol Pedro (1, 13): “Estad interiormente preparados para la acción, manteniéndoos sobrios, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo.

30/5/2012, Miércoles de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 18-25)

Queridos hermanos: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos

Salmo responsorial (Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20)
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 32-45)

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

30 mayo 2012. Miércoles de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Desde el domingo pasado, solemnidad de Pentecostés, seguro que muchos de nosotros hemos meditado en la venida del Espíritu Santo y hemos implorado su venida para toda la Iglesia, para nuestra comunidad, nuestra familia, e incluso para nosotros mismos.

Quizás algunos también hemos meditado en los Dones del Espíritu Santo: “Disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo”, de tal manera que, la vida moral de los cristianos está sostenida por dichos dones. Como sabemos, los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Estos completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben y, nos dice la Iglesia que, hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Es cierto que los dones del Espíritu Santo son “hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en el alma para recibir y secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo”. Pero, también es verdad, que esos dones hay que implorarlos y acogerlos para que se desarrollen en plenitud en el alma y fructifiquen en ella. De hecho, la presencia de estos en el alma es incompatible con el pecado mortal.

Quizás somos menos los que hemos meditado sobre los Frutos del Espíritu Santo, que también existen. ¿Cuáles son esos frutos?. Nos dice San Pablo que: "El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí" (Gálatas 5:22-23). Pero no hay que olvidar que estos son

Los frutos de la acción del Espíritu Santo en un alma que acoge y secunda los dones que hemos citado antes. Es decir, los dones son infundidos por Dios, pero los frutos de tales dones pueden verse malogrados por nuestra superficialidad, inconstancia o pereza.

Cuando el alma, con fervor y dócil a la acción del Espíritu Santo, se ejercita en la práctica de las virtudes, va adquiriendo facilidad en ello. Ya no se sienten las repugnancias que se sentían al principio. Ya no es preciso combatir ni hacerse violencia. Se hace con gusto lo que antes se hacía con sacrificio.

Dice un autor espiritual que les sucede a las virtudes lo mismo que a los árboles: los frutos de éstos, cuando están maduros, ya no son agrios, sino dulces y de agradable sabor. Lo mismo los actos de las virtudes, cuando han llegado a su madurez, se hacen con agrado y se les encuentra un gusto delicioso. Entonces estos actos de virtud inspirados por el Espíritu Santo se llaman frutos del Espíritu Santo, y ciertas virtudes los producen con tal perfección y tal suavidad que se los llama bienaventuranzas, porque hacen que Dios posea al alma plenamente.

En estos últimos días del mes de Mayo, pidámosle a la Virgen María que nos haga acoger como Ella los dones del Espíritu Santo, para que florezcan en nuestra alma sus frutos con plenitud.

29/5/2012, Martes de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 10-16)

Queridos hermanos: La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»

Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4)
R. El Señor da a conocer su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 28-31)

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: -«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»

29 mayo 2012. Martes de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Estamos en los últimos días de este mes de la Virgen: no queremos dejar de mirarla, “para que la fragancia de sus virtudes perfume nuestras vidas”. En los textos del mes de mayo del librito de Abelardo que hemos estado disfrutando estos días, hay una constante, la de que somos para María su Jesús y su misión es la de hacer de nosotros “otro Cristo” para el Padre de los cielos. Para eso necesita que confiemos en Ella, que nos hagamos muy pequeños para poder entrar en su Corazón Inmaculado, creyendo en el amor de Dios en toda circunstancia, por difícil que nos parezca.

Buscamos en la carta que Dios nos dirige en este día por medio de las lecturas de la Misa una Palabra de vida que sea “lámpara para nuestros pasos”.

- “Os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo”. Hemos celebrado este domingo la Solemnidad de Pentecostés, momento en el que nace la Iglesia y es enviada con la fuerza del Espíritu Santo a anunciar el evangelio. Esta es la Buena Noticia del Evangelio: “En Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios” (Pablo VI). Pidamos que hoy todos los cristianos podemos ser anunciadores de este evangelio con la fuerza del Espíritu Santo. Que se nos presenten ocasiones para testimoniar a Jesús, con nuestra vida y con nuestra palabra.

- “El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta”. El evangelio es fuerza transformadora para quien lo recibe, pues comunica el don del Espíritu Santo, que es fuego que purifica y enciende en un nuevo amor los corazones, el amor de Dios. Es difícil creer que es posible la santidad cuando nos vemos acosados por miserias y tentaciones, pero cómo dice el apóstol Pedro, la razón de esta llamada está en la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo». Si creemos en el amor de Dios y en todo lo que ha hecho por nosotros, no podremos dejar de esperar que nos conceda el don de la santidad, al que tenderemos con todas nuestras fuerzas. Este acto de humildad es el que abre el camino de la santidad, como decía San Felipe Neri, llevándose la mano a la frente: “La santidad cabe en tres dedos”; es decir, la clave es la humildad de la mente. ¿Tendremos tres dedos de frente para no desanimarnos nunca de estar empezando siempre?

- “Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Esta confesión de amor y de seguimiento a Jesús, por parte de Pedro, arranca del Señor una promesa de fecundidad y de felicidad eterna: Todo lo que entreguemos por el Evangelio, no solo no lo perderemos, sino que lo recibiremos centuplicado y además, alcanzaremos la vida eterna. La vida de los santos es comprobación de esta verdad evangélica. No han perdido nada y lo han ganado todo. Jesús mismo es el ciento por uno y la verdadera vida de quien se le entrega. Hagamos la prueba en este día: renunciemos a algo por Jesús y por anunciar el evangelio. La alegría del corazón será la señal de que Dios no se deja ganar en generosidad. Todo lo que no se da, se pierde. Sólo lo que damos se libra de la corrupción, porque es como si lo enviáramos a la eternidad.

¡Madre, que el calor de tu mirada maternal nos aliente en nuestras luchas en este día!

28/5/2012, Lunes de la octava semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,3-9)

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

Salmo responsorial (Sal 110,1-2.5-6.9ab.10c)
R. El Señor recuerda siempre su alianza

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R.

El da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. R.

Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza;
la alabanza del Señor dura por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27)

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»

28 mayo 2012. Lunes de la octava semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Rezamos hoy, primer día después de haber recibido el Espíritu Santo, pidiéndole a este que nos mantenga en su fuego, en su ardor, durante todo el año. Que no perdamos esa fuerza recibida, que no se nos olvide que es el propio Espíritu quien nos ayuda a rezar cada día. Le pedimos también que nos explique bien todo lo que Jesucristo nos quiso decir en su Evangelio. Somos a veces torpes para entender, así que, le pedimos que nos haga más hábiles.

En la primera lectura nos dice san Pedro la palabra clave del tiempo de Resurrección: “Alegraos…” Pues a ello, alegrarnos de que la fuerza de Dios nos guarda para nuestra salvación en el momento final. ¡Qué suerte saber que ya estamos salvados y que lo único que tenemos que hacer es aceptar esa salvación!

Y es que el Señor siempre recuerda su alianza, y como nos prometió la redención, no se le olvida que la tiene que hacer con cada hombre y mujer de este mundo. Nos viene bien recordarlo nosotros mismos, pero también le vendría bien a todos los demás hombres y mujeres de ese mundo, y ¿quién si no nosotros se lo tenemos que anunciar? Podemos rezar un rato pensando en nuestros amigos, familiares y conocidos que necesitan de ese anuncio. También podemos rezar y pensar en países lejanos donde aún no ha llegado el mensaje de la redención. ¿Quizá Dios nos llame a alguno de nosotros a ir a esos lugares?

En este sentido está la lectura del evangelio de hoy. Un joven que quiere algo más que cumplir meramente con lo de siempre, con lo que aprendió de pequeño. Un joven al que se le queda pequeño esto, pero al que en cuanto se le pide un poco más se echa para atrás.

Jesucristo, el maestro, nuestro maestro, le dice (-nos dice-): - “Solo una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme”

Si a lo largo de la oración hemos ido sintiendo el deseo de hacer más por Cristo y con Cristo, al oír estas palabras tenemos que estar deseando poder decir un SÍ, con mayúsculas.

Este debe ser el fruto de este rato de oración, que nos gocemos en recibir del Señor esta llamada. Que nos gocemos en oír de nuestros propios labios la respuesta afirmativa. Que nos gocemos en mirar el gozo de nuestro Señor Jesucristo al oír nuestra respuesta… Que nos gocemos… Alegrarnos…

¡Oye, que luego ya dirá Dios en qué se concreta esa llamada a seguirle!, pero de momento yo le digo que SÍ, que por supuesto quiero seguirle, que cuente conmigo.

Ven Espíritu Santo, sigue encendiendo el fuego del amor de Cristo en mí.

27/5/2012, Domingo de Pentecostés

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2, 1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: -«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua».

Salmo responsorial (Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30.31 y 34)
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 3b-7. 12-13)

Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Secuencia

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Lectura del santo evangelio según san Juan (20, 19-23)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -«Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

27 mayo 2012. Domingo de Pentecostés – Puntos de oración

La gran fiesta de Pentecostés pasa desapercibida para muchos cristianos porque no comprenden su importancia. El Espíritu Santo ha pasado desapercibido en la literatura católica, o por lo menos no guarda relación alguna con su importancia. Damos mucha importancia a Jesús y a Dios Padre pero no somos conscientes que sin el impulso del Espíritu Santo no somos capaces ni de decir: “Jesús es Señor”

Jesús funda la Iglesia pero su espíritu la mantiene y la vivifica continuamente. El Espíritu de Dios es quien mantiene la creación entera.

El amor que Dios nos tiene se expresa a través de su Espíritu. No puede existir el amor entre dos personas si el espíritu no está detrás dándole forma y vida. Dios nos ama. Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza y por eso el amor más puro que puede establecerse entre dos personas es reflejo del amor que existe entre las tres personas de la Trinidad. El amor del Espíritu es lo que une y da sentido al Padre y al Hijo en la Trinidad: el amor entre el Padre y el Hijo es precisamente el Espíritu Santo.

En el Evangelio hay un texto muy duro, es posible que sean las palabras más duras que dice Jesús en la Sagrada Escritura: Todo pecado podrá ser perdonado pero aquel que peque contra el Espíritu Santo, ese nunca será perdonado. ¿Qué será el pecado contra el espíritu para que no se pueda perdonar? Es el pecado del que rechaza el perdón, del que rechaza el amor de Dios; es el pecado que más duele al Corazón de Cristo. Jesús es acusado de ser movido por el espíritu del demonio; es decir por el odio y el mal. Justo todo lo contrario: el Amor es el espíritu que mueve a Jesús a dar la vida por todos nosotros.

Te invito a terminar tu oración contemplando el acto más grande que ha hecho el Espíritu Santo, más grande que la creación misma:

Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le contestó y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre Ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y por eso el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.

La Encarnación del Verbo es obra del Espíritu Santo. Quédate junto a la Virgen disfrutando de este momento y pide: ¡Madre, alcánzanos el Espíritu Santo! Ella en este mes de mayo nos alcanzará esta gracia.

26/5/2012, Sábado de la séptima semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (28, 16-20. 30-31)

Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase. Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Salmo responsorial (Sal 10, 4.5 y 7)
R. Los buenos verán tu rostro, Señor

El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. R.

El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (21, 20-25)

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús: -«Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: -«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.» Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

26 mayo 2012. Sábado de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

* Primera lectura: El último pasaje de los Hechos que leemos resume los dos años que Pablo estuvo en Roma en su primer cautiverio. En Roma estaba alojado en una casa, con un arresto domiciliario vigilado. Pero nadie le impedía hacer lo que él siempre había desead: evangelizar, anunciar a Cristo Jesús. Y ahora precisamente en el centro del imperio y del mundo: Roma.

Llamó ante todo a los principales de los judíos, ante los que se justificó y les dio su versión del proceso que había tenido lugar en Jerusalén contra él. Pero también predicó a otros muchos, «enseñando la vida del Señor Jesucristo con toda libertad».

No fue en este cautiverio en Roma cuando dio testimonio con su muerte. Tras ser liberado, visitó otras comunidades y seguramente viajó a España, como ya había anunciado que iba a hacer. En una segunda detención en Roma es cuando su confesión de Cristo terminó en el martirio, hacia el año 67.

Es incansable este apóstol. La fe inquebrantable que tiene en Jesús le mueve en todo momento y da sentido a toda su actuación. Y cuando se trata, no de sus derechos personales, sino de la evangelización, se defiende con inteligencia, para que la Palabra no quede nunca encadenada.

Así también nosotros, al final de la Pascua, y en vísperas de recibir de nuevo la gracia del Espíritu en la fiesta de Pentecostés, pidamos al Señor mayor generosidad y decisión en nuestra vida de cristianos, en nuestro seguimiento de Jesús, el Señor Resucitado.

* Salmo responsorial: Dios se deleita en los justos, a quienes ve como a sus hijos amados en quienes Él se complace. Pero no se olvida de los pecadores. Él no quiere castigar ni destruir al pecador sino que se convierta y viva. En su gran amor hacia nosotros nos envió a su propio Hijo, para el perdón de nuestros pecados y para hacernos participar de su Vida y de su Espíritu, haciéndonos así hijos suyos. Aprovechemos este tiempo de gracia del Señor, pues Él ha venido a buscar y a salvar todo lo que se había perdido; Él es el Buen Pastor que busca la oveja descarriada, hasta encontrarla para llevarla sobre sus hombros de vuelta al redil.

* Evangelio: Dijo Jesús a Pedro: sígueme. En los versículos anteriores, Pedro había recibido una insinuación de Jesús sobre su futuro personal: sería, por el martirio, testigo de Jesús. A partir de esta insinuación de Jesús, Pedro entró en curiosidad para saber el futuro de Juan, su compañero. Por eso la respuesta de Jesús a Pedro, sobre el destino de Juan, es sabia. No se lo revela. De esta manera Pedro, frente a cualquier hermano, queda abierto al amor, al servicio, a la ayuda diaria que hay que prestar, sin saber el camino que tomará la historia. Dios es el Señor de la historia y en sus manos están nuestras vidas. El querer saber sobre el futuro enfría o destruye al amor. Es mejor que el amor esté vivo, aunque se tenga que vivir en incertidumbre. Pero es una incertidumbre esperanzada. Así se compromete más la libertad, se dan mayores posibilidades a la gracia y se abren siempre nuevos caminos al amor. Dios con su amor providente, hace que todo se convierta en bien para los que le aman (ver Romanos 8,28).

Oración final:

Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/5/2012, Viernes de la séptima semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (25, 13-21)

En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: -«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, corno Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 11-12. 19-20ab)
R. El Señor puso en el cielo su trono

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (21, 15-19)

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: -«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: -«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: -«Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: -«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: -«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: -«Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: -«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: -«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: -«Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: -«Sígueme.»

25 mayo 2012. Viernes de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

  1. Introducción: Preparando la venida del Espíritu Santo.
    Estamos conmemorando en estos días la espera que hace toda la Iglesia con María antes de Pentecostés. Esperando el cumplimiento de la promesa de Jesús: “os conviene que yo me vaya.” “Os enviaré al Consolador, al Defensor, la Espíritu de la Verdad.” El irá guiando a toda la Iglesia hasta la verdad plena.
    En el evangelio de hoy, como una resonancia de los días más cercanos a la Pascua, la Iglesia nos pone la escena en que Jesús le hace “el examen del amor” a Pedro. Jesús le había escogido para cabeza de la naciente iglesia. A pesar de su cobardía y de su triple negación no le quita ese privilegio. Con toda delicadeza le vuelve a confirmar en el cargo de cabeza de los apóstoles. Pedro, lleno de amor al Señor, pues se le ha perdonado mucho y lleno de conocimiento humilde de si, sería blanda cera para dejarse hacer por la gracia y dejarse llevar en la misión de regir la Iglesia que Jesús le encomendaba.
  2. Oración preparatoria: Jesús, vida del mundo: en ti brilla para nosotros esperanza de resurrección. Haznos vivir la santidad del misterio pascual. Perfecta libertad de espíritu, sin adherencia a lo creado. Olvido del yo, vida escondida contigo en el Padre, adhesión plena y total a Dios. Luz de Cristo resucitando: disipa nuestras tinieblas de mente y corazón.
  3. Petición: Ven Espíritu Santo. Dame tu luz para meditar los pasajes de las lecturas de hoy. Señor, dame tu gracia para llevar a cabo en mi ambiente, con los dones que tu me has dado, mi vocación apostólica, como San Pedro.
  4. Puntos para orar: Imaginar la escena y ponernos presentes escuchando la conversación del Señor y Pedro: “Jesús le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.”
  5. Pentecostés (1600) Doménikos Theotokópoulos, el Greco (1541 –1614) Museo del Prado. Madrid Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de los apóstoles, Madre mía, alcánzanos el Espíritu Santo.
  6. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

El Espíritu Santo sigue actuando hoy en su Iglesia. Aquí hay un enlace de un vídeo de una conferencia con un precioso testimonio de conversión de la escritora María Vallejo Nágera

24/5/2012, Jueves de la séptima semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22-30; 23, 6-11)

En aquellos días, queriendo el tribuno poner en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó: -«Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la resurrección de los muertos.» Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: -«No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?» El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: -«¡Animo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»

Salmo responsorial (Sal 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11)
R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 20-26)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: - «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

24 mayo 2012. Jueves de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

Celebramos hoy la fiesta de María Auxiliadora. Ella será nuestra valedora para iniciar la oración. El evangelio nos ofrece el final de la oración sacerdotal de Jesús, en la cual el Señor abre su alma en oración al Padre, y nos comunica tres de sus deseos más profundos. Pidamos luz al Espíritu Santo para que en la oración avive nuestra fe, reanime nuestra esperanza y encienda nuestro amor, para que nos adentremos en los deseos de Jesús, de modo que conociéndole más le amemos y le sigamos.

1. El deseo de la unidad. “Como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno”. En el pensamiento y en el corazón de Jesús formamos una red estrechamente entretejida: en esa trama del amor del Padre y el Hijo, estamos entrelazados cada uno de nosotros, como las células en un tejido, como los hilos en un tapiz. Y en la belleza que desprende, como un aroma, la unidad, los que nos vean conocerán el amor que Dios nos tiene: “que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado”.

Si cada uno de nosotros está unido en el amor de Jesús y del Padre, como consecuencia, estaremos unidos entre nosotros. Me gusta considerar que en el momento de la comunión, cuando estamos unidos íntimamente al Señor, permanecemos unidos también entre nosotros, aquí en la tierra, pero también con los que han llegado ya a la meta. Como cantamos en la comunión: “que nos encontremos al partir el pan, como Tú en el Padre, como el Padre en Ti, todos como hermanos, unidos en Ti”. Que también nosotros deseemos vivamente la unidad, y no fomentemos divisiones ni exclusiones.

2. El deseo de que estemos con Él. “Padre, éste es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria”.

a) Somos de Jesús. La traducción “los que me has dado” que hace la Conferencia Episcopal Española es más explícita que “los que me confiaste”. ¡Somos posesión de Jesús! ¡Qué confianza nos da esto! No solo saberlo, sino, sobre todo, vivirlo. Somos más del Señor que un hijo lo es de su madre. El otro día, por la calle, escuché a una madre que decía a su hija de unos cuatro años que corría despreocupada unos metros delante de ella: “no te vayas lejos, mi vida, que si te pasa algo yo me muero...” ¿Qué diría Jesús?

b) Queremos estar con Jesús y contemplar su gloria. Cuando programamos una excursión a una ciudad que nunca hemos visitado, deseamos saber por adelantado qué podremos encontrar, ver, disfrutar allí... Pues bien, como cantamos en Gredos: “nuestra vida camina hacia la altura de un dichoso y riente paraíso, que es la vida una excursión que va a la eterna mansión”. Pidámosle a Jesús que nos muestre un pedacito de Cielo. Deducimos de las palabras del evangelio que el Cielo consiste en estar con Jesús y contemplar su gloria... Por eso podemos “como adelantar” el Cielo estando ya -desde ahora y siempre- con Jesús y contemplando su gloria...

3. El deseo de estar en nosotros en el amor. “Que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos”. Jesús es el Emmanuel, el Dios con nosotros, más aún: el Dios en nosotros. Y Jesús pide al Padre estar con y en nosotros. Y su oración fue escuchada. En la despedida antes de la ascensión nos dirá: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (...) Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos” (Mt 28, 18.21). Que también deseemos que Jesús esté en nosotros, y que seamos inundados por el amor del Padre al Hijo, y del Hijo al Padre: ese Amor que es el Espíritu Santo.

Oración final. Santa María Auxiliadora, abogada y mediadora nuestra. Tú que eres hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo, haz que correspondamos a los deseos íntimos de Jesús. Que deseemos estar en Jesús y contemplar su gloria, y que vivamos ya desde ahora y para siempre en la unidad y en el amor de la Trinidad.

23/5/2012, Miércoles de la séptima semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 28-38)

En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: -«Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir."» Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Salmo responsorial (Sal 67, 29-30. 33-35a. 35b y 36c)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. R.

Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor, que avanza por los cielos,
los cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: «Reconoced el poder de Dios.» R.

Sobre Israel resplandece su majestad, y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito! R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 11b-19)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: -«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»

23 mayo 2012. Miércoles de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

  • El capítulo 17 de S. Juan es conocido como la Oración Sacerdotal. Leía en estos días que este título se le debe al protestante David Chytraus, que lo bautizó así. Jesucristo aparece en ese capítulo haciendo una oración de intercesión al Padre, momentos antes de su inmolación…
  • Un capítulo, el 17, se suele dividir en tres partes:
    • 1ª Parte: Jesús ruega por sí mismo (Jn. 17,1-5).
    • 2ª Parte: Jesús ruega por los discípulos (Jn. 17,6-19).
      • Ruega por aquellos que Dios le confió y que lo aceptaron como el enviado del Padre (Jn. 17,6-10).
      • Pide por ellos más en particular, para que se mantengan el camino de la salvación (Jn. 17,11-13).
      • Pide por su santificación en la verdad en medio de un mundo dominado por el odio (Jn.17,14-19).
    • 3ª Parte: Jesús ruega por los futuros creyentes (Jn. 17,20-23).
  • Hoy para nuestra oración, podemos ponderar dos temas magistrales de esta oración de Cristo:
    • El tema de la unidad…
    • El tema de la santificación o consagración…
  • La unidad, a la que está haciendo alusión el Señor, consiste en mantenerse fieles a la palabra de Dios revelada por El. Esta fidelidad es el mejor reflejo de la unidad del Padre y del Hijo, y por eso no se puede prescindir de ella, para que la palabra sea auténtica y veraz…
  • La santificación o consagración de los discípulos bien puede significar, el que han sido liberados de la mentira y enviados al mundo… No los separa del mundo, sino que los preserva del mal que hay en él.
    • El concepto mundo aparece en el texto nada menos que nueve veces…
    • La santificación, por lo tanto, es la separación del mundo y al mismo tiempo su envío a él… Paradoja curiosa, pero cierta…
  • Mantengámonos en el mundo y al mismo tiempo, santifiquémonos en el, mediante nuestra consagración a la verdad, que es Jesucristo., conocido, amado y vivido…

    image

22/5/2012, Martes de la séptima semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (20, 17-27)

En aquellos días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso. Cuando se presentaron, les dijo: -«Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí, desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por el Espíritu. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie: nunca me he reservado nada; os he anunciado enteramente el plan de Dios.»

Salmo responsorial (Sal 67, 10-11. 20-21)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R.

Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (17, 1-11a)

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: -«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. SI, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»

22 mayo 2012. Martes de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

Comienzo mi rato de oración en la presencia de Dios. Sin este primer paso no puedo avanzar cada día en la vida de oración. Si no cultivo la vida de oración la fe se debilita y pierdo la perspectiva de la meta. La meta es la eternidad.

San Juan Bosco nos puede ayudar a entender el evangelio de san Juan que hoy nos propone la liturgia. Le gustaba repetir que para no perder el norte y vivir de fe hay “tener la eternidad en la cabeza, a Dios en el corazón y el mundo a los pies”. Sin vida de oración es difícil mantener la cabeza, el corazón y los pies en su lugar. Todos muy necesarios pues cada uno cumple su función.

Nos dice el evangelio: “Jesús, levantando los ojos al cielo…” Si levantamos la cabeza, los ojos al cielo, ya en estas noches luminosas de mayo nos encontramos con la inmensidad del cosmos, y en medio del silencio se toca casi la eternidad.

A continuación Jesús entra en diálogo íntimo con el Padre y nos habla con el corazón: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique y por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste.

Y en ¿qué consiste la vida eterna?

“Que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo…” O sea, que la vida eterna consiste el algo mucho más trascendente que descubrir a existencia de Dios a través de los acontecimientos, de las personas y de las cosas, de la naturaleza…

Que le conozca. La cabeza tiene la función de coordinar la razón, el conocimiento… Que conozca, por medio de la fe el misterio de que Jesús es a la vez, verdadero Dios y verdadero hombres. Este misterio lo acepto por el don de la fe.

…Sigue san Juan Bosco, “y el mundo a los pies”. Y al final del texto del evangelio de hoy, Jesús nos dice: “…Sí, todo lo mío lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti”. Sigue este diálogo íntimo entre el Padre y el Hijo nos anima a seguir junto él, porque se marcha al cielo pero a la vez permanece entre nosotros resucitado.

Y por último la súplica que propone san Ignacio de Loyola en el (104 EE) de la Segunda Semana de Ejercicios. “Demandar lo que quiero; será aquí demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga”. ¿Qué te parece si le pedimos esta misma súplica que nos propone san Ignacio por medio de María.

Santa María de la resurrección: Que le conozca con la cabeza, que le ame con todo el corazón y que siga caminando tras él.

21/5/2012, Lunes de la séptima semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (19, 1-8)

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó: -«¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?» Contestaron: -«Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo.» Pablo les volvió a preguntar: -«Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?» Respondieron: -«El bautismo de Juan.» Pablo les dijo: -«El bautismo de Juan era signo de conversión, y él decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús.» Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres. Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses habló en público del reino de Dios, tratando de persuadirlos.

Salmo responsorial (Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab)
R. Reyes de la tierra, cantad a Dios

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos; como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios. R.

En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría. Cantad a Dios, tocad en su honor, su nombre es el Señor. R.

Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16, 29-33)

En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: -«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios.» Les contestó Jesús: -¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.»

21 mayo 2012. Lunes de la séptima semana de Pascua – Puntos de oración

Petición: Señor, alcánzame el Espíritu de Fortaleza.

Ideas: El Espíritu Santo, su presencia y acción estaba especialmente visible y palpable en la primera comunidad cristiana, como vemos en la primera lectura. Un Espíritu que es la marca diferenciadora de, por ejemplo, el bautismo de agua que había traído Juan, preparando el camino del Señor.

Nos vamos preparando ya para la gran fiesta de Pentecostés, y le queremos pedir a ese Espíritu, que es la vida de Dios en nuestra alma, que es quien nos santifica, que se haga presente y operativo en nuestra alma.

Y de manera muy especial, al hilo del evangelio, le pedimos que se derrame en nosotros con el don de FORTALEZA, para no dejar solo al Señor, para seguir a su lado, para no tener miedo al mundo, porque Él lo ha vencido.

Oramos: Cristo ha vencido al mundo, ¿pero lo ha vencido dentro de mí? Yo soy muchas veces cobarde, tengo miedo de qué dirán, miedo de quedar mal, miedo de perder la vida porque Dios me pida demasiado. Necesito, Señor, tu fortaleza para no tener miedo, para seguir a tu lado, pase lo que pase. Sin miedo

Coloquio: Con Jesús, contándole mis miedos y temores. En mi vida personal, de cara al futuro. Y sentir que va calando en mí su palabra: No tengas miedo, yo he vencido al mundo. Yo soy más fuerte. Más fuerte que el mundo. Más fuerte que tu pecado. Más fuerte que tus limitaciones. Más fuerte que tus miserias.

Y dejarme abrazar por Él hasta llegar a sentir que todo el miedo desaparece de mí.

¡Señor, sé que si estoy a tu lado nada tengo que temer!

20/5/2012, La Ascensión del Señor

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1, 1-11)

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó: -«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole: -«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: -«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: -«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Salmo responsorial (Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9)
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1, 17-23)

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Conclusión del santo evangelio según san Marcos (16,15-20)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

20 mayo 2012. La Ascensión del Señor – Puntos de oración

La verdad es que si nos ponemos serios el mandato de Jesús de anunciar el evangelio hasta los confines de la tierra tiene sus más y sus menos. La iglesia está en todos los continentes, la iglesia es una voz con autoridad en pleno siglo XXI. Pero también es verdad que muchos no creen y que en tantos países la religión oficial es otra.

Si de verdad se supiera lo fantástico que es el cristianismo toda la tierra creería en Jesucristo. La misión sigue en pie, es más, dados los tiempos que corren ya no hace falta pensar en países lejanos como tierras de misión. Tantas veces nuestra propia familia, nuestras amistades, el lugar de trabajo es verdadero campo de misión.

Pidamos a la Virgen que nos conceda coherencia de vida y entusiasmo de modo que nuestras vidas sean un interrogante para los demás. El mundo de hoy se está apagando, cada vez tiene menos ritmo, menos calor, solo los hombres y mujeres con fe se lo pueden ofrecer.

19/5/2012, Sábado de la sexta semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18,23-28)

Pasado algún tiempo en Antioquía, emprendió Pablo otro viaje y recorrió Galacia y Frigia, animando a los discípulos. Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en la Escritura. Lo habían instruido en el camino del Señor, y era muy entusiasta; aunque no conocía más que el bautismo de Juan, exponía la vida de Jesús con mucha exactitud. Apolo se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Aquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Salmo responsorial (Sal 46,2-18-9.10)
R. Dios es el rey del mundo.

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Los príncipes de los entiles se reúnen con el pueblo del Ros de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16, 23b-28)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

19 mayo 2012. Sábado de la sexta semana de Pascua – Puntos de oración

ORACIÓN EN NOMBRE DE CRISTO

Avanzado ya el mes de mayo, dedicado especialmente a nuestra Madre la Virgen María, comenzamos hoy nuestra oración cogidos de su mano, para que de verdad entremos en ese conocimiento de Jesús que nos lleva a pedir con una confianza cada vez mayor.

De la lectura del Evangelio de este día brotan dos consecuencias de la unión de Jesús con los suyos. Si las vivimos bien, desaparecerán inquietudes y tristezas que turban, a veces, nuestra vida.

  1. Jesús asegura el cumplimiento de las peticiones hechas al Padre en su nombre. “Yo os aseguro que si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid y recibiréis para que vuestra alegría sea completa”

    Los discípulos no podían alcanzar esa unión profunda con Cristo hasta que no recibieran el don del Espíritu Santo, que es fruto de la glorificación de Jesús, es decir, de su muerte, Resurrección y Ascensión a los cielos. Por eso hasta ahora no han pedido nada en su nombre, en unión con Él. Esto es una llamada personal a estar más unidos a Cristo para que nuestra oración sea de verdad escuchada por el Padre. Además. Lo que se pide al Padre en nombre de Jesús, también se recibe del Padre en nombre de Cristo.
  2. Para que vuestra alegría sea completa” Esta alegría cristiana se fundamenta en el conocimiento pleno de Jesús como revelador del Padre. Es el segundo privilegio del creyente: conocer en plenitud cuanto Jesús ha revelado.

Orar juntamente con Cristo

El secreto de la eficacia de la oración es la unión con Cristo. Él nos insiste en la eficacia de la oración en su nombre; tal eficacia es el fruto de la comunión vital del discípulo con Jesús, en quien cree, a quien ama y cuya palabra guarda.

Aun siendo Cristo nuestro único mediador, la relación de amor que se establece con entre el Padre y el creyente mediante la presencia de Jesús, por el Espíritu, es tan intensa que ya no puede considerarse como un mero intermediario. Pues el Padre ama al creyente con el mismo amor con que ama a Jesús, de tal manera que el Padre, Jesús y sus discípulos forman una unidad.

Así la oración de los bautizados en Cristo es también la oración de Jesús, nuestro hermano mayor.

Que hoy gocemos de esta unión real entre el Padre, Cristo y nosotros, para que nos animemos a pedir con una confianza inquebrantable, como lo hacía María siempre

18/5/2012, Viernes de la sexta semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18, 9-18)

Estando Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión: - «No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo, y nadie se atreverá a hacerte daño; muchos de esta ciudad son pueblo mío». Pablo se quedó allí un año y medio, explicándoles la palabra de Dios. Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron en masa contra Pablo, lo condujeron al tribunal y lo acusaron: -«Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la Ley.» Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos: -«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, arreglaos vosotros. Yo no quiero meterme a juez de esos asuntos». Y ordenó despejar el tribunal. Entonces agarraron a Sostenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal. Galión no hizo caso. Pablo se quedó allí algún tiempo; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se afeitó la cabeza, porque había hecho un voto.

Salmo responsorial (Sal 46, 2-3, 4-5. 6-7)
R. Dios es el rey del mundo

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16, 20-23a)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada.»

18 mayo 2012. Viernes de la sexta semana de Pascua – Puntos de oración

Jn 16, 20 – 23

“NADIE OS QUITARÁ VUESTRA ALEGRÍA”

Iniciar nuestra oración pensando cómo Dios me está esperando, me mira complacido y sentir la mirada que un día le regaló al joven rico “fijando en él la mirada lo amó”.

El evangelio de hoy comienza anunciándoles a sus discípulos una vez más, su partida: “Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Se trata de una alegría que surge triunfante del dolor. Para expresarla se sirve Jesús de una breve parábola, sacada de la experiencia del nacimiento de un ser humano. “La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre”. Según la mentalidad judía que reflejan los evangelios, al día final del Señor precederá una gran tribulación para los elegidos, preludio de la alegría por la victoria final, lo mismo que los dolores del parto dan paso al gozo de una nueva vida.

La tristeza de los discípulos tendrá un doble motivo de dolor: la partida de Jesús en su muerte y las tribulaciones que Él les ha predicho. Igualmente la alegría que seguirá tiene una doble causa: la victoria de Cristo sobre la muerte en la resurrección y la presencia duradera del Señor con nosotros, si bien esta alegría no excluye el dolor impuesto por el odio del mundo.

La muerte de Cristo supuso un doloroso parto de un hombre nuevo mediante la resurrección. Jesús fue el grano de trigo que, muriendo en el surco, dio espléndida cosecha de vida nueva según el proyecto del Padre. En esa vida nueva reside la alegría que nadie podrá arrebatar a los que son de Cristo. Un gozo que ya nos está concediendo en las apariciones pascuales y que continuará con la venida del Espíritu Santo, que hace presente Jesús.

En este mes de mayo dedicado a la Virgen María debemos vivir nosotros junto a Ella la preparación de la venida del Espíritu Santo en este nuevo Pentecostés del día 27 de este mes. Este mismo Espíritu que alentó en Jesús su conciencia de Hijo de Dios, es el mismo Espíritu que nos da a nosotros la alegre conciencia de nuestra adopción de hijos de Dios.

Al final de nuestra oración darle gracias al Señor por tanto bien recibido y suplicarle que nos preparemos para recibir al Espíritu Santo para poder ir por todo el mundo anunciando la Buena Nueva que es Cristo Resucitado.

17/5/2012, Jueves de la sexta semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (18, 1-8)

En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Aquila, judío natural del Ponto, y a su mujer Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma. Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a trabajar en su casa; eran tejedores de lona. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías. Como ellos se oponían y respondían con insultos, Pablo se sacudió la ropa y les dijo: -«Vosotros sois responsables de lo que os ocurra, yo no tengo culpa. En adelante me voy con los gentiles.» Se marcho de allí y se fue a casa de Ticio justo, hombre temeroso de Dios, que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios que escuchaban creían y se bautizaban.

Salmo responsorial (Sal 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4)
R. El Señor revela a las naciones su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (16, 16-20)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver.» Comentaron entonces algunos discípulos: -«¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?» Y se preguntaban: -«¿Qué significa ese "poco"? No entendemos lo que dice.» Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: -«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.»

Archivo del blog