Petición: Señor, que te conozca, que no seas para mí un ‘dios desconocido’.
Ideas: San Pablo se pasea por las calles de Atenas y observa la escultura ‘al dios desconocido’ que habían hecho aquellos hombres cultos para no dejarse a ningún dios, de tantos que había en el Panteón.
San Pablo toma de esta anécdota pie para hacer un discurso magistral, el mejor discurso y más elaborado que se pueda pensar… pero fracasa. Su elocuencia atrae a los curiosos, peor el hecho de un dios humanado y crucificado, muerto y resucitado… la rechazan por ridícula e infantil.
Nada muy lejano a lo que nos ocurre hoy. También hoy Dios es un desconocido, también a nuestros contemporáneos no les cuesta aceptar un Dios racional, lógico –el de su lógica- creador del universo, pero lejano y que no afecta nada a mi vida.
Porque un Dios humanado, crucificado, hecho dolor, presente en los pobres de la tierra… es un Dios que compromete, y a ese Dios es mejor ‘escucharle otro día’.
Y para ello se opta por la estrategia de la ironía, de la descalificación, de la burla… un Dios así no es creíble, es ridículo e infantil… cuentos para niños de primera comunión. ¡Dios y hombre! ¡En un trozo de pan! ¡¡Resucitado!!
Sólo el Espíritu, como dice Jesús en el Evangelio, nos podrá revelar todo esto, y mostrarnos verdaderamente la divinidad de Cristo.
Coloquio: Con el Espíritu Santo pidiéndole que nos muestre al Padre y al Hijo, para que Dios deje de ser un desconocido para mí.
Puedo terminar recitando el salmo de alabanza a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos trae hoy la liturgia.