(Nota: aunque litúrgicamente la Ascensión se celebra el domingo 20, respetamos la composición de los puntos para hoy en que el autor considera dicha festividad para este día)
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Aunque es uno de los tres “jueves” que relumbran más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión”, por tanto de gran importancia en la tradición cristiana que siempre era fiesta y en las parroquias se aprovechaba para que los niños tomaran la primera comunión, que luego acompañaban en la procesión del “Corpus Christi”, podemos por lo menos dedicarle nuestro rato de oración de la mañana y quizá otro por la tarde, como recomendaba el P. Morales, saliendo a las afueras de la ciudad, a un lugar tranquilo y silencioso, adecuado par leer el texto que recuerda el acontecimiento y tener un coloquio y un rato de silencio.
Comencemos en la presencia de Dios con una súplica: La que pone la Iglesia al comienzo de la Misa de este día:
“Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo”
Estos son los frutos de la oración de este día. Estos son los puntos sobre los que debemos de hacer el examen de la misma al final:
- Exultar de gozo: Saltar dando brincos de alegría, hoy se abren las puertas de la Eternidad. Por los méritos de su pasión, muerte y resurrección que ha vencido el dolor, el pecado y la muerte, nos ha salvado. ¿Hay algo mayor? ¿Algo más grande? Cómo no saltar de gozo y felicitarnos empezando por acercarnos Él y felicitarle agradecidos por tanto bien recibido inmerecidamente. Lo hacemos antes de que empiece a ascender. Está rodeado de su Madre y los discípulos a los que tiene que dar un encargo y que también nosotros queremos oír y cumplir. ponderemos en nuestro corazón tan gran bien.
- Es nuestra victoria, es la confianza audaz de Santa Teresita. Son los himnos de victoria, es la fuerza que nos hace exclamar con San Pablo: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Nada ni nadie nos podrá separar del amor de Él.
- Él es la cabeza, nosotros los miembros y donde esté la cabeza, allí estarán los miembros, sus amigos, así nos ha llamado en un texto de estos días pasados que hemos escuchado. “Somos sus amigos que Él ha escogido sacándonos del mundo, por eso el mundo nos odia”. Como buenos amigos seremos perseguidos ¿no lo notamos a nuestro alrededor? Mala señal, pues el discípulo no es más que su maestro y si Él fue perseguido, también nosotros lo seremos.
- Esperamos llegar también nosotros a la vida eterna como miembros de su cuerpo. Este día nos trae nostalgia de cielo si le contemplamos ascendiendo, es una despedida momentánea pero despedida y todas las despedidas tienen algo de tristeza porque como dice San Juan de la Cruz “que la dolencia de amor no se cura sino con la presencia y la figura”.
No es de extrañar que los discípulos se quedaran como abobados y tuvieran los ángeles que venir a despertarles: ¿Qué hacéis ahí varones galileos?
Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas, que todos los pueblos lo aclamen, batan palmas, canten con gritos de júbilo, porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.
Que nuestro corazón ascienda también con él. Santa María nos lo alcance de su Hijo.