La verdad es que si nos ponemos serios el mandato de Jesús de anunciar el evangelio hasta los confines de la tierra tiene sus más y sus menos. La iglesia está en todos los continentes, la iglesia es una voz con autoridad en pleno siglo XXI. Pero también es verdad que muchos no creen y que en tantos países la religión oficial es otra.
Si de verdad se supiera lo fantástico que es el cristianismo toda la tierra creería en Jesucristo. La misión sigue en pie, es más, dados los tiempos que corren ya no hace falta pensar en países lejanos como tierras de misión. Tantas veces nuestra propia familia, nuestras amistades, el lugar de trabajo es verdadero campo de misión.
Pidamos a la Virgen que nos conceda coherencia de vida y entusiasmo de modo que nuestras vidas sean un interrogante para los demás. El mundo de hoy se está apagando, cada vez tiene menos ritmo, menos calor, solo los hombres y mujeres con fe se lo pueden ofrecer.