ORACIÓN EN NOMBRE DE CRISTO
Avanzado ya el mes de mayo, dedicado especialmente a nuestra Madre la Virgen María, comenzamos hoy nuestra oración cogidos de su mano, para que de verdad entremos en ese conocimiento de Jesús que nos lleva a pedir con una confianza cada vez mayor.
De la lectura del Evangelio de este día brotan dos consecuencias de la unión de Jesús con los suyos. Si las vivimos bien, desaparecerán inquietudes y tristezas que turban, a veces, nuestra vida.
- Jesús asegura el cumplimiento de las peticiones hechas al Padre en su nombre. “Yo os aseguro que si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid y recibiréis para que vuestra alegría sea completa”
Los discípulos no podían alcanzar esa unión profunda con Cristo hasta que no recibieran el don del Espíritu Santo, que es fruto de la glorificación de Jesús, es decir, de su muerte, Resurrección y Ascensión a los cielos. Por eso hasta ahora no han pedido nada en su nombre, en unión con Él. Esto es una llamada personal a estar más unidos a Cristo para que nuestra oración sea de verdad escuchada por el Padre. Además. Lo que se pide al Padre en nombre de Jesús, también se recibe del Padre en nombre de Cristo. - “Para que vuestra alegría sea completa” Esta alegría cristiana se fundamenta en el conocimiento pleno de Jesús como revelador del Padre. Es el segundo privilegio del creyente: conocer en plenitud cuanto Jesús ha revelado.
Orar juntamente con Cristo
El secreto de la eficacia de la oración es la unión con Cristo. Él nos insiste en la eficacia de la oración en su nombre; tal eficacia es el fruto de la comunión vital del discípulo con Jesús, en quien cree, a quien ama y cuya palabra guarda.
Aun siendo Cristo nuestro único mediador, la relación de amor que se establece con entre el Padre y el creyente mediante la presencia de Jesús, por el Espíritu, es tan intensa que ya no puede considerarse como un mero intermediario. Pues el Padre ama al creyente con el mismo amor con que ama a Jesús, de tal manera que el Padre, Jesús y sus discípulos forman una unidad.
Así la oración de los bautizados en Cristo es también la oración de Jesús, nuestro hermano mayor.
Que hoy gocemos de esta unión real entre el Padre, Cristo y nosotros, para que nos animemos a pedir con una confianza inquebrantable, como lo hacía María siempre