1 de febrero de 2021, lunes de la 4ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (11, 32-40)

Hermanos:

¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.

Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados; el mundo no era digno de ellos: vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.

Y todos éstos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido; porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.

Salmo Responsorial
Sal 30, 20. 21. 22. 23. 24
R. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.
R.

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.
R.

Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
R.

Yo decía en mí ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
R.

Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.

Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:

«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».

Porque Jesús le estaba diciendo:

«Espíritu inmundo, sal de este hombre».

Y le preguntó:

«¿Cómo te llamas?».

Él respondió:

«Me llamo Legión, porque somos muchos».

Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.

Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:

«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».

Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.

Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.

Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.

Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.

Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:

-«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».

El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

1 febrero 2021, lunes de la 4ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos acompañe en estén rato de oración.

En el evangelio se narra el encuentro de Jesús con un endemoniado y cómo Jesús lo libera de esa Legión de demonios. Tras ser liberado de los demonios hay varias reacciones. Por un lado, el que había estado poseído quiere seguir a Jesús, pero Jesús le pide que vaya a anunciar lo ocurrido. Y, por otro lado, la gente de la zona que ve lo ocurrido le pide a Jesús que se marche. En este pasaje vemos como ante un encuentro con Jesús hay dos maneras de reaccionar: seguirle o alejarse. En nuestra vida, antes o después, tendremos encuentros personales con Jesús en los que nos tocará decidir qué hacer. Ojalá decidamos seguirle, como el que había sido poseído. Sin embargo, no siempre es tarea fácil, ya que hay muchas maneras de seguir a Jesús y la mayor parte de las veces, sus planes no coinciden con los nuestros. Es ahí cuando entra en juego nuestra valentía y nuestra confianza. Os invito a leer despacio el salmo. La valentía de corazón que repite este salmo es la que nace de la experiencia y la confianza en Dios. Una valentía que viene de sentirse amado y perdonado por Dios. Una valentía sencilla y humilde, abierta a lo que Dios quiera. Muchas veces, me ocurre, que pienso que ser valiente es afrontar grandes retos sin dudar o temer. Sin embargo, lo que el señor nos pide hoy, es aceptar lo que nos pueda llegar. Y es que podemos llegar a tener grandes conquistas o grandes sufrimientos, como cuenta San Pablo en la primera lectura, es entonces, ante los múltiples acontecimientos de la vida donde estamos llamados a ser valientes con el Señor.

La primera lectura comienza con una pregunta: “¿Para qué seguir?”, haz oración con esa pregunta, hoy tal y como estés en tu vida, para qué vas a seguir haciendo los miles de cosas que tienes previstas. Pues que esa sea nuestra oración de hoy contestar con sinceridad a la pregunta y ver cómo de valientes estamos siendo con el Señor.

Y para terminar este momento de oración, os invito como siempre ha compartir unos minutos finales de coloquio con nuestra madre la Virgen. Que no descuidemos nunca momentos de dialogo íntimo con Ella, que siempre nos escucha.

31 de enero de 2021, domingo de la 4ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura
Deuteronomio (18, 15 20)

Moisés habló al pueblo, diciendo:

«El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor mi Dios, ni quiero ver más ese gran fugo, para no morir".

El Señor me respondió: "Está bien lo que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá” ».

Salmo Responsorial
Sal 94, 1-2. 6-7c . 7d-9
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras».
R.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7, 32 35)

Hermanos:

Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.

También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.

Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1, 21b-28)

En la ciudad de Cafarnaún, y el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.

Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:

«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Jesús lo increpó:

«¡Cállate y sal de él!».

El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:

«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad es nuevo. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».

Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

31 enero 2021, domingo de la 4ª semana del Tiempo Ordinario. Puntos de oración

“El Santo de Dios”

Jesús recibe en el evangelio muchos nombres: El ángel en la Anunciación lo proclama “Hijo del Altísimo, Hijo de Dios”; Simeón lo proclama “Gloria de Israel y Luz de las Naciones”… María, por su parte, solo lo llama su “Hijo”; curiosamente hoy escuchamos a Satanás, a las fuerzas invisibles del mal, proclamar a Jesús como “el Santo de Dios”. Y curioso también resulta que la liturgia de la Iglesia asocie esta declaración de Mesianismo y Divinidad de Jesús Nazareno con la promesa hecha a Israel de un Profeta “máximo”, superlativo, el nuevo Moisés.

La palabra de Dios, por tanto, nos lleva a confrontar nuestra experiencia, nuestro trato y relación con Jesús con la fe y el testimonio de la Iglesia¨: ¿Es Jesús para mí “lo más”, el Santo de Dios a quien puedo confiarme por entero, en la vida y en la muerte?

Jesús desea que los cristianos lo tratemos con amistad y cercanía, con ternura y agradecimiento. Es el Santo, el Salvador, es nuestro redentor y vive para nosotros intercediendo ante el Padre por cada uno. No nos deja en nuestros temores y pecados si se lo pedimos con fe y esperanza. Quiere oír de cada uno una confesión única: Tú eres el Santo, yo vivo de ti y por ti.

No es suficiente un conocimiento superficial de Jesús, una costumbre o una tradición que viene de la familia, de la educación recibida. Sería como conocerle solo como un predicador admirable, como el Nazareno sin más; como el personaje excepcional que aporta cosas interesantes y aun verdaderas, el que descubre un proyecto humano y moral de alto nivel. No es eso: Se trata de intimar con él, conocerle en profundidad, entrar en el interior de su ser (inagotable). Necesitamos esta gracia que haga que no podamos ya vivir sin su presencia, sin darle un nombre sobre todo nombre, un nombre que defina mi relación con el Imprescindible.

Os invito a que en un rato de oración le digáis “nombres” a Jesús, los que broten del corazón, de oraciones repetidas a veces maquinalmente, de la Biblia… en suma, decirle piropos hasta encontrar ese nombre que define quién es él para ti. Pídeselo a la Virgen y a los santos hasta alcanzar esta gracia necesaria para perseverar en la fe en el tiempo actual.

 

 

 

 

 

30 de enero de 2021, sábado de la 3ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (11, 1-2. 8-19)

Hermanos:

La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.

Por ella son recordados los antiguos.

Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.

Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.

Por fe, también Sara, siendo estéril, obtuvo “vigor para concebir” cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.

Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.

Con fe murieron todos estos, sin haber recibido las promesas, sino viéndolas y saludándolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.

Es claro que los que así hablan están buscando una patria; pues, si añoraban la patria de donde habían salido, estaban a tiempo para volver.

Pero ellos ansiaban una patria mejor, la del cielo.

Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios: porque les tenía preparada una ciudad.

Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «lsaac continuará tu descendencia».

Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.

Salmo Responsorial
Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75
R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.

Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
R.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza.
R.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán
para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano
de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (4, 35-41)

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vamos a la otra orilla».

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban . Se levantó una fuerte tempestad, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un cabezal.

Lo despertaron, diciéndole:

«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:

«¡Silencio, enmudece!».

El viento cesó y vino una gran calma.

Él les dijo:

«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»

Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:

«¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».

30 enero 2021, sábado de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

En el nombre del Padre creador, del Hijo que nos redime y del Espíritu que da vida, disponemos el corazón para nuestro rato de oración.

En el Evangelio se juntan la fe,  o su falta, con el nuevo asombro por la fuerza e intervención directa de Jesús,  por la confianza absoluta de Él en el Padre, por su dominio sobre la creación con tal naturalidad como que es el Dueño;  por la paciencia de Jesús  con los apóstoles,  con nosotros, en un suave pero firme reproche junto a la apertura serena para que podamos seguir el camino del reencuentro y descubrimiento de nuestra fragilidad; su misión junto a nosotros y la conciencia de que estamos en camino, que este camino tiene tempestades que nos acobardan, que necesitamos aprender a confiar  y "saber de quién nos hemos fiado". Jesús va por delante, pero no deja de estar al lado.  Y eso es una realidad que nos (me) tengo que creer. No estoy solo; nunca.

Y es por eso, que somos muy privilegiados por estar en la misma barca con Él y poder gritarle en nuestras angustias y miedos, de poder descargar nuestra inquietud y recibir una respuesta personal. Pregúntate: ¿gritas a Dios suplicando, rogando, pidiendo intercesión? o por el contrario, ¿juzgas a Dios y a su no hacer, a su pasividad, a su "indiferencia"? 

Esta diferencia es vital porque nos habla de la confianza real que tenemos en Dios. Quien opta por la segunda opción ha dejado de confiar. Quien elige la primera, se postra de rodillas y está abierto a recibir la gracia, porque como decía alguno: "Es difícil caer cuando se está de rodillas".

Te animo a terminar la oración con un coloquio con Jesús. (Esta es la clave). Después de meditar y contemplar, acabar hablando con Él.

Para acabar, puedes leer unas palabras finales del papa Francisco:

Esta es una imagen eficaz de la Iglesia: una barca que debe afrontar las tempestades y algunas veces parece estar en la situación de ser arrollada. Lo que la salva no son las cualidades y la valentía de sus hombres, sino la fe, que permite caminar incluso en la oscuridad, en medio de las dificultades. La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús siempre a nuestro lado, con su mano que nos sostiene para apartarnos del peligro. Todos nosotros estamos en esta barca, y aquí nos sentimos seguros a pesar de nuestros límites y nuestras debilidades. Estamos seguros sobre todo cuando sabemos ponernos de rodillas y adorar a Jesús, el único Señor de nuestra vida. 

ÁNGELUS 10 de agosto de 2014

29 de enero de 2021, viernes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10, 32-39)

Hermanos:

Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros solidarios de los eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores, y permanentes.

No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa.

Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.

«Un poquito de tiempo todavía, y el que viene llegará sin retraso; mi justo vivirá por la fe, pero si se arredra le retiraré mi favor».

Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma.

Salmo Responsorial
Sal 36, 3-4. 5-6. 23-24. 39-40
R. El Señor es quien salva a los justos.

Confía en el Señor y haz el bien,
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.
R.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.
R.

El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.
R.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él.
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (4, 26-34)

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:

«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también:

«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar a su sombra».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

29 enero 2021, viernes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Las lecturas que nos ofrece la liturgia de hoy son especialmente bellas. Con la carta a los Hebreos ya podríamos hacer la oración entera. “Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos” … Es una invitación a recordar el paso de Dios en nuestra vida, quizá los primeros momentos de nuestra conversión, el fuego del amor primero que nos hizo hacer locuras por Cristo. Este “pasar por el corazón” nos puede ayudar a reavivar nuestra fe en nuestra situación actual. “Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes” … Madre Teresa de Calcuta decía que mientras menos se tiene más se puede dar, es la lógica del amor, el ganar perdiendo… seguro más de una vez lo hemos experimentado. Llevemos las palabras de San Pablo al momento histórico que nos toca vivir. Qué importante es ser solidario con los que sufren, sobre todo ahora, por la pandemia. “No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa” … Con el corazón puesto en el cielo hemos de lanzarnos a hacer el bien. Pidamos al Señor nos inflame el corazón como a los primeros cristianos para jamás renunciar a nuestra misión. “Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma” ... No cansarse nunca de estar empezando siempre, a pesar de las caídas, sino que, mirando la infinita Misericordia de Dios y no nuestras miserias, no nos arredremos ante nada y salvemos el alma.

Y si aún nos tiempo de pasar por el Evangelio, podremos descubrir una maravillosa enseñanza. “… la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” … Es el tesoro que guarda, por el bautismo, el laico militante, por el estudio y el trabajo ofrecido… sin que él sepa cómo, va construyendo el Reino de Dios, sin ruido, en lo oculto. Es una vocación maravillosa. Pidámosle a la Virgen la gracia de descubrir ese tesoro en nuestra vida.

28 de enero de 2021, jueves de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Santo Tomás de Aquino

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10, 19-25)

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.

Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa; fijémonos los unos en los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras.

No desertéis de las asambleas, como algunos tienen por costumbre, sino animaos tanto más cuanto más cercano veis el Día.

Salmo Responsorial
Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6
R. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
R.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 21-25)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre:

-«¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz.

El que tenga oídos para oír, que oiga».

Les dijo también:

-«Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces.

Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.

28 enero 2021, jueves de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Santo Tomás de Aquino. Puntos de oración

En el nombre del Padre creador, del Hijo que nos redime y del Espíritu que da vida, disponemos el corazón para nuestro rato de oración.

Las lecturas de hoy nos recuerdan algunas actitudes que debemos mantener como creyentes, tanto en la vida, como cuando deseamos acercarnos a la presencia del Señor. De hecho, al iniciar, es bueno recordar, como se nos indica en la carta a los Hebreos, que Jesús ha inaugurado para nosotros un camino nuevo y vivo. ¿Realmente vivo mi fe como algo que genera novedad y que está vivo?

Fijémonos en las actitudes interiores; - corazón sincero, - llenos de fe - purificados de mala conciencia. Y se nos dicen otras relacionadas con el comportamiento; - firmes en la esperanza que profesamos, -estimularnos a la caridad y a las buenas obras, - asistir a la Eucaristía.

En el Salmo se nos puntualizan otros aspectos a cuidar si deseamos salir confortados y bendecidos “del encuentro con el Señor” (la oración); manos inocentes y puro corazón, no confiar en los ídolos. Hoy puede ser una ocasión adecuada de valorar, a la luz de la gracia, cómo cuido la inocencia, cómo me apaño para actuar con intención recta y en qué manera soy dependiente de la idolatría (de cosas, actividades, métodos, lugares, personas…).

Ese cuidado del interior y de nuestro comportamiento, es como una luz cuidada, mantenida y acrecentada en nuestras vidas. Y debiera prepararnos y empujarnos a llevarla a los demás, “¿acaso se trae la luz para esconderla debajo de la cama” o más bien para iluminar un espacio? En este sentido, más que pretender nosotros hacer algo, se trata de dejar que el Espíritu sople la pequeña llama que somos para que se expanda: “fuego he venido a prender en la tierra y ¡cuánto deseo que arda!” (Lc 12, 49-53).

Aunque, si bien es importante el dejarse empujar por el Espíritu en bien de los demás, no lo es menos el toque que nos da Jesús en la relación que genera el trato frecuente con las personas, “la medida que uséis, la usarán con vosotros”. Y luego añade, “porque al que tiene se le dará”. Podríamos pensar que, si tenemos hacia los demás una “medida” de misericordia, compasión y cercanía, esto mismo realizará con nosotros el Padre del Cielo. Y, sin embargo, “al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.

Prepararse y disponerse al encuentro con el Señor para luego llevar luz a los demás en forma de cercanía y misericordia. Estas gracias pedimos a nuestra Madre y a S. José en la convicción de ser escuchados.

27 de enero de 2021, miércoles de la 3ª semana de Tiempo Ordinario.

Primera lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (10, 11 - 18)

Hermanos:

Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.

Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; esta sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.

Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente; añade: ´Y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes.

Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

Salmo Responsorial
Sal 109, 1. 2. 3. 4
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora». R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (4, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.

Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:

«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Y añadió:

«El que tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando se quedó solo, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.

Él les dijo:

«A vosotros se os han dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”».

Y añadió:

«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

27 enero 2021, miércoles de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

De nuevo ante tu presencia, Señor, queremos escuchar tu voz, estar contigo, para que nos hagas tierra buena en la que fecunde tu Palabra y de vida a nuestro alrededor.

Por eso al comienzo de nuestra oración repetimos: que todas nuestras intenciones, acciones y operaciones estén rectamente ordenadas al servicio y alabanza de tu divina majestad.

Oremos también hoy ofreciendo el día por tantas personas que sufren, por tantos enfermos, por las familias que están perdiendo a sus seres queridos, por los fallecidos a causa del hambre, la guerra o la enfermedad. Pidamos al Señor por el fin de esta pandemia. Sabemos que él saca de los males bienes, y nos alienta para mirar al futuro con esperanza.

Las lecturas de hoy también nos impulsan a la esperanza. De nuevo san Pablo, en la carta a los Hebreos, nos recuerda que Cristo se ofreció por nosotros, de una vez para siempre, en un único sacrificio, sacrificio que se actualiza cada día en la eucaristía.

Con ese sacrificio, dice san Pablo, nos ha perfeccionado para siempre. No nos perfeccionamos nosotros. Él cuenta con nuestra miseria, la coge, la acepta, la transforma, nos hace santos. Démosela. No tengamos miedo. Pidamos a María que, como ella, sepamos abandonarnos confiadamente en las manos del Señor, sin mirarnos a nosotros.

Así, poco a poco, él irá poniendo su ley en nuestros corazones, la escribirá en nuestra mente. Ya no se acordaré de nuestros pecados ni de nuestros crímenes.

Pidamos también a María que aprendamos a escuchar a Jesús. Él, como en Palestina, nos enseña mucho rato con parábolas, quiere enseñarnos a sacar lecciones de la vida diaria. Quiere que aprendamos el arte del discernimiento, que sepamos sacar fruto para nosotros y para los que nos rodean de lo que sucede cada día

«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar…»

Leamos despacio el evangelio de hoy, dejemos que resuenen en nuestro corazón palabras muchas veces antes escuchadas, pero que hoy traen para nosotros un mensaje nuevo.

«…al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

El Señor quiere también, como a los discípulos, explicarnos los secretos del reino de Dios. Para ello quiere que estemos con él, que le hagamos compañía, que no salgamos corriendo por miedo a lo que tenga que decirnos.

Pidámosle de nuevo, como tantas otras veces, que seamos tierra buena donde pueda crecer la palabra. Sin que nos demos cuenta, él va haciendo su obra en nosotros. No se deja ganar en generosidad y poco a poco va abriendo nuestro corazón. Nos parece que vamos hacia atrás y, sin embargo, él va haciendo que nuestra vida dé una buena cosecha, que nosotros no vemos, y a veces es mejor así.

Una clave para hoy, que surge del propio evangelio: acoger la palabra con alegría. Ya se encargará él de transformar en tierra buena nuestro terreno, tantas veces pedregoso.

26 de enero de 2021, martes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. San Timoteo y san Tito.

Primera Lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,1-8)

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, para anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien sirvo como mis antepasados, con conciencia limpia, porque te tengo siempre presente en mis oraciones noche y día.

Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría. Evoco el recuerdo de tu fe sincera, la que arraigó primero en tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy seguro que también en ti.

Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por imposición de mis manos porque, pues Dios no nos ha dado un espíritu cobardía, sino de fortaleza, amor y de templanza.

Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.

Salmo Responsorial
Sal 95, 1-2ª. 2b-3, 7-8a.10
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él afianzó el orbe,
y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente».
R.

Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (3, 31-35)

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dijo: - Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.

Les contestó: - ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

Y, paseando la mirada por el corro, dijo: - Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

26 enero 2021, martes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. San Timoteo y san Tito. Puntos de oración

Espíritu Santo…, ven. 

Santa María, intercede…

(Breve momento de silencio para entrar en la presencia de Dios, que esperaba ardientemente este encuentro conmigo).

«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

El Hijo permanece en íntima unión con el Padre, con el Espíritu Santo. Jesús es Hijo. Y sólo desde filiación se entiende su vida. Todo en su vida está orientado al Padre.

¿Qué significa comenzar a ser cristiano? Haber sido rescatado por el Bautismo, consagrado para Dios, elegido del mundo, para sin ser del mundo, vivir en el mundo. Somos hijos en el Hijo. Nuevas criaturas. «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Contemplar la vida de Cristo nos pone en relación con el Padre, nos remite a Él. Comenzar a ser cristiano significa empezar a vivir la vida como hijo, como hermano…, y llegar a ser padre/madre. Y ser hijo, es vivir en confianza, en los brazos de su padre. No hay espacio para el miedo ni la angustia donde hay amor.

Últimos minutos para un coloquio con la Virgen. Ella es la hija en el Hijo, siendo su Madre, siendo nuestra madre, misterio de fe: recoger lo que ha sucedido en esta oración, qué me ha comunicado el Señor, cómo se me ha mostrado, o quizá dónde me esperaba y yo le he evitado. Reconocer su acción, e identificar mi respuesta. 

Acabar dando gracias… No cansarse nunca de estar empezando siempre, es creer que Dios es Padre, y nosotros sus hijos.

Archivo del blog