29 enero 2021, viernes de la 3ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Empezamos la oración ofreciendo al Señor nuestras intenciones, acciones y operaciones para que sean puramente ordenadas al servicio y alabanza de Su divina majestad.

Las lecturas que nos ofrece la liturgia de hoy son especialmente bellas. Con la carta a los Hebreos ya podríamos hacer la oración entera. “Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos” … Es una invitación a recordar el paso de Dios en nuestra vida, quizá los primeros momentos de nuestra conversión, el fuego del amor primero que nos hizo hacer locuras por Cristo. Este “pasar por el corazón” nos puede ayudar a reavivar nuestra fe en nuestra situación actual. “Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes” … Madre Teresa de Calcuta decía que mientras menos se tiene más se puede dar, es la lógica del amor, el ganar perdiendo… seguro más de una vez lo hemos experimentado. Llevemos las palabras de San Pablo al momento histórico que nos toca vivir. Qué importante es ser solidario con los que sufren, sobre todo ahora, por la pandemia. “No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa” … Con el corazón puesto en el cielo hemos de lanzarnos a hacer el bien. Pidamos al Señor nos inflame el corazón como a los primeros cristianos para jamás renunciar a nuestra misión. “Pero nosotros no somos gente que se arredra para su perdición, sino hombres de fe para salvar el alma” ... No cansarse nunca de estar empezando siempre, a pesar de las caídas, sino que, mirando la infinita Misericordia de Dios y no nuestras miserias, no nos arredremos ante nada y salvemos el alma.

Y si aún nos tiempo de pasar por el Evangelio, podremos descubrir una maravillosa enseñanza. “… la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” … Es el tesoro que guarda, por el bautismo, el laico militante, por el estudio y el trabajo ofrecido… sin que él sepa cómo, va construyendo el Reino de Dios, sin ruido, en lo oculto. Es una vocación maravillosa. Pidámosle a la Virgen la gracia de descubrir ese tesoro en nuestra vida.

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