Jamás pensé que el orden
de mis prioridades en la vida podría poner en juego mi vocación a la santidad.
Jesús nos invita hoy a reflexionar sobre nuestras prioridades en la vida.
Es interesante la manera
en la que Jesús hace referencia a una prioridad mal ordenada. Si lo prioritario
en mi vida no está motivado por un verdadero amor a Dios Y al prójimo, entonces
eso que es “aparentemente bueno” se convierte en algo malo. Para los fariseos
su prioridad por encima de todo era respetar el sábado y no tanto el
santificarlo.
Una prioridad mal
colocada en nuestra vida nos puede hacer perder la paz, la alegría, la
felicidad, … puede «hacer que nuestro corazón se endurezca.»
Pidamos luz al Señor, por medio de nuestra Madre la Virgen, para ordenar nuestras prioridades buscando la mayor gloria y alabanza de Dios; «poniendo en el medio al prójimo necesitado.»