31 enero 2021, domingo de la 4ª semana del Tiempo Ordinario. Puntos de oración

“El Santo de Dios”

Jesús recibe en el evangelio muchos nombres: El ángel en la Anunciación lo proclama “Hijo del Altísimo, Hijo de Dios”; Simeón lo proclama “Gloria de Israel y Luz de las Naciones”… María, por su parte, solo lo llama su “Hijo”; curiosamente hoy escuchamos a Satanás, a las fuerzas invisibles del mal, proclamar a Jesús como “el Santo de Dios”. Y curioso también resulta que la liturgia de la Iglesia asocie esta declaración de Mesianismo y Divinidad de Jesús Nazareno con la promesa hecha a Israel de un Profeta “máximo”, superlativo, el nuevo Moisés.

La palabra de Dios, por tanto, nos lleva a confrontar nuestra experiencia, nuestro trato y relación con Jesús con la fe y el testimonio de la Iglesia¨: ¿Es Jesús para mí “lo más”, el Santo de Dios a quien puedo confiarme por entero, en la vida y en la muerte?

Jesús desea que los cristianos lo tratemos con amistad y cercanía, con ternura y agradecimiento. Es el Santo, el Salvador, es nuestro redentor y vive para nosotros intercediendo ante el Padre por cada uno. No nos deja en nuestros temores y pecados si se lo pedimos con fe y esperanza. Quiere oír de cada uno una confesión única: Tú eres el Santo, yo vivo de ti y por ti.

No es suficiente un conocimiento superficial de Jesús, una costumbre o una tradición que viene de la familia, de la educación recibida. Sería como conocerle solo como un predicador admirable, como el Nazareno sin más; como el personaje excepcional que aporta cosas interesantes y aun verdaderas, el que descubre un proyecto humano y moral de alto nivel. No es eso: Se trata de intimar con él, conocerle en profundidad, entrar en el interior de su ser (inagotable). Necesitamos esta gracia que haga que no podamos ya vivir sin su presencia, sin darle un nombre sobre todo nombre, un nombre que defina mi relación con el Imprescindible.

Os invito a que en un rato de oración le digáis “nombres” a Jesús, los que broten del corazón, de oraciones repetidas a veces maquinalmente, de la Biblia… en suma, decirle piropos hasta encontrar ese nombre que define quién es él para ti. Pídeselo a la Virgen y a los santos hasta alcanzar esta gracia necesaria para perseverar en la fe en el tiempo actual.

 

 

 

 

 

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