1 febrero 2021, lunes de la 4ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos acompañe en estén rato de oración.

En el evangelio se narra el encuentro de Jesús con un endemoniado y cómo Jesús lo libera de esa Legión de demonios. Tras ser liberado de los demonios hay varias reacciones. Por un lado, el que había estado poseído quiere seguir a Jesús, pero Jesús le pide que vaya a anunciar lo ocurrido. Y, por otro lado, la gente de la zona que ve lo ocurrido le pide a Jesús que se marche. En este pasaje vemos como ante un encuentro con Jesús hay dos maneras de reaccionar: seguirle o alejarse. En nuestra vida, antes o después, tendremos encuentros personales con Jesús en los que nos tocará decidir qué hacer. Ojalá decidamos seguirle, como el que había sido poseído. Sin embargo, no siempre es tarea fácil, ya que hay muchas maneras de seguir a Jesús y la mayor parte de las veces, sus planes no coinciden con los nuestros. Es ahí cuando entra en juego nuestra valentía y nuestra confianza. Os invito a leer despacio el salmo. La valentía de corazón que repite este salmo es la que nace de la experiencia y la confianza en Dios. Una valentía que viene de sentirse amado y perdonado por Dios. Una valentía sencilla y humilde, abierta a lo que Dios quiera. Muchas veces, me ocurre, que pienso que ser valiente es afrontar grandes retos sin dudar o temer. Sin embargo, lo que el señor nos pide hoy, es aceptar lo que nos pueda llegar. Y es que podemos llegar a tener grandes conquistas o grandes sufrimientos, como cuenta San Pablo en la primera lectura, es entonces, ante los múltiples acontecimientos de la vida donde estamos llamados a ser valientes con el Señor.

La primera lectura comienza con una pregunta: “¿Para qué seguir?”, haz oración con esa pregunta, hoy tal y como estés en tu vida, para qué vas a seguir haciendo los miles de cosas que tienes previstas. Pues que esa sea nuestra oración de hoy contestar con sinceridad a la pregunta y ver cómo de valientes estamos siendo con el Señor.

Y para terminar este momento de oración, os invito como siempre ha compartir unos minutos finales de coloquio con nuestra madre la Virgen. Que no descuidemos nunca momentos de dialogo íntimo con Ella, que siempre nos escucha.

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