En el día de hoy el Señor nos trae con su Palabra el milagro de los
panes y los peces.
Comenzamos nuestra oración ofreciéndole nuestros panes y nuestros peces,
nuestro tiempo, nuestras ganas de conocerle cada vez más para mejor amarle y
servirle, se los ofrecemos, aunque sabemos que con eso sólo no va a poder alimentar
a los 5000 hombres.
Una vez puestos en oración os invito a penar en el milagro de Jesús
desde la primera lectura de San Juan. Nuestros panes y peces son el Amor que
Dios nos pide que no es otro que el que recibimos de Él mismo. Por eso es tan
importante rezar y estar con Dios, para llenarnos de Él y salir al mundo, que
aún no le conoce, a transparentarle por medio del Amor. Suena bonito, y lo es,
pero también es duro. Amar nos exige ser los últimos, los que sirven, los que
se olvidan de uno mismo, los que lo vuelven a intentar una y otra vez, los que
pelean por ser santos. Esa es nuestra tarea, tomar conciencia del Amor que Dios
me tiene para salir y AMAR.
Pero esto son tan solo los 5 panes y dos peces…y hay una multitud
hambrienta.
El Señor nos pide un imposible, vamos a hablar con Él en la oración,
descubrir su mirada y cómo el confía plenamente en la misión que nos ha
encomendado, vamos a recordar su abrazo de misericordia para ponernos en
acción. Y aunque sabemos que nuestro esfuerzo es insignificante, Él nos lo
pide, porque con tan poca cosa Dios hará maravillas.
Falta de fe, falta de confianza, falta de amor. Vamos a juntarnos a María para que nos llene de esperanza y nos enseñe a dejarnos amar por Dios.