Para empezar bien, caer en la
cuenta de que la oración es entrar en relación con Dios e intuir su presencia,
que todo lo cubre y abraza.
Hoy es la festividad de San
Fulgencio. Pertenecía a una familia de santos. Hijo de Severiano y Túrtura. Su
padre fue un noble visigodo; San Fulgencio fue el segundo de los cinco
hermanos, cuatro de los cuales fueron considerados santos por la Iglesia
Católica Romana y la Iglesia Católica Ortodoxa. Sus otros hermanos canonizados
son San Isidoro, San Leandro y Santa Florentina. Todos ellos son conocidos como
los Cuatro Santos de Cartagena.
San Fulgencio nació en Cartagena
en torno al año 540 y pronto su familia se traslada a Sevilla. En dicha ciudad
serían arzobispos sus hermanos San Leandro y San Isidoro.
San Fulgencio fue Obispo, ocupando
la sede de Écija y, en dos ocasiones, la de Cartagena. Hombre elocuente y un
gran orador, Recaredo le encomendó diversas misiones para su reino. Fue
considerado un hombre sabio, siendo elevado al rango de Doctor de la Iglesia en
1880 por Pío IX.
San Fulgencio es Patrón de las
Diócesis de Plasencia y Cartagena y desde el siglo XVI da nombre al seminario
diocesano. También es el patrón de la ciudad de Plasencia.
La primera lectura nos
dice: ¡Animaos, los unos a los otros, mientras dure este «hoy»! Eso
mismo haría la familia de San Fulgencio.
Nos dice el salmo: Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
El diálogo en el evangelio es
conmovedor: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la
mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio».
En estos momentos de dificultad
(algunos atrapados por la nieve, otros por el COVID) recurrimos al Señor con fe
y sencillez y le decimos que nos eche una mano.
Hablé el domingo con un joven y
me decía: me parece que Dios está sordo, no me hace mucho caso. He
suspendido cuatro. Mi familia no marcha bien; a veces
me dejo arrastrar por la pereza e incluso falto a algunas clases. Yo
le decía que se acercara al Señor con sencillez. que Dios a veces nos prueba,
que su tiempo es distinto al nuestro. Ten paciencia y confía. El que se
acerca a él no queda defraudado.
Señor si quieres puedes ayudarme
en mis dificultades: agobios, falta de fe, tristeza, desconfianza, falta de
orden…
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda
limpio». Gracias Señor por tu ayuda. Con tu gracia lo contaré a mis
amigos y conocidos.
Señor, tú nos ayudas. Nos hace
falta tu confianza. Cuanto más nuestra alma se desprenda de las cosas más cerca
estará de nuestro creador.
“Cuando María ruega, Todo se obtiene, nada se niega”. (San Juan Bosco).