Esta fiesta de los Reyes Magos se celebra en la liturgia de la Iglesia
como “Epifanía del Señor”, que significa manifestación del Señor, pues se da a
conocer a los pueblos de la tierra representados en los Magos venidos de
Oriente. Con esta idea ya puedo comenzar mi oración pidiendo al Señor que se
manifieste, que irradie su luz en mi corazón y en los corazones de todos los
hombres. La Navidad es misterio de luz que brilla en las tinieblas de este
mundo y esa luz es Cristo, hecho niño en Belén de Juda, una luz que ilumina
primero a María y a José, después a los pastores que representan a los pobres
de Yahvé en el pueblo de Israel y hoy a los Reyes de Oriente, símbolo de toda la
humanidad que busca a Dios a tientas.
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto
salir su estrella y, venimos a adorarlo». Una estrella se convierte en señal de
Cristo, luz de la vida, y va guiando a los Magos hasta Jerusalén y luego a la
gruta de Belén. Puedo ver en la estrella una llamada a escrutar y reconocer los
signos con los que Dios me llama y me guía hacia el encuentro con Él. ¿Cuál es
esa “estrella” que me ha hecho ponerme en camino y buscar a Cristo? Puede
ser el testimonio de una persona que admiro, el ideal que brilla en mi
interior, el deseo de entregar la vida, la belleza de la creación… A veces la
estrella se oculta y tenemos que preguntar. No es difícil ver esto la necesidad
de un guía y de un director espiritual que me ayuden a reconocer los signos de
Dios en mi vida.
“Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de
rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro,
incienso y mirra”. Podemos hacer oración siguiendo cada expresión de la Palabra
de Dios:
- “Entraron en la casa”: Encuentro a Jesús en un hogar, en la vida de
familia, en la entrega a los míos.
- “Vieron al niño con María, su madre”: Encontraré a Jesús más
fácilmente si voy a Él por su Madre. Me detengo a hablar con María y le
presento mi deseo de ver a Jesús. Le pregunto qué regalo puedo hacerle al Niño…
- “Cayendo de rodillas lo adoraron”. No viviré bien esta fiesta de
Epifanía sin adorar a Jesús reconociéndole como mi Salvador y Señor. El lugar
privilegiado donde le puedo adorar es la Eucaristía, al recibirle en la
comunión. El Papa Francisco nos explica qué es adorar: “Adorar es poner al
Señor en el centro para no estar más centrados en nosotros mismos. Es poner
cada cosa en su lugar, dejando el primer puesto a Dios… Adorar es encontrarse
con Jesús sin la lista de peticiones, pero con la única solicitud de estar con
Él. Es descubrir que la alegría y la paz crecen con la alabanza y la acción de
gracias. Cuando adoramos, permitimos que Jesús nos sane y nos cambie. Al
adorar, le damos al Señor la oportunidad de transformarnos con su amor”
(6-I-2020).
- “…. abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y
mirra”: estos dones que los Reyes Magos ofrecen al Mesías simbolizan la
verdadera adoración: con el oro reconocen su divinidad real; con el incienso le
honran como sacerdote de la nueva Alianza; la mirra expresa que Jesús es el
profeta que derramará su propia sangre para reconciliar la humanidad con el
Padre.
Le presento mis propios regalos: el oro de mi libertad para seguirle, el incienso de mi oración para adorarle y la mirra de mi amor agradecido porque se hace hombre para dar la vida por mí.