1/5/2015, San José obrero (memoria libre)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3, 14-15. 17. 23-24)
Hermanos: Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.
Salmo responsorial (Sal 89:2-4, 12-14, 16)
R. Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos.
Antes que fueran engendradas las montañas,
antes que nacieran la tierra y el mundo, desde siempre y para siempre, tú eres Dios. 
R.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos.»
Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche. 
R.
Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores. 
R.
Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté sobre tus hijos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13, 54-58)

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

1 mayo 2015. San José obrero – Puntos de oración

Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos. 
Hoy iniciamos el mes de mayo de mano de san José. Recordamos su trabajo manual como fuente de santificación. José enseñó a Jesús su oficio. De Jesús dice el evangelista san Marcos que era carpintero. Esta profesión debemos entenderla en sentido amplio: “artesano”. San Juan Pablo II nos habló del evangelio del trabajo fuente de humanización y santificación. El trabajo no solo contribuye a hacer cosas externas sino que construye al hombre por dentro; esta realidad es asumida por el evangelio plenamente. Por encima de una concepción mercantilista del trabajo está esta realidad antropológica.
Todo la que hagáis, hacedlo en nombre de Jesús.
Nuestra Señora, en Fátima, enseñó a orar a los tres niños diciendo “Jesús es por tu amor”. Hoy es un buen día para renovar nuestras tareas haciendo de ellas una ofrenda a Dios. Empezamos este mes de mayo dedicado a nuestra madre santísima; acojámonos a su magisterio y elevemos nuestro trabajo, cualquiera que sea, a una realidad redentora, unidos a Jesús trabajador.

San José obrero, ruega por nosotros y por los trabajadores del mundo entero.

30/4/2015, Jueves de la cuarta semana de Pascua – San Pío V

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 13-25)

En aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la vela en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén. Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a decir: -«Hermanos, si queréis exhortar al pueblo, hablad.» Pablo se puso en pie y, haciendo seña de que se callaran, dijo: -«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años los alimentó en el desierto, aniquiló siete naciones en el país de Canaán y les dio en posesión su territorio, unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, que reinó cuarenta años. Lo depuso y nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias."»

Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 21-22. 25 y 27)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. R.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder.
El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (13, 16-20)

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: - «Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado." Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe al que me ha enviado.»

30 abril 2015. Jueves de la cuarta semana de Pascua – San Pío V – Puntos de oración

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Así podríamos pasarnos mañana la oración, repasando y recordando las misericordias del Señor, su fidelidad a pesar de nuestra condición pecadora. De Él parte la iniciativa y no puede volverse atrás, porque ese es su ser. Alegrémonos, que tenemos un Dios misericordioso.

Dichosos vosotros si entendéis estas cosas y las ponéis en práctica.” Esta bienaventuranza de Jesús a los discípulos está situada en el discurso de despedida, tras el lavatorio de los pies.

Todas las acciones, manifestaciones, teofanías  de Dios recogidas y recordadas en el Antiguo testamento (1ª lectura)  resuenan y se realizan en Jesucristo, palabra abreviada.

Jesús les está instruyendo con su vida, con su ejemplo, con sus gestos para que más adelante ellos sean testigos con sus acciones de las palabras que proclaman.

Estamos en una época en que todos son proclamas de lo que se debe hacer, de promesas electorales en este mes, y sabemos qué opinión se hace la gente.

La Iglesia, los cristianos estamos también a diario puestos en el punto de mira de la crítica, se nos mira con lupa. Pues, qué bien. Pidamos al Señor que por la fuerza de la resurrección nos transforme en testigos suyos, en cantores de su misericordia, en servidores de los más necesitados. ¡Cuántas maneras existen de lavar los pies al prójimo! La misión es servicio, entrega sin reservas.

Cuántos misioneros, contemplativas, consagrados, mártires en países de persecución entregando sus vidas. La resurrección debe transformar nuestras vidas. El Cristo vivo ante el cual hacéis la oración tiene el poder de transformarnos en Él. Pídeselo.

Hoy celebramos a Pio V. De pastorcillo llegó a ser Pastor de la Iglesia. En un momento de la historia donde las herejías se intentan abrir paso él las combate con la palabra atestiguada con las obras. Caminaba en su juventud siempre a pie, vestido con su hábito, el hatillo al hombro, la mirada puesta en el cumplimiento del deber. No le arredraba tener que decir las verdades a los nobles y a los herejes, siendo amenazado muchas veces de muerte.

Ya siendo Papa en un momento de la Iglesia de pompa y lujo, Pio V redobló el ritmo de austeridad y de oración; la tiara era su gran cruz; no se quitó la tosca ropa interior de fraile, fue muy parco en el comer, incansable en el trabajo; visitaba las iglesias a pie, ahuyento de palacio a los bufones, vivía al estilo franciscano. Era enemigo de los aduladores y le gustaba que le dijeran las verdades del barquero. Dadivoso en extremo con los pobres. Las razones políticas no existían para él; sí en cambio las de Dios y el bien de la Iglesia.

No quiso saber nada de nepotismos, mal del tiempo. Cuando le indicaron que convenía elevar a sus parientes, respondió con firmeza: “Dios me ha llamado para que yo sirva a la Iglesia, no para que la Iglesia me sirva a mí”

29/4/2015, Santa Catalina de Siena

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1, 5-2, 2)

Queridos hermanos: Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Sí decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo responsorial (Sal 102, 1-2. 3-4. 8-9. 13-14. 17-18a)
R. Bendice, alma mía, al Señor.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades,
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R.

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R.

Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos,
para los que guardan la alianza. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11, 25-30)

En aquel tiempo, exclamó Jesús: -«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mí yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

29 mayo 2015. Santa Catalina de Siena – Puntos de oración

Exquisitas palabras de Jesús hablando directamente al Padre, de esa forma tan tierna y natural. Son palabras de gratitud y de confianza: de gratitud porque las personas de corazón sencillo y abierto tienen una especial facilidad para conocer a Dios; de confianza porque sabe que el Padre conoce al completo el bien y la verdad. “Te doy gracias, Padre; sí, así te ha parecido mejor”.

Tres enfoques entusiasmantes para saborear hoy en la oración:

  • Dar gracias al Señor por nuestra fe, porque hemos sido de aquellos a los que el Hijo, por medio del Espíritu, nos ha querido revelar al Padre. Traer a la memoria momentos especiales de fe, nuestros inicios de relación íntima con Jesús y ocasiones que se nos presentarán para vivirlas desde la fe.
  • Confiar en el Señor. La fe nos lleva a ello: confiar, saber esperar y actuar cuando Él nos necesita.
  • Contemplar el amor de la Trinidad, percibir al Padre Amante amando al Hijo amado y al Espíritu Santo como la fuente de ese Amor.

Nos quedamos con María, la más sencilla, la escogida para ser la Madre de este gran Amor victorioso; Ella ya sabe que el mundo sólo se salvará gracias al amor. Madre, ayúdanos a hacernos pequeños y sencillos con un corazón grande para amar, y así mejorar la parte del mundo que nos rodea.

28/4/2015, Martes de la cuarta semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26)

En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquia, se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.

Salmo responsorial (Sal 86, 1-3, 4-5. 6-7)
R. Alabad al Señor, todas las naciones.

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R.

«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.» R.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.» R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (10, 22-30)

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: - «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.» Jesús les respondió: - «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

28 abril 2015. Martes de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración

ES SEÑOR ES MI PASTOR

Durante todo este tiempo pascual nos resulta relativamente fácil ponernos en la presencia de Dios, a través de Jesús Resucitado, pues se va apareciendo personalmente, y a la comunidad, en distintos momentos.

Hoy, de forma real, pero de una manera distinta, también se me aparece a mí en la oración y, sobre todo en la Eucaristía. “Soy yo, no temas

Que la fe me ayude a descubrir su presencia y que ningún miedo o turbación me lleve a confundirle con el hortelano, ni con los ángeles.

En el Evangelio de este día se le conmina a Jesús con un ultimátum: “Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente”

La respuesta de Cristo se remite a sus obras, y también les hace un reproche severo: “Pero vosotros no creéis porque no sois ovejas mías

Nosotros en la oración de este día queremos decirle a Jesús que sí somos sus ovejas, que Él sí es nuestro verdadero Pastor. Y repitiendo en lo profundo del corazón estas afirmaciones, que son también deseos, se nos puede pasar mucho tiempo de la meditación.

Resalta la comunión de vida que Él crea con sus fieles. Para la cual son necesarias dos condiciones fundamentales:

1. Conocimiento del Pastor

2. Escuchar su voz

Ayer Jesús se definía a sí mismo como la puerta de las ovejas. Después se define como el único y auténtico Pastor para un solo rebaño. Y lo es por tres razones:

a. Porque está dispuesto a dar la vida por su ovejas en el momento de peligro. “El buen pastor da la vida por sus ovejas, en cambio el asalariado, cundo ve venir al lobo…”

b. Porque conoce a sus ovejas y es conocido por ellas. “Yo soy el buen pastor que conozco a las mías, y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre

c. Porque, de hecho, entrega su vida por los suyos. “Yo doy mi vida por las ovejas”

Por todo esto Jesús se convierte de verdad en mi Pastor. Y me envía para que también los que están lejos entren a formar parte de este rebaño, tal como hemos escuchado en la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la buena noticia del Señor Jesús

Los Apóstoles mandaron a Bernabé y establecieron en Antioquía de Siria una segunda cabeza de puente para la misión a los griegos, es decir a los paganos.

El Cristo resucitado no queda en mera fórmula para nuestra vida, es mi Pastor y me convierte en amigo y misionero de todos los ámbitos sociales, los nuevos paganismos de nuestra sociedad.

Allí, en Antioquía es donde empezaron a llamar cristianos a los discípulos del Señor.

Terminamos haciendo un coloquio de amor con este Pastor que nos ama y nos protege. Y lo hacemos de la mano de María, la Madre del Resucitado.

27/4/2015, Lunes de la cuarta semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11, 1-18)
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprocharon: - «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos.» Pedro entonces se puso a exponerles los hechos por su orden: - «Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: Algo que bajaba, una especie de toldo grande, cogido de los cuatro picos, que se descolgaba del cielo hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me decía: "Anda, Pedro, mata y come' " Yo respondí: "Ni pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro." La voz del cielo habló de nuevo: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano. " Esto se repitió tres veces, y de un tirón lo subieron todo al cielo. En aquel preciso momento se presentaron, en la casa donde estábamos, tres hombres que venían de Cesarea con un recado para mí. El Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin más, Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: "Manda recado a Jafa e invita a Simón Pedro a que venga; lo que te diga te traerá la salvación a ti y a tu familia." En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; me acordé de lo que había dicho el Señor: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?» Con esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo: - «También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida.»
Salmo responsorial (Sal 41, 2-3; 42, 3. 4)
R. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? 
R.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. 
R.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (10, 1-10)

En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: - «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

27 abril 2015. Lunes de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración

Salmos para recrearse al principio de la oración. Paladeamos alguno de ellos durante un rato.
A las fuentes de agua viva nos conduce el Señor.
El Señor es mi pastor nada me falta.
Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?


Nos metemos en harina, reflexionando un poco sobre nuestra vida.

Es muy consolador ver a la primera Comunidad de cristianos metiendo la pata, y necesitando también del discernimiento para orientarse en el verdadero camino de Dios. A nosotros nos pasa lo mismo hoy y tenemos que andar siempre reflictiendo sobre nosotros mismos para ver lo que nos pide en cada época de la historia y en nuestra historia personal.
Los primeros cristianos no acababan de fiarse de lo que hacía Pedro, o sea, de acercar el cristianismo a los no judíos. Era como si sólo los judíos fueran dignos de recibir la salvación de Dios, los únicos puros. Pero Dios, con el ejemplo de los animales que podía comer Pedro, les da una magnífica lección: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano." Y es que, a veces, los cristianos nos creemos los mejores y con derecho a decidir quién puede ser salvado y quién no. O también, qué es lo puro y qué lo impuro de cosas, que en sí mismas, son indiferentes. Ponemos cargas insoportables a otros y les exigimos más que Dios. ¡Hay que ver lo que está insistiendo en esto el Papa Francisco! No seamos nosotros de ese tipo de fariseos.
Y ahora… a contemplar y a gozar a Cristo, nuestra Puerta.
La frase del evangelio es magnífica, y entendemos que Jesús la expresaría así, ya que Juan, el evangelista, la escucharía en primera persona: Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”.
Vamos a rezar esto de que Jesús es la puerta. Primero dice que es la puerta; no dice, yo soy una de las puertas, sino yo soy la puerta, la única puerta. Él es el Salvador del género humano, de todos los hombres de la historia y del porvenir.
Pero, en segundo lugar, es una puerta de acceso libre, se puede entrar y salir libremente, no se obliga a nadie. ¡Cuántas puertas por las que pasan hoy tantos hombres y mujeres no tienen luego marcha atrás, llevan a estancias sin salida!
Y, en tercer lugar, es una puerta que lleva a los buenos pastos. Hay puertas, también, que llevan al vacío, a la nada, a la perdición. Sin embargo, Cristo-Puerta, nos lleva a gozar del verdadero alimento que da vida a las ovejas, a los hombres. Y esta es, como en tantas ocasiones, una referencia a la Eucaristía. No sólo es que Cristo nos lleva a encontrar pastos, sino que él mismo se da como pasto, él es nuestro alimento, nuestra vida.
Composición de lugar:

La composición de lugar es fácil en el día de hoy: estamos a las puertas del cielo, y Jesús nos invita a pasar. ¡Cómo no voy a entrar, Señor, si mi alma tiene sed de ti, Dios vivo!

26/4/2015, Domingo de la cuarta semana de Pascua (Ciclo B)

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4, 8-12)
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: - «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»
Salmo responsorial (Sal 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28-29)
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. 
R.
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. 
R.
Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor.
Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. 
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-2)
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18)

En aquel tiempo, dijo Jesús: - «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

26 abril 2015.Domingo de la cuarta semana de Pascua (Ciclo B) – Puntos de oración

52 Jornada Mundial de oración por las vocaciones consagradas
1.  Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
2.   Petición.  “Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia le gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor” (Oración colecta de la Misa)
3.   Puntos para orar: Mensaje del Papa Francisco para la 52 Jornada Mundial de Oración por las vocaciones consagradas (26 de abril de 2015).
Queridos hermanos y hermanas:
El cuarto Domingo de Pascua nos presenta el icono del Buen Pastor que conoce a sus ovejas, las llama por su nombre, las alimenta y las guía. Hace más de 50 años que en este domingo celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Esta Jornada nos recuerda la importancia de rezar para que, como dijo Jesús a sus discípulos, «el dueño de la mies… mande obreros a su mies» (Lc 10,2). Jesús nos dio este mandamiento en el contexto de un envío misionero: además de los doce apóstoles, llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos para la misión (cf. Lc 10,1-16). Efectivamente, si la Iglesia «es misionera por su naturaleza» (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, 2), la vocación cristiana nace necesariamente dentro de una experiencia de misión. Así, escuchar y seguir la voz de Cristo Buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y consagrando a él la propia vida, significa aceptar que el Espíritu Santo nos introduzca en este dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios.
Entregar la propia vida en esta actitud misionera sólo será posible si somos capaces de salir de nosotros mismos. Por eso, en esta 52 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera reflexionar precisamente sobre ese particular «éxodo» que es la vocación o, mejor aún, nuestra respuesta a la vocación que Dios nos da. Cuando oímos la palabra «éxodo», nos viene a la mente inmediatamente el comienzo de la maravillosa historia de amor de Dios con el pueblo de sus hijos, una historia que pasa por los días dramáticos de la esclavitud en Egipto, la llamada de Moisés, la liberación y el camino hacia la tierra prometida. El libro del Éxodo el segundo libro de la Biblia, que narra esta historia, representa una parábola de toda la historia de la salvación, y también de la dinámica fundamental de la fe cristiana. De hecho, pasar de la esclavitud del hombre viejo a la vida nueva en Cristo es la obra redentora que se realiza en nosotros mediante la fe (cf. Ef 4,22-24). Este paso es un verdadero y real «éxodo», es el camino del alma cristiana y de toda la Iglesia, la orientación decisiva de la existencia hacia el Padre.
En la raíz de toda vocación cristiana se encuentra este movimiento fundamental de la experiencia de fe: creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo; abandonar, como Abrahán, la propia tierra poniéndose en camino con confianza, sabiendo que Dios indicará el camino hacia la tierra nueva. Esta «salida» no hay que entenderla como un desprecio de la propia vida, del propio modo de sentir las cosas, de la propia humanidad; todo lo contrario, quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de su reino. Dice Jesús: «El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna» (Mt 19,29). La raíz profunda de todo esto es el amor. En efecto, la vocación cristiana es sobre todo una llamada de amor que atrae y que se refiere a algo más allá de uno mismo, descentra a la persona, inicia un «camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 6).
La experiencia del éxodo es paradigma de la vida cristiana, en particular de quien sigue una vocación de especial dedicación al servicio del Evangelio. Consiste en una actitud siempre renovada de conversión y transformación, en un estar siempre en camino, en un pasar de la muerte a la vida, tal como celebramos en la liturgia: es el dinamismo pascual. En efecto, desde la llamada de Abrahán a la de Moisés, desde el peregrinar de Israel por el desierto a la conversión predicada por los profetas, hasta el viaje misionero de Jesús que culmina en su muerte y resurrección, la vocación es siempre una acción de Dios que nos hace salir de nuestra situación inicial, nos libra de toda forma de esclavitud, nos saca de la rutina y la indiferencia y nos proyecta hacia la alegría de la comunión con Dios y con los hermanos. Responder a la llamada de Dios, por tanto, es dejar que él nos haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y de nuestra felicidad.
Esta dinámica del éxodo no se refiere sólo a la llamada personal, sino a la acción misionera y evangelizadora de toda la Iglesia. La Iglesia es verdaderamente fiel a su Maestro en la medida en que es una Iglesia «en salida», no preocupada por ella misma, por sus estructuras y sus conquistas, sino más bien capaz de ir, de ponerse en movimiento, de encontrar a los hijos de Dios en su situación real y de compadecer sus heridas. Dios sale de sí mismo en una dinámica trinitaria de amor, escucha la miseria de su pueblo e interviene para librarlo (cf. Ex 3,7). A esta forma de ser y de actuar está llamada también la Iglesia: la Iglesia que evangeliza sale al encuentro del hombre, anuncia la palabra liberadora del Evangelio, sana con la gracia de Dios las heridas del alma y del cuerpo, socorre a los pobres y necesitados.
Queridos hermanos y hermanas, este éxodo liberador hacia Cristo y hacia los hermanos constituye también el camino para la plena comprensión del hombre y para el crecimiento humano y social en la historia. Escuchar y acoger la llamada del Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse con la emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta a toda nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de Dios en la tierra. Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario, «esencialmente se configura como comunión misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 23).
Esta dinámica del éxodo, hacia Dios y hacia el hombre, llena la vida de alegría y de sentido. Quisiera decírselo especialmente a los más jóvenes que, también por su edad y por la visión de futuro que se abre ante sus ojos, saben ser disponibles y generosos. A veces las incógnitas y las preocupaciones por el futuro y las incertidumbres que afectan a la vida de cada día amenazan con paralizar su entusiasmo, de frenar sus sueños, hasta el punto de pensar que no vale la pena comprometerse y que el Dios de la fe cristiana limita su libertad. En cambio, queridos jóvenes, no tengáis miedo a salir de vosotros mismos y a poneros en camino. El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella nuestra vida. Qué hermoso es dejarse sorprender por la llamada de Dios, acoger su Palabra, encauzar los pasos de vuestra vida tras las huellas de Jesús, en la adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los otros. Vuestra vida será más rica y más alegre cada día.
La Virgen María, modelo de toda vocación, no tuvo miedo a decir su «fiat» a la llamada del Señor. Ella nos acompaña y nos guía. Con la audacia generosa de la fe, María cantó la alegría de salir de sí misma y confiar a Dios sus proyectos de vida. A Ella nos dirigimos para estar plenamente disponibles al designio que Dios tiene para cada uno de nosotros, para que crezca en nosotros el deseo de salir e ir, con solicitud, al encuentro con los demás (cf. Lc 1,39). Que la Virgen Madre nos proteja e interceda por todos nosotros.
4.  Unos minutos antes del final de la oración: Diálogo con la Virgen. Avemaría.

5.  Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.

25/4/2015, San Marcos evangelista

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5, 5b-14)
Queridos hermanos: Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén. Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y atestiguaros que ésta es la verdadera gracia de Dios. Manteneos en ella. Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos.
Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 6-7. 16-17)
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» 
R.
El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? 
R.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16, 15-20)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

25 abril 2015. San Marcos evangelista – Puntos de oración

Sin duda que hoy sábado nos acompañará la Virgen de una manera muy especial durante todo el día y en particular durante estos minutos de oración. Empecemos pues este tiempo consagrado a Dios con una mirada contemplativa a María, tal como la veían los primeros cristianos, al inicio de la Iglesia: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (Hch 1,14)
1.-San Pedro piensa en Marcos como modelo de Apóstol:
Sed humildes en vuestras relaciones mutuas, pues Dios resiste a los soberbios, pero concede su favor a los humildes” (1Pe 5,5). Al escribir esto San Pedro seguro que estaba pensando en Marcos, pues un poco más adelante le llama “mi hijo”. La tradición de la Iglesia ha considerado que el Evangelio de San Marcos ha recogido la predicación  y las enseñanzas del Apóstol Pedro.
Un auténtico apóstol –todos somos apóstoles por el bautismo- en primer lugar, debe estar revestido de la humildad, consciente de que no posee nada como propio, sino que todo lo ha recibido de Dios.
Además de humildes, los cristianos debemos ser sobrios y estar alerta. Así, recibiremos la promesa: “El Dios que les ha llamado a la vida nueva en Cristo, tras un breve sufrimiento, les confirmará en la gracia y les coronará de gloria” (1Pe 5, 10)
2.- Evangelio según San Marcos 16, 15-20
Hoy la Iglesia nos propone para nuestra meditación la última página del evangelio de Marcos. En primer lugar está el mandato misionero, Jesús envía a sus discípulos a llevar el Evangelio a todas las gentes. Jesús tiene necesidad de otros que divulguen la Buena Noticia.
Los apóstoles, después de la Ascensión de Jesús a los cielos, “y se sentó a la diestra de Dios” (v.19), “salieron a predicar por todas partes” (v. 20). Hoy diríamos que les cambió la vida, que dejando sus seguridades lo arriesgaron todo por anunciar a Jesús.
Pregúntate hoy en la oración, ¿Qué es el Evangelio para ti? ¿Lo es todo como para San Marcos?
Abre, oh Señor, mis oídos para que se llenen del tesoro de tu Evangelio. Abre, mi corazón, a fin de que aprenda a acoger al Verbo de la verdad que está encerrado en tu Evangelio. Abre, oh Señor, mi boca, a fin de que, de la abundancia del corazón, acoja tu mensaje y lo proclame para tu gloria y para el bien de los hermanos. Abre, mi vida al encuentro contigo, que me sales al paso cada día con la Palabra de la verdad que tu Evangelio encierra.
3.- Repetir durante todo el día y acoger como programa de vida:

“Se ha cumplido el plazo y está llegando el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15).

24/4/2015, Viernes de la tercera semana de Pascua

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9, 1-20)
En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres. En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: - «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: - «¿Quién eres, Señor?» Respondió la voz: - «Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer.» Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: - «Ananías.» Respondió él: - «Aquí estoy, Señor.» El Señor le dijo: - «Ve a la calle Mayor, a casa de judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.» Ananías contestó: - «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le dijo: - «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.» Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: - «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.» Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.
Salmo responsorial (Sal 116, 1. 2)
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio,
Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6, 52-59)

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: - «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: - «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

24 abril 2015. Viernes de la tercera semana de Pascua – Puntos de oración

Elegimos una oración de súplica para comenzar a orar. La tomamos de la oración colecta de la Misa de hoy: “Padre, que el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo”.
Hoy la lectura de los Hechos de los Apóstoles nos narra una “resurrección” a una vida nueva por obra del Espíritu Santo: La conversión de san Pablo. Nos quedamos con un detalle de este magnífico relato: la imposición de manos que Ananías hace sobre Saulo ciego después del encuentro con Jesús. Le dice: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo”. El primer efecto del Espíritu Santo en Saulo es una nueva visión de las cosas: “Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista”. Seguramente todos tenemos unas escamas en los ojos de nuestra alma que nos impiden ver, percibir la verdad de algo, tomar una solución adecuada a un problema… Le pedimos humildemente al Espíritu Santo que nos ilumine, que se nos caigan las escamas de los ojos que nos impiden ver a Jesús en nuestros hermanos, como Saulo que perseguía a Jesús en sus discípulos.
Para llenarnos del Espíritu Santo y resucitar a una vida nueva hemos de alimentarnos de la Eucaristía. Saboreamos despacio el discurso del Pan de vida de Jesús en Cafarnaúm. ¿Para qué nos ha dado Jesús el Pan de la Eucaristía? Si nos atenemos a sus palabras, descubrimos que la Eucaristía se ha dado para vivir de Cristo. Como él vive por el Padre, el que come su Cuerpo y bebe su Sangre vive gracias a Cristo. Es alimento que le da vida, le sostiene en el camino y le regala la vida eterna y la resurrección en el último día. ¡Qué maravilloso es vivir en gracia de Dios: Cristo vive en mí y yo en él! No es lo mismo tomar un café, estudiar, jugar un partido de fútbol… con el corazón en gracia de Dios que sin Él. Cuando tengo a Cristo, vivo de Cristo, todo sabe a vida eterna, soy alabanza del Padre, Él me sostiene y da fuerzas.

Empezaba con una súplica y termino mi oración con una súplica, tomada del discurso de Jesús: “Señor, danos siempre de este Pan. Danos el Pan de la vida para que vivamos de Ti”.

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