5 abril 2015. Domingo de Resurrección (Ciclo B) – Puntos de oración

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Quienes hemos celebrado la Pascua del Señor, podemos afirmar que tener esperanza es saber que el pecado no es dios, que el mal no es eterno, que la muerte no es la meta, que el sufrimiento no es anónimo, que la prueba es la puerta de la luz. La esperanza es el secreto del que cree, en ella funda su fortaleza, valentía, capacidad de espera.
Si dejamos lugar en nuestro corazón a la noticia de que Jesús ha vencido al mal y a la muerte, y guardamos en la memoria lo acontecido en Jesús, descubriremos la clave para interpretar todo como historia de salvación. A la luz de la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo se descubre que donde todo parecía derrota, hay victoria; y donde muerte, vida. Las lágrimas se vuelven cantares y la tristeza se convierte en gozo.
Cada día, ya, encontramos una razón para levantarnos, no por la tarea o la responsabilidad, sino por una Persona: “Oh Dios, Tú eres mi Dios, por tu madrugo”.
Cada día, ya, percibimos la necesidad de la relación con Jesús. La oración no es un ejercicio de autoayuda, sino un trato en el que se confiesa la amistad, que se convierte en razón de vivir. Desde la experiencia de la oración se adquiere la certeza de no caminar solo.
Cada día, ya, el trabajo no se reduce al esfuerzo, ni a su posible penosidad, sino que se convierte en vocación preciosa de compartir con el Creador la tarea de transformar el mundo, de acrecentar la belleza, de ofrecer mayor bondad.
En los momentos de dolor y de sufrimiento, de pruebas diversas, gracias a la resurrección de Jesucristo, nos arriesgamos ya a asumirlos de manera generosa y “corredentora”, sabiendo que en ello acreditamos nuestra fe en Cristo muerto y resucitado. Son momentos privilegiados para devolver amor a quien tanto nos amó.
Por la fe en la resurrección de Jesús, tomamos un día esta opción de vida, que a pesar de nuestra propia debilidad, sin embargo tenemos el camino del Evangelio como guía, y sabemos que nuestra pertenencia a Cristo se acrisola a medida que crece nuestra configuración con Él.
Desde la verdad de la enseñanza de Jesús, demostrada con su resurrección, tomamos como guía para el camino el amor, el perdón, la generosidad, el compartir, porque asumimos el mandamiento nuevo como distintivo esencial de cristiano.
Cada día, y siempre, en las situaciones límite, hasta en la propia debilidad y pecado, gracias a la resurrección de Cristo nos abrimos al perdón. "Dios nos juzga amándonos, si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena, Él sólo ama y salva. No olvidéis esto", (Papa Francisco, Via Crucis 2013).

¡Feliz Pascua, Cristo ha resucitado!

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