6 abril 2015. Lunes de la Octava de Pascua – Puntos de oración

Esta oportunidad de poder felicitar la Pascua de Resurrección se nos da por tener que  invitaros a orar todos los días con algunas  ideas para la oración. Por eso me llena de alegría poder hacerlo desde aquí y la comienzo:
¡Cristo ha resucitado!  ¡Aleluya!
Es el grito de todo este tiempo que acabamos de inaugurar ayer y que no vamos a ponderar en nuestro corazón suficiente con la Octava de esta semana, sino que la Iglesia convencida de la gran noticia que hemos recibido, la prolonga durante  cincuenta días, más que la preparación que han sido cuarenta.
Ahora sí tenemos que pedir gracia, luz al Espíritu Santo a través de María gozosa con su Hijo resucitado entre sus brazos, culmen de cuando lo ha tenido al descender de la cruz. En este tiempo lo tenemos  que vivir cabe sí como  escribía la Santa, resucitado:
“Al resucitar, Señor, Tu Hijo Único Triunfador de la muerte, nos abre las puertas de la Eternidad. Haznos vivir con alma pura las fiestas de la Pascua, así llegaremos a los gozos eternos del cielo”.
“Has salvado al mundo, nos abres las puertas del cielo, nos muestras las alegrías eternas el cielo”. Ven  Espíritu Santo, ilumina este misterio  el más grande de nuestra redención, no hay otro igual ni podemos imaginar. Tú Señor, superas nuestros deseos y el amor que nos tienes es tan grande que nos sobrepasas, nos sorprendes y desbordamos de alegría ante tanto amor derrochado para hacernos hijos tuyos.
No nos extrañan las carreras de las mujeres y los discípulos  en aquella bendita mañana. Como fuera de sí, no le van a reconocer, se tiene que hacer el encontradizo. Y lo hace y de qué forma después de haberlo hecho a su Madre.
-“Alegraos”- les dice-
Si la alegría desbordante debe salir del corazón. La alegría de la que nos habla el papa Francisco: “La alegría del Evangelio”. Cuando esta alegría prende en nuestros corazones,  no podemos dejar de anunciarlo, de ser testigos incluso con la vida, como nuestros hermanos tremendamente perseguidos  en tantos países donde se están jugando la vida y muchos la pierden. Si creyéramos de verdad, les tendríamos envidia, santa envidia, porque las puertas de la eternidad se abren para ellos.
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. Quiero invitaros- te invita a ti y a mí, a todos, dice el Papa-a una  nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría”.
¡Cómo  descubre el Papa sin duda inspirado por el Espíritu lo que le falta al mundo! Analiza las causas de esta tristeza, consumo, individualismo, placeres, indiferencia,… tantos pecados que nos quitan la alegría,  por eso la preparación durante la cuaresma,  no pretende otra cosa que  salgamos de la antigua esclavitud del pecado, que no nos deja ser libres de espíritu. “Invito a cada cristiano a renovar ahora mismo su encuentro personal con Cristo, a dejarse encontrar con Él. No hay razón para pensar que esta invitación no es para él, porque “nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda y cuando das un pequeño paso hacia Jesús, descubres que ÉL ya te esperaba con los brazos abiertos” para decirte: “He resucitado y estoy contigo”.
Tienes que desear este encuentro con Él. Como los del evangelio de estos días empezando por el de la Virgen que no cuenta el Evangelio porque no hace falta ni para Ella que cree y por su fe lo ve resucitado y no lo necesita, ni para nosotros que como dice san Ignacio: “porque la escritura supone que tenemos entendimiento”, ¿Cómo no se va a aparecer a su Madre?
Dedica tu oración a contemplar uno de estos encuentros, el de la Virgen, las mujeres, los apóstoles, contigo; en todos hay tres cosas: alegría, fe amor (“¡Madre!” Le dice a Ella; “Alegraos” les dice a ellas, “María” le dice a la Magdalena y a ti te llama por tu nombre y viene hacia ti. ¿Qué haces? ¿Qué le vas a decir? Se acerca, te mira,  dice tu nombre; el mismo del bautismo, por el que empezaste a participar de su Reino: “He  resucitado y estoy contigo”. También yo quiero estar contigo, anunciar tu reino, proclamar tu Resurrección, Señor. Por  tu cruz y Resurrección, nos has salvado Señor.
“Antes de que las almas vean su gloriosa faz, las somete a una lenta preparación. No basta con que se aparezca al alma. Antes tiene que elevarla, hacerle desear su presencia, capacitarla para comprenderle, para abrazarle, para verle cara a cara en el cielo,  o todavía, con el velo de la fe, en esta vida” (P. Tomás Morales).
San Clemente de Alejandría comenta que los apóstoles al tocar la carne de Cristo resucitado, esta cedió y palparon la divinidad y San Juan: “Lo que vimos, lo que palparon nuestras manos, lo que tocaron acerca del Verbo de la vida, eso es lo que os transmitimos”

Que Santa María nos conforte con el gozo de la Resurrección, nos conceda fe, alegría y amor; al recordarla con el  “Regina” que en estos días no se nos caiga de los labios ni del corazón.

Archivo del blog