“Concede a los que han renacido en la fuente bautismal
una misma fe en su espíritu
y una misma caridad en su vida” (oración de la misa del día)
¡Qué hermoso es el tiempo de Pascua! ¿Lo estás disfrutado? Cada día el evangelio nos propone diversas experiencias para encontrarnos con el Señor resucitado. Salir a tu encuentro en el camino para decirte ¡Alégrate! Llamarte por tu nombre, como María Magdalena, invitarte a una cena con él al caer la tarde, como a los de Emaús…
Hoy el Señor nos propone en el evangelio tener experiencia de él a través de los sentidos, no es un fantasma, es el mismo Jesús resucitado, que nos ofrece tocarle, sentirle, comer con él y escuchar su mensaje.
“Mirad mis manos y mis pies”. ¿Porque el señor nos pide esto? Para que nuestros ojos reconozcan al mismo Jesús que en tantas ocasiones nos ha dado la mano, nos ha acompañado por el camino. ¡Es él! Pero, sus manos ahora tienen un signo más de amor, las llagas de los clavos. Con ellas confirma su amor. Y como dice una hermosa oración, acaba esta contemplación diciendo… dentro de tus llagas escóndeme.
“Palpadme y daos cuenta que un fantasma no tiene carne y huesos como yo tengo”. Carne y hueso, es Dios hecho hombre, y el Señor quiere que le amemos así, hecho hombre por nosotros. Santa Teresa de Jesús se convirtió definitivamente viendo la humanidad de Cristo y dice en el libro de su vida: “Tenía poca habilidad con el entendimiento, que si no era lo que veía, no me aprovechaba nada de mi imaginación… Yo solo podía pensar en Cristo como hombre…”
Y parece que Cristo en este evangelio, en estos relatos de Pascua, quiere que le amemos así, como hombre, que le veamos cerca, que no es un Dios lejano. Ahora bien, esta carne y estos huesos, estas manos y estos pies, se nos representan hoy en otros hombres y mujeres que sufren, que llaman a nuestra puerta, que pasan por nuestra vida y son el rostro de Cristo hoy. En ellos está la humanidad de Cristo esperando que le toquemos, que le miremos, que le amemos y no pasemos de largo.
“¿Tenéis algo de comer?” y continua la fiesta de la pascua en la que la Eucaristía, Cristo comida, Cuerpo y Sangre entregado por nosotros, debe ser el centro de cada día. Acostumbrémonos a comer a Cristo cada día, a recibirle en la comunión. Él quiere comer cada día con nosotros y alimentarnos.
Continuemos estos días felicitándonos las Pascua. Feliz pascua 2015, que podamos decir, como al final del evangelio de hoy, “nosotros somos testigos de esto”.