Deslumbrados nuestros ojos por tanta luz
de Pascua… entramos en la presencia de Jesús resucitado pidiendo ayuda para
hacer silencio interior. Siempre junto a María, que es la presencia discreta
pero aglutinante, de la Iglesia en Pascua y naciente.
Decir muy despacio; “en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, es ya querer ponernos bajo su acción y
que este rato vaya orientado sólo para ellos y su gloria.
En ambiente de Pascua, estamos todavía
bajo los efectos de la celebración de ayer: el amor misericordioso del Padre.
Si el Espíritu nos alimenta con esa realidad no queramos seguir adelante.
Interiorizar el amor misericordioso de Dios puede transformar y llenar por
completo una vida… y volcarnos directamente al Cielo (como al buen ladrón).
Retomando los momentos iniciales de la
Última Cena, Jesús dice; “ardientemente he deseado celebrar ésta
Pascua con vosotros”. Ese adjetivo ardiente fue el que me
llamó la atención esta Semana Santa y que ahora te expongo. Me ayuda pensar que
es precisamente el Espíritu Santo quien empuja e inflama los corazones con el
fuego de su amor. Reúno algunas citas en este sentido.
- En la oración de Pascua que nos dejó el P. Morales dice así: …alcánzanos el gozo de la Pascua, fe creciente, esperanza cierta, alegría desbordante, paz imperturbable, amor ardiente.”
- Inflamado de amor divino, S. Francisco Javier, después de pasar días orando en aquellos bosques de Japón, a voces alababa a Dios. E iba con una alegría tal que cautivaba a su paso.
- S. Francisco de Asís, después de contemplar a Jesús crucificado salía a voces, cual loco, diciendo “ el amor no es amado, ¿cómo van a amarse los hombres si no aman al Amor?.
- S. Juan de la Cruz en “la noche oscura” nos deja ésta expresión: en una noche oscura con ansias en amores inflamada.
- Sta. Teresa de Jesús hablándonos de su relación con el Señor recurre al amor; “imaginad una persona tan enamorada de otra que no pudiere estar un momento si la persona a quien ama. Así estoy yo con nuestro Señor ...”
- Volviendo al momento de la Pascua que estamos viviendo recordamos;
- A los dos de Emaús de regreso a Jerusalén: “¿no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las escrituras?
- El ardoroso amor de Mª Magdalena:
- Que la empuja a ir al sepulcro de madrugada
- Que recibe la primera visita de Cristo resucitado
- Siendo la primera mensajera de su resurrección
Podemos resumir-concretar ese amor
ardiente en dos actitudes a las que nos invita el Papa Francisco:
Una actitud de recibir del Señor su
misericordia;
- “Jesús no limpia nuestra alma con un azote de cordeles… ¡no, con eso no limpia nuestra alma!... su azote es LA MISERICORDIA. ¡Abrid vuestro corazón a la misericordia de Jesús!
Una actitud de salir
- “Tenemos que ir donde está la gente. Hay que acogerlos como son y no como nos gustaría que fueran”.
- “El Señor llama a la puerta, desde dentro de la Iglesia, para que le dejemos salir al mundo, porque éste lo necesita y a veces podemos actuar de freno”.
Junto a la Virgen (y a ella le pedimos
este regalo) nos quedamos interiorizando las palabras que hoy, Jesús,
dice a Nicodemo: “te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede entrar en el
Reino de Dios”.