30/6/2019., Domingo XIII del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del primer libro de los Reyes (19, 16b. 19-21)

En aquellos días, el Señor dijo a Elías en el monte Horeb: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá». Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima. Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo: «Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré». Elías le respondió: «Anda y vuélvete, pues; ¿qué te he hecho?». Eliseo dio la vuelta, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.

Salmo responsorial (Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11)
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. R.

Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.  R.

Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (5, 1. 13-18)

Hermanos: Para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de la esclavitud. Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; ahora bien, no utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se cumple en una sala frase, que es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Pero, cuidado, pues mordiéndoos y devorándoos unos a otros acabaréis por destruiros mutuamente. Frente a ello, yo os digo: caminad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne; efectivamente, hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9, 51-62)

Cuando se completaron los días en que iba de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y les regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

30 junio 2019. Domingo XIII del Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Las lecturas de hoy son ricas. Te resumo las dos primeras y me quedo con el Evangelio.

1ª lectura: el Señor llama, cuando quiere y como quiere.

2ª lectura: la libertad en Cristo. Me quedo con la frase: toda la Ley se cumple en una sola frase, que es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Evangelio: Sobre todo te invito a meditar la parte final. Las condiciones del seguimiento de Jesús. No anteponer nada a Cristo.

Tres discípulos se acercan a Cristo con deseo de seguirle. Y Jesús acepta su oferta pero les pone ante la realidad de su seguimiento.

Al primero le dice que no hallará morada permanente ni reposo en este mundo. Que seguir a Cristo es estar siempre en camino, hasta que lleguemos a la morada del Padre.

Al segundo le antepone el seguimiento a la misma familia. No hay que eliminar ni edulcorar esta palabra evangélica. Hay que rezar despacio y con sabiduría y pedir al Señor que nos ilumine su palabra.

Al tercero le confronta con la sinceridad de su decisión libre. ¿De verdad has optado por Cristo? Si es así debes asumir todas las consecuencias.

Esta es la radicalidad del seguimiento.

San Juan Pablo II hablo de esto en una catequesis del 28 de octubre de 1987. Comenta el Papa que la llamada al seguimiento es algo muy serio, pero lo más importante es Quién hace esa llamada. No te quedes solo en la llamada, quédate en Jesús. A eso te invito en este rato de oración, con algunos fragmentos de la catequesis del Papa:

Jesús llama a seguirle personalmente. Podemos decir que esta llamada está en el centro mismo del Evangelio.

Pensemos en todas las llamadas de las que nos han dejado noticia los Evangelistas: “Un discípulo le dijo: Señor, permíteme ir primero a sepultar a mi padre; pero Jesús le respondió: Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos” (Mt 8, 21-22): forma drástica de decir: déjalo todo inmediatamente por Mí. Esta es la redacción de Mateo. Lucas añade la connotación apostólica de esta vocación: “Tú vete y anuncia el reino de Dios” (Lc 9, 60). En otra ocasión, al pasar junto a la mesa de los impuestos, dijo y casi impuso a Mateo, quien nos atestigua el hecho: “Sígueme. Y él, levantándose lo siguió” (Mt 9, 9; cf. Mc 2, 13-14).

Seguir a Jesús significa muchas veces no sólo dejar las ocupaciones y romper los lazos que hay en el mundo, sino también distanciarse de la agitación en que se encuentra e incluso dar los propios bienes a los pobres. No todos son capaces de hacer ese desgarrón radical: no lo fue el joven rico, a pesar de que desde niño había observado la ley y quizá había buscado seriamente un camino de perfección, pero “al oír esto (es decir, la invitación de Jesús), se fue triste, porque tenía muchos bienes” (Mt 19, 22; Mc 10, 22).

Dejando a un lado de momento el lenguaje figurado que usa Jesús, nos preguntamos: ¿Quién es ese que pide que lo sigan y que promete a quien lo haga darle muchos premios y hasta “la vida eterna”? ¿Puede un simple Hijo del hombre prometer tanto, y ser creído y seguido, y tener tanto atractivo no sólo para aquellos discípulos felices, sino para millares y millones de hombres en todos los siglos?

¿Quién es éste que llama con autoridad a seguirlo, predice odio, insultos y persecuciones de todo género (cf. Lc 6, 22), y promete “recompensa en los cielos”? Sólo un Hijo del hombre que tenía la conciencia de ser Hijo de Dios podía hablar así. En este sentido lo entendieron los Apóstoles y los discípulos, que nos transmitieron su revelación y su mensaje. En este sentido queremos entenderlo nosotros también, diciéndole de nuevo con el Apóstol Tomás: “Señor mío y Dios mío”.

29/6/2019. San Pedro y san Pablo, apóstoles


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12, 1-11)
En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate». Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias». Así lo hizo, y el ángel le dijo: «Envuélvete en el manto y sígueme». Salió y lo seguía sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo, ante ellos. Salieron, y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel. Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».
Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9)
R. El Señor me libró de todas mis ansias.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. 
R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. 
R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. 
R.
El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. 
R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. Mas el Señor me estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mal y me salvará llevándome a su reino celestial.  A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16, 13-19)
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

29 junio 2019. San Pedro y san Pablo, apóstoles – Puntos de oración


Hoy traemos como meditación, la homilía de San Juan Pablo II en la SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, de fecha sábado 29 de junio de 2002.
1. "Envuélvete en tu manto y sígueme" (Hch 12, 8).
Así el ángel se dirige a Pedro, detenido en la cárcel de Jerusalén. Y Pedro, según la narración del texto sagrado, "salió en pos de él" (Hch 12, 9).
Con esta intervención extraordinaria, Dios ayudó a su apóstol para que pudiera proseguir su misión. Misión no fácil, que implicaba un itinerario complejo y arduo. Misión que se concluirá con el martirio precisamente aquí, en Roma, donde aún hoy la tumba de Pedro es meta de incesantes peregrinaciones de todas las partes del mundo.
2. "Saulo,  Saulo, ¿por  qué  me  persigues? (...). Levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer" (Hch 9, 4-6).
Pablo fue conquistado por la gracia divina en el camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en Apóstol de los gentiles. Después de encontrarse con Jesús en su camino, se entregó sin reservas a la causa del Evangelio.
También a Pablo se le reservaba como meta lejana Roma, capital del Imperio, donde, juntamente con Pedro, predicaría a Cristo, único Señor y Salvador del mundo. Por la fe, también él derramaría un día su sangre precisamente aquí, uniendo para siempre su nombre al de Pedro en la historia de la Roma cristiana.
3. Con alegría la Iglesia celebra hoy juntamente la memoria de ambos. La "Piedra" y el "Instrumento elegido" se encontraron definitivamente aquí, en Roma. Aquí llevaron a cabo su ministerio apostólico, sellándolo con el derramamiento de su sangre. El misterioso itinerario de fe y de amor, que condujo a Pedro y a Pablo de su tierra natal a Jerusalén, luego a otras partes del mundo, y por último a Roma, constituye en cierto sentido un modelo del recorrido que todo cristiano está llamado a realizar para testimoniar a Cristo en el mundo.
"Yo consulté al Señor, y me respondió, me liberó de todas mis ansias" (Sal 33, 5). ¿Cómo no ver en la experiencia de ambos santos, que hoy conmemoramos, la realización de estas palabras del salmista? La Iglesia es puesta a prueba continuamente. El mensaje que le llega siempre de los apóstoles san Pedro y san Pablo es claro y elocuente:  por la gracia de Dios, en toda circunstancia, el hombre puede convertirse en signo del poder victorioso de Dios. Por eso no debe temer. Quien confía en Dios, libre de todo miedo, experimenta la presencia consoladora del Espíritu también, y especialmente, en los momentos de la prueba y del dolor.
4. Queridos y venerados hermanos en el episcopado, el ejemplo de san Pedro y san Pablo nos interpela ante todo a nosotros, constituidos con la ordenación episcopal en sucesores de los Apóstoles. Como ellos, estamos invitados a recorrer un itinerario de conversión y de amor a Cristo. ¿No es él quien nos ha llamado? ¿No es a él mismo a quien debemos anunciar con coherencia y fidelidad? Me dirijo de modo particular a vosotros, amadísimos metropolitanos, que habéis venido de numerosos países del mundo para recibir el palio de manos del Sucesor de Pedro. Os saludo cordialmente a vosotros, así como a cuantos os han acompañado. El vínculo especial con la Sede apostólica que expresa esta insignia litúrgica es estímulo a un compromiso más intenso en la búsqueda de la comunión espiritual y pastoral en beneficio de los fieles, promoviendo en ellos el sentido de la unidad y de la universalidad de la Iglesia. Custodiad fielmente en vosotros, y en las personas que os han sido encomendadas, la santidad de vida que es don sobrenatural de la gracia del Señor.
Saludo asimismo, con especial afecto, a la delegación enviada por el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y guiada aquí por el metropolita Panteleimon. La tradicional visita de los representantes del patriarcado ecuménico para la solemnidad de San Pedro y San Pablo constituye un momento providencial del camino hacia el restablecimiento de la comunión plena entre nosotros. Al inicio del tercer milenio, advertimos con fuerza que debemos recomenzar desde Cristo, fundamento de nuestra fe y misión comunes. "Heri, hodie et in saecula" (Hb 13, 8), Cristo es la roca firme sobre la que está construida la Iglesia.
5. "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). La profesión de fe que Pedro hizo en Cesarea de Filipo cuando el Maestro preguntó a los discípulos:  "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mt 16, 15), cobra un valor y un significado del todo singulares para nosotros que formamos la comunidad eclesial de Roma. El testimonio de san Pedro y de san Pablo, sellado con el sacrificio extremo de su vida, recuerda a esta Iglesia la ardua tarea de "presidir en la caridad" (Ignacio de Antioquía, Ep. ad Rom., 1, 1).
Fieles de esta amada diócesis mía, seamos cada vez más conscientes de nuestra responsabilidad. Perseveremos en la oración juntamente con María, Reina de los Apóstoles.
Siguiendo el ejemplo de nuestros gloriosos patronos y con su constante apoyo, procuremos repetir en cada momento a Cristo:  "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Tú eres nuestro único Redentor", Redentor del mundo.

28/6/2019. Sagrado Corazón de Jesús (Ciclo C)


Lectura de la profecía de Ezequiel (34, 11-16)
Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar —oráculo del Señor Dios—. Buscaré la oveja perdida, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Salmo responsorial (Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. 
R.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque caminé por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. 
R.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. 
R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5, 5b- 11)
Hermanos: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien; Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no solo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 3-7)
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

28 junio 2019. Sagrado Corazón de Jesús (Ciclo C) – Puntos de oración


Aquí en Madrid, muy cerca de Getafe estamos recibiendo a lo largo de este mes llamadas apremiantes para intimar con el Corazón de Cristo. Ya desde la Pascua Familiar celebrada en este año en Aravalle tomamos como nuestro el tema en este Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón. “Tus heridas nos han curado” (Ez 34, 11).
Me limito a recordar el inicio de cada lectura que hoy nos propone la liturgia para que nos dejemos empapar del amor que Dios nos tiene a todas y a cada una de las personas, porque todos somos sus hijos.
El Señor es mi pastor nada me puede faltar” (Sal 22)
“¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido” (Lc 15, 3-7)
En estas lecturas hace continuamente referencia a la figura del Pastor, del Buen Pastor. Que por analogía este Pastor es el Padre bueno del Hijo Pródigo, mi Padre, el PADRE QUE SE MANIFIESTA SIEMPRE CON TERNURA Y MISERICORDIA. Porque el Corazón de Cristo sólo sabe amar. Lo único que nos pide es que nos acerquemos a Él con plena confianza y, todo lo demás corre por su cuenta.
No me resisto a transcribir una cita de Abelardo cuando comenta en el folleto preparado para cada día del mes de junio consagrado al Corazón de Cristo. Corresponde al día 26 de junio.
Cuando llegamos a la explanada imponente el Cerro de los Ángeles y miramos hacia la basílica, recorre toda la fachada este texto evangélico: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11, 29).
“No podemos entender lo que Él nos ama porque nosotros no somos capaces de amar. Entonces viendo a Jesús así… en la Cruz con las manos clavadas y llagadas, los pies clavados para no poderse separar de ti, como dice San juan de Ávila, atisbaremos algo de su amor.
“El corazón abierto para recibirte, las manos llagas para bendecirte, la cabeza inclinada para escucharte y darte besos de paz con los que invitas a los culpables…” (San juan de Ávila).
Y, para terminar, sigue Abelardo: “Acércate al Corazón de Jesús y repítele: “Corazón de Jesús en ti confía porque creo en tu amor para conmigo”.
Todavía sonará mejor si lo pones en los labios de Santa María.

27/6/2019. Jueves de la XII semana del Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Génesis (16, 6b-12. 15-16)
En aquellos días, Saray maltrató a Agar, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a una fuente en el desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?». Ella respondió: «Vengo huyendo de mi señora». El ángel del Señor le dijo: «Vuelve a tu señora y sométete a su poder». Y el ángel del Señor añadió: «Haré tan numerosa tu descendencia que no se podrá contar». Y el ángel del Señor concluyó: «Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos». Agar dio un hijo a Abran, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.
Salmo responsorial (Sal 105, 1-2. 3-4a. 4b-5)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza? 
R.
Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia.
Acuérdate de mí por amor a tu pueblo. 
R.
Visítame con tu salvación: para que vea la dicha de tus escogidos,
y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu heredad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 21-29)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande.» Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como sus escribas.

27 junio 2019. Jueves de la XII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Una semana después de celebrar uno de los tres jueves que relumbran más que el sol Corpus Christi que en muchos lugares se celebra el domingo, quitando el realce y belleza que encierra esta manifestación del pueblo cristiano agradeciendo y manifestando a todo el mundo, la presencia real de Dios entre los hombres por su Hijo Jesucristo enviado y nacido de santa María, estamos viviendo bajo los efectos tan dulces y hermosos que nos deja su presencia tanto en la custodia como en el alma. No es extraño esas explosiones de fe y amor galardonando calles, plazas, balcones y ventanas; tapizando de flores con hermosos diseños hechos con flores; acompañando con cantos de júbilo del paso del Rey de Reyes, Señor de Señores a pocos días de ser coronado como Rey de España celebrando su primer centenario. (Que se llevará a cabo el domingo día 30 de junio en el Cerro de los Ángeles y que podremos ver por TV los que no podamos estar presentes que debíamos ser todos los españoles de buena voluntad).
“Verdaderamente, tú eres Rey” Y ponderando en tu interior esta verdad, tanto en lo social, familiar, y en tu alma, dejarle que se apodere y le digas como nos enseñó: “Hágase tu voluntad” en la oración que él pronunció.
Y en un ambiente así, todo nos lleva a hacer una de las meditaciones fundamentales de Ejercicios Espirituales como es la del Rey  Eternal en la que todos hemos  sentido el llamamiento de una u otra forma en la que  colocado en lugar tranquilo como el Monte de las Bienaventuranzas, venid a un lugar tranquilo y escuchad: “Mi voluntad es conquistar todo el mundo y todos mis enemigos y así entrar en la gloria de mi Padre; por tanto, quien quisiere venir conmigo, ha de trabajar conmigo, para  que siguiéndome en la pena, también me siga en la gloria” (Llamamiento del Rey Temporal, ayuda a contemplar la vida del Rey Eternal, nº95 1º punto) y en el 2º y 3º nos invita a considerar que todos los que tuvieren juicio y razón, ofrecerán todas sus personas al trabajo y los más se querrán afectar y señalar en todo servicio de su rey y señor universal, no solamente sus ofrecerán sus personas al trabajo, más aun haciendo contra su propia sensualidad y contra su amor carnal  y mundano, harán oblaciones de mayor estima y momento.”
¡Cuántos haciendo esta meditación, han saltado a una vida de santidad de a que tan necesitado está el mundo actual! Santos en medio del mundo haciendo ofrendas de mayor estima y momento a pesar de tantas trabas por dentro y por fuera, en nosotros mismos y en los que nos rodean que nos tachan de desfasados, carcas o antediluvianos, pero en otro lugar nos dirá si quieres seguir a Jesús, haz lo contrario de lo que hace el mundo.
Pero así fue tratado Jesús y su vida no era aceptada y muere y resucita para mostrar su realiza y se queda con nosotros al fin del mundo en la Eucaristía y dentro de nosotros, pues somos templos suyos.
Vivamos estos días en su presencia, le aclamemos como Rey y Señor y le digamos en este mes corazón del año, dedicado de una manera especial a Él: “Sagrado Corazón de Jesús en vos confío porque creo en tu amor para conmigo”.
Santa María Reina de Rey tan poderoso, alcanza de tu Hijo para la mí la gracia de entrar a su servicio y no ser sordo a su llamamiento, como tú en la Visitación, sino presto y diligente me ponga en camino e esta Campaña de la Visitación. Tu sí, hágase y estar sea mi escudo y fortaleza.

26/6/2019. Miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Génesis (15, 1-12. 17-18)
En aquellos días, el Señor dirigió a Abrán, en una visión, la siguiente palabra: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante». Abrán contestó: «Señor, Dios ¿qué me vas a dar si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?». Abrán añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará». Pero el Señor le dirigió esta palabra: «No te heredará ese, sino uno salido de tus entrañas será tu heredero». Luego lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas» Y añadió: «Así será tu descendencia». Abran creyó al Señor y se le contó como justicia. Después le dijo: «Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra». Él replicó: «Señor Dios, ¿cómo sabré que yo voy a poseerla?». Respondió el Señor: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón». Él los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el Señor concertó alianza con Abrán en estos términos: «A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Eufrates».
Salmo responsorial (Sal 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9)
R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. 
R.
Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. 
R.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. 
R.
Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 15-20)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».

26 junio 2019. Miércoles de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


La oración es siempre un anticipo de nuestro encuentro con Dios. Cuando oramos nos acercamos a Jesús resucitado, al Dios de la gloria, anticipamos de alguna manera el encuentro final con el Señor.
El Papa Francisco dice que orar es escuchar en nuestro interior la voz del Señor. Sin esa escucha dócil y confiada no podemos ser sus discípulos.
Comencemos pidiendo al Espíritu Santo esa docilidad y esa confianza que necesitamos para gustar cada día de la oración.
Recordando a Abrahán recordamos que Dios es dueño de lo imposible. El porvenir está en sus manos. Confiar en Dios es nuestro reto permanente. Dios actúa a menudo en nosotros cuando estamos vacíos de nosotros mismos. Cuando todo parece perdido, como en la Pasión.
Entonces es cuando la salvación pascual está cerca. Pero Dios pasa y su fidelidad queda patente. También en nuestra propia vida si la miramos con mirada de fe.
Repasa esa acción poderosa y fiel del Señor en tu vida: "Mira al cielo, cuenta las estrellas si puedes... Así será tu descendencia": Abrahán es invitado por Dios a salir de su tienda, donde se cuestionaba sobre la contradicción entre la promesa y la realidad de su existencia. Sal de tu propio ensimismamiento, si te atenaza, para ver de nuevo.
Y "Abrahán creyó al Señor". Cree al Señor. Él sabe hacer siempre.
Se afirma su fe sin más explicaciones. ¡Cuánto bien nos hace presentarnos así ante el Señor y ante lo que Él va haciendo!
Externamente la expresión de esta fe es un silencio contemplativo de la promesa, interpretado como una aceptación del plan de Dios. Ahora, Dios actuará en favor de Abrahán.
Dios se identifica como el Dios de la promesa. En este texto encontramos por primera vez la promesa de la posesión de la tierra.
En realidad, es Dios el único que empeña su palabra y se compromete con Abrahán y su descendencia. Y ahí estoy yo también.
María, la mujer de la promesa, nos recuerda también que el Señor se acuerda de su alianza eternamente. Pidámosle que interceda para que el fruto de esa alianza, con cada uno de nosotros, dé fruto abundante.

25/6/2019. Martes de la XII semana de Tiempo Ordinario


Lectura del libro del Génesis (13, 2. 5-18)
Abran era muy rico en ganado, plata y oro. También Lot, que iba con Abrán, poseía ovejas, vacas y tiendas, de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos. Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abran y los de Lot. Además, en aquel tiempo cananeos y los perizitas habitaban en el país. Abrán dijo a Lot: «No haya disputas entre nosotros dos, ni entre mis pastores y tus pastores, pues somos hermanos. ¿No tienes delante todo el país? Sepárate de mí: si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda». Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Soar, era de regadío - esto era antes de que el Señor destruyera Sodoma y Gomorra - como el jardín del Señor, o como Egipto. Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron el uno del otro. Abrán habitó en Canaán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor. El Señor dijo a Abrán, después que Lot se había separado de él: «Alza tus ojos y mira desde el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el levante y el poniente. Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo podrá contar a tus descendientes. Levántate, recorre el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar». Abran alzó la tienda y fue a establecerse junto a la encina de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar al Señor.
Salmo responsorial (Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5)
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. 
R.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. 
R.
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7, 6. 12-14)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros. Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».

25 junio 2019. Martes de la XII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


“Haced con los demás lo mismo que queréis que los demás hagan con vosotros”. Esta frase que tantas veces hemos escuchado nos ayuda a entender el comienzo del Evangelio de hoy: Los perros no necesitan de las cosas sagradas, los cerdos no se alimentan de perlas… Esto nos hace reflexionar sobre lo que verdaderamente necesita nuestro prójimo. No siempre coincide lo que nosotros creemos que es bueno para el prójimo, con lo que este realmente necesita.
El Señor nos invita a dejar a un lado mis prioridades para que sean las prioridades del Señor las que guíen mi vida estando, no pocas veces, encarnadas en las necesidades del prójimo.
La puerta por la que el Señor nos llama a cruzar, nos dice el Evangelio, es estrecha y pocos son capaces de encontrarla. Encontrar la puerta estrecha supone recorrer el camino de la vida buscando hacer la voluntad de Dios; la estrechez de la puerta nos hace entender que no todo en esta vida nos conduce a la plena felicidad que se encuentra al otro lado de la puerta.
La estrechez, nos invita a renunciar a aquello que nos impide cruzar la puerta que nos conduce a Dios, y que tendremos que cruzar al atardecer de nuestra vida.
·         ¿Busco en mí día a día la puerta desde la que el Señor me está llamando?
·         ¿Soy capaz de renunciar a aquello que sé que me va a impedir cruzar “la puerta estrecha”?

24/6/2019. Natividad de san Juan Bautista


Lectura del libro de Isaías (49, 1-6)
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré». Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor, defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza: «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Salmo responsorial (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. 
R.
Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras. 
R.
Mi alma lo reconoce agradecida, no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra. 
R.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13, 22-26)
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegará Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”. Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a vosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 57-66. 80)
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.  A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan». Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así». Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos se quedaron maravillados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel.

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