“A Dios que concede el hablar y el
escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y
escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Sí: la Eucaristía es con diferencia el
mayor regalo que Cristo nos ha podido hacer. Y es posible que nos hayamos
acostumbrado a ella, que nos hayamos acostumbrado a que Dios haya tomado la
apariencia del pan para estar en medio de nosotros. Y el riesgo es terminar
transformando la Eucaristía en un museo, en una exhibición; cuando es la presencia
de Cristo la que nos llama continuamente a “eucaristizar” nuestra vida, a
configurarnos con la lógica de Dios, que habla mediante ese sacramento:
- Tomó pan: Cristo ahora nos toma a nosotros. Igual que Jesús obró un milagro
en el pan que tomó, también nosotros estamos llamados a ser el escenario de un
milagro si aceptamos que Cristo nos tome.
- Lo bendijo: también nosotros somos bendecidos para ser transformados. No
podemos ser “otros Cristo” al modo eucarístico si no es por la bendición de
Dios, es decir, no por nuestras propias fueras y “por puños”.
- Lo partió y lo pasó: partidos y repartidos. Llamados a consumirnos como la
vela de Sagrario que indica donde está Cristo. Así estamos llamados a ser
partidos, para ser repartidos. Si no nos dejamos hacer, partir, por el Señor,
no podremos ser repartidos, no podremos ser alimento para el mundo: es decir,
no podremos realmente hacer misión.
Feliz eucarística oración. Feliz día del
Corpus Christi. Feliz transformación en Cristo.