Me pongo en la presencia del Señor en
este día del mes dedicado al Corazón de Jesús, también en este año. Sagrado
corazón de Jesús, de ti yo si me fío.
Leo las lecturas y comprendo
aquello de que hay más alegría en dar que en recibir.
Recuerdo aquel dicho que decía: “Si
quieres ser feliz un instante véngate de una persona, y si quieres ser
feliz siempre, perdona”
El Salmo nos dice: Dichoso quien
teme al Señor. El que me ama guardará mi palabra y mi padre lo amará, y
vendremos a él.
Tu padre que ve en lo escondido te lo
recompensará.
La religión corre el riesgo de no tener
alma, de ser pura exterioridad y apariencia. Jesús supera la religión porque
quiere que establezcamos una relación personal con el Padre. Por eso nos invita
a ser honestos, con nosotros mismos y con Dios, a no hacer nada para aparentar,
para suscitar un comentario, porque eso es hipocresía. Se trata de amar a los
demás, no de hacer ver a los demás que amamos. Es por Dios por quien lo
hacemos, y es de El de quien esperamos la recompensa. Esta honestidad es
esencial para que nuestra relación con Dios vaya adelante y ha de ser una guía
para vivir nuestra oración como Dios lo quiere.
Yo voy a intentar en este rato de
oración dando gracias a Dios por la oportunidad que me está dando de llevar la
esperanza a las personas que me rodean. Hoy visitaba el hospital y me
encontraba con una mujer que la habían operado de la cadera por segunda vez; se
había caído y se había roto un brazo; tenía a una hermana ingresada en
otra clínica distinta. Otra señora ayer perdía a su hija de 45 años. Otra madre
me decía que atendió a su hijo seis años en coma; con 26 años murió. Hacía
dos años que murió su marido. Otra madre anima a su hijo a que se presente
a los exámenes pues no quiere seguir estudiando. Animo a mi compañero con
las reclamaciones de los alumnos…
En fin, que el final de curso nos obliga
a entrar en nuestro interior, a cerrar la puerta; y decir: Sagrado
Corazón de Jesús, de ti yo sí me fío, frase que tanto repetía el P. Pozo,
fundador de la obra de Circa en Perú. Así experimentaremos que la oración es
causa de múltiples y buenos efectos en nuestra vida.
La Resurrección de Cristo es la
verdadera esperanza del mundo (Papa
Francisco)