14 junio 2019. Viernes de la X semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Para el militante cristiano la carta de san Pablo es una preciosidad que le puede ayudar a hacer un jugoso rato de oración. Una oración que puede presentar en primer lugar los rostros y anhelos de nuestra misión. Nos presentamos ante el Señor y le decimos:
-          “Aquí estoy para recordarte que cuides de la viña que me has encomendado” (y ponemos nuestro grupo de catequesis o de Milicia, o nuestros alumnos o nuestros amigos o compañeros de clase o de trabajo o nuestra propia familia…). Será bueno decir nombres de las personas que llevo en el corazón. Y luego poner las necesidades materiales y espirituales que quiero ayudarles a conseguir.
Luego empezamos a meditar en las palabras de san Pablo. Él que era un experto evangelizador y tocado por el propio Jesucristo que se le apareció camino de Damasco, llega a decir que “llevamos este tesoro de nuestro ministerio en vasijas de barro”. ¡Somos tan frágiles! Solo es explicable soportar esta misión por la fuerza del propio Dios. “Nos aprietan por todos lados, nos acosan, nos derriban…” pero siempre acabamos de pie. Decimos:
-          Aquí estoy para darte las gracias por mantenerme en pie, por poder participar de tus tribulaciones y, de alguna forma, de tu muerte. No me importa morir contigo porque sé que he de resucitar contigo. Dame la palabra oportuna y el gesto adecuado para que sean los más posibles los que crean en ti y te reconozcan como su Salvador y Señor.
Luego nos dejamos inundar de esta sensación del soldado al final de la batalla o, salvando las distancias, del deportista al final de la competición o del trabajador al final de una dura faena… de la paz de la misión cumplida… De haber intentado mil cosas, de haber vuelto a empezar otra vez con algo nuevo, de haber llevado la vasija del tesoro de un lado para otro intentando no romperlo… y decimos:
-          Aquí estoy descansando de la dura faena, mirando al horizonte vespertino que me dice que más allá estará el descanso eterno. Tengo aquí a mi lado tu vasija, con algún que otro agujero, pero todavía con capacidad de llevar tu mensaje. Envíame donde quieras, a decir lo que quieras… Incluso aunque no sea políticamente correcto ahora, como el mensaje de tu evangelio sobre el matrimonio… Y, sin embargo, tan bonito y tan eficaz para dar satisfacción al deseo de plenitud del ser humano. Aquí estoy, envíame.

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