¡Vamos a rezar!
Paso 1: Móvil en modo avión.
Paso 2: Deja en silencio tu alma (deja por un momento las preocupaciones, los
problemas, los planes del verano…)
Paso 3: Toma conciencia de que Dios te escucha, te mira y te mima y que está feliz
de que compartas con Él este ratito. Y pide ayuda al Espíritu Santo para hacer
bien la oración, para escuchar a Dios en tu corazón.
Paso 4: Al grano: ¿Qué nos dice Dios en las lecturas de este día? Algo muy
nuestro, muy de casa, de Abe. “Presumiré de lo que muestra mi debilidad”. Pocos
méritos podemos presentar al Señor. Viendo el curso en su conjunto seguro que
encontramos multitud de fallos cometidos, falta de acierto en algunos momentos…
y eso puede desesperarnos o acercarnos más a Dios. Puede hacernos orgullos si
pensamos que “también hemos hecho un montón de cosas bien” o puede hacernos
humildes si reconocemos en las caídas la presencia de Dios que se acerca a
nosotros y nos recuerda que le necesitamos y que Él está ahí para sostenernos.
Paso 5: Podemos pedir, como indica el salmo, que “el Señor nos libre de
nuestras angustias” no porque seamos los más justos sino porque nos abrimos a
su presencia misericordiosa.
¿Qué tesoros vamos a acumular que no
sean amor y misericordia? Ese es el tesoro que hemos recibido gratuitamente,
sin merecerlo. Custodiémoslo para que, al llegar al cielo, siga intacto. Si
nuestro tesoro está en el cielo nuestro corazón estará junto a Dios y la
aspiración a la santidad sencilla estará al alcance de la mano.
Paso 6: Supliquemos al Corazón de Jesús que nos ayude a vivir así.
Paso 7: No te vayas sin dar gracias por el tiempo disfrutado en la presencia
de Dios, haya sido como haya sido e intenta rescatar alguna gracia que hayas
recibido.