1/6/2018, Viernes de la VIII semana del Tiempo Ordinario – San Justino


Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (4,7-13)
Queridos hermanos: El fin de todas las cosas está cercano. Así pues, sed sensatos y sobrios para la oración. Ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados. Sed hospitalarios unos con otros sin protestar. Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido. Si uno habla, que sean sus palabras como palabras de Dios; si uno presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede, para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Queridos míos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en vosotros y sirve para probaros, como si ocurriera algo extraño. Al contrario, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante.
Salmo responsorial (Sal 95, 10.11-12. 13)
R. Llega el Señor a regir la tierra.
Decid a los pueblos: "El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente". 
R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. 
R.
Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (11, 11-26)
Después que el gentío lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás coma nadie de ti». Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo: «¿No está escrito: "Mi casa será casa de oración para todos los pueblos"? Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos». Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo admiraba su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: «Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado». Jesús contestó: «Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido, y lo obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas».

1 junio 2018. Viernes de la VIII semana del Tiempo Ordinario – San Justino – Puntos de oración


Comenzamos nuestra oración poniéndonos en la presencia del señor. Le pedimos al espíritu santo que nos ilumine y que nos conceda la gracia de poder hacer oración.
“Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo.
Hoy después de leer las lecturas que se nos proponen podemos sacar un mensaje muy claro: Estad alegres.  San Pedro lo escribe así en su carta de la primera lectura y durante todas las lecturas lo podemos ver.
En la primera lectura San Pedro les recuerda a los discípulos y a nosotros hoy el estilo de vida que se nos ha propuesto en el evangelio y termina recordándonos la alegría, sobre todo la alegría en los momentos malos con lo frase que he resaltado en al principio.
Por otro lado, en el evangelio se cuenta el pasaje de Jesús en el templo con los mercaderes y también el de la higuera seca en el que les recuerda a los apóstoles la importancia de la fe.
Al final todas estas cosas se deben reflejar en la alegría. Tenemos que ser alegres. Hoy que muchos estamos con exámenes, otros con el agobio del fin de cursos y otros con problemas en el trabajo tenemos que ser alegres. Tanto si van las cosas bien como si van mal, simplemente porque somos hijos de Dios. Tenemos la obligación de ser alegres porque, al fin y al cabo, las dificultades que podamos encontrar en nuestra vida son la oportunidad de imitar la cruz de Jesús, de seguir su camino, de ser santos. También tenemos que estar alegres porque tenemos templos limpios y tranquilos donde nos espera Dios con los brazos abiertos para que le busquemos y hagamos oración. En definitiva, hoy os invito a que caigáis en la cuenta de todas las gracias, regalos y oportunidades que tenemos de estar alegres. Y sobre todo hay que estar alegres en los padecimientos, no como gesto de fortaleza y orgullo, sino como gesto de fe de confianza y de amor hacia quien nos lo ha dado todo.
Por último, la alegría hay que buscarla con todo lo que se nos recuerda en las lecturas: vida de entrega, oración en el templo y fe incondicional en el que sabemos que nos quiere sin medida. También acordemos de María nuestra madre que ella también es ejemplo de alegría.

31/5/2018. La Visitación de la Virgen María


Lectura de la profecía de Sofonías (3, 14-18)
Alégrate hija de Sion, grita de gozo Israel, regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno. Aquel día se dirá a Jerusalén: «¡No temas! ¡Sion, no desfallezcas!». El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta. Acabé con tu mal, con el peso de tu oprobio.
Salmo responsorial (Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6)
R. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
«El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. 
R.
«Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». 
R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion:
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 39-56)
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu Vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

31 mayo 2018. La Visitación de la Virgen María – Puntos de oración


En este año jubilar del P. Morales, la celebración de la Visitación de la Virgen, comienzo de la campaña más característica de los cruzados y el Movimiento, es sin duda una fiesta de familia entrañable y comprometedora.
Vemos una vez más a la Virgen silenciosa y adoradora del misterio del Verbo encarnado en sus entrañas purísimas, ascender a la montaña. También la escalada de la santidad a la que nos empuja el Espíritu Santo, que nos habita y moviliza, se hace posible en compañía y con la presencia cercana, aunque silenciosa de la Virgen. Todo es posible con su dulce nombre en el corazón.
Contemplamos una vez más a santa María de la alabanza, virgen poeta de la grandeza de Dios, que en ella ha hecho maravillas. También nosotros, cada uno de nosotros, podemos cantar y agradecer a Dios el misterio de su predilección: Misterio de amor incomprensible e inmerecido por el que cada uno hemos sido elegidos (¿por qué yo y no otro?) para vivir, para conocer y amarle con el amor de Jesús en mí. Esto solo basta para muchos ratos de oración.
Miramos a la mujer humilde que sirve en las faenas de la casa, que ayuda a una prima mayor, que se hace a la nueva aldea, Ain Karim, como una más. Así de amable y servicial es nuestra Señora y Reina, santa María. Ante este modelo, nos comprometemos a vivir los pequeños detalles de la campaña de la Visitación como ofrenda a la Virgen para la salvación de la juventud del mundo, para que las actividades de la Milicia y el Movimiento en este verano sean provechosas y fecundas abriendo, como decía el Padre, rutas de santidad laical.

30/5/2018. Miércoles de la VIII semana de Tiempo Ordinario – San Fernando


Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 18-25)
Queridos hermanos:  Ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.  Ya que habéis purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad hasta amaros unos a otros como hermanos, amaos de corazón unos a otros con una entrega total, pues habéis sido regenerados, pero no a partir de una semilla corruptible sino de algo incorruptible, mediante la palabra de Dios viva y permanente, porque «Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor de hierba: se agosta la hierba y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para siempre».  Pues esa es la palabra del Evangelio que os anunció.
Salmo responsorial (Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20)
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. 
R.
Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. 
R.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 32-45)
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo por el camino hacía Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo. Él tomó aparte otra vez a los Doce y empezó a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará». Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?». Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?». Contestaron: -«Podemos». Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

30 mayo 2018. Miércoles de la VIII semana de T. Ordinario – San Fernando – Puntos de oración


Ofrecimiento inicial: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas a tu servicio y alabanza.
Petición: Conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre y se ha entregado a la muerte, para que más le ame y le siga
El evangelio de hoy presenta el tercer anuncio de la pasión y, de nuevo, como en las veces anteriores, muestra la incoherencia de los discípulos y su incapacidad de comprender a Jesús (cf. Mc 8,31-33 y Mc 9,30-37). Mientras que Jesús insistía en el servicio y en la entrega de su vida, ellos seguían discutiendo sobre quién sería el mayor y quién tendría el primer puesto en el Reino. Los discípulos, y yo me cuento entre ellos, seguían siendo ciegos y sordos al Evangelio que les presentaba Jesús. A pesar de la convivencia de varios años con Jesús, todavía no habían renovado su manera de ver las cosas. Miraban hacia Jesús con la vieja mirada. Querían una recompensa por seguir a Jesús.
Juan y Santiago se acercan a Jesús para pedirle que les conceda sentarse en su gloria, uno a su derecha y el otro a su izquierda. A nosotros nos cuesta entender esta petición; a los otros discípulos, también, pero por distintos motivos. Jesús acababa de abrir, una vez más, su corazón, para revelarles y prevenirles sobre lo que le iba a pasar próximamente en Jerusalén. Ellos, sin inmutarse, siguieron a lo suyo. ¿Cuántas veces me pasa eso delante del Sagrario? Jesús quiere comunicarme sus deseos de amor y de bien, para que los extienda por el mundo, y yo… a lo mío. Cuantas veces voy a la oración envuelto en mi yo, mis preocupaciones, mis cosas, y paso el tiempo sin salir de ahí, dando vueltas y vueltas como burro atado a la noria. Cuantas veces me descubro en mis ratos de oración perdido en mis fantasías o ensoñaciones, entontecido, sesteando o simplemente descansando… como burro atado a la noria. A lo mío.
Y lo mío no es lo del Señor. Lo mío, como lo que mostraron Juan y Santiago es una mezcla entre arribismo, ambición un tanto desenfrenada, egoísmo, ansia de supremacía y deseo de poder. Y, si los otros discípulos “se indignaron contra Santiago y Juan”, sólo fue porque, si Jesús les hacía caso, se quedaban sin lo que ellos ambicionaban también. En el fondo y en la forma, todos buscaban lo mismo. A lo mío.
¿Qué nos dice Jesús?
“No sea así entre vosotros”. Actitudes de ese tipo son incompatibles con el Reino. Jesús, reuniéndolos, se lo dijo con cariño, pero con firmeza y decisión: “El que quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor”
Jesús les pide, nos pide, tener mucho cuidado con el corazón, que en sí mismo, por sí mismo, es un tanto ambicioso.
Desde la creación, todas las cosas son buenas, bellas y saludables; pero, el corazón humano puede convertir en malo lo que en sí mismo es bueno. El Espíritu, por medio del discernimiento, nos ayudará en el siempre difícil arte de vivir y expandir lo bueno, lo bello, lo justo y lo razonable. E iremos creando actitudes evangélicas como las de Jesús para que su Reino vaya siendo una realidad. Jesús nos invita hoy a intentar ser servidores de estas actitudes de bondad, de forma que, cuantos nos vean, sepan un poco más de él y de su Reino. Todo porque hemos adquirido un corazón nuevo donde anida la acogida, la bondad y la misericordia.
¿Quieres seguir a Jesús? Sal de tu tierra, de lo tuyo, y ponte al servicio de los demás por amor a Jesús.
Coloquio final con Jesús y con María. Pedirle a la Virgen que nos ponga con Jesús.

29/5/2018. Martes de la VIII semana de Tiempo Ordinario


Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 10-16)
Queridos hermanos: Sobre la salvación de las almas estuvieron explorando e indagando los profetas que profetizaron sobre la gracia destinada a vosotros tratando de averiguar a quién y a qué momento apuntaba el Espíritu de Cristo que había en ellos cuando atestiguaba por anticipado la pasión del Mesías y su consiguiente glorificación.  Y se les reveló que no era en beneficio propio, sino en el vuestro por lo que administraban estas cosas que ahora os anuncian quienes os proclaman el Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo. Son cosas que los mismos ángeles desean contemplar.  Por eso, ceñidos los lomos de vuestra mente y, manteniéndoos sobrios, confiad plenamente en la gracia que se os dará en la revelación de Jesucristo.  Como hijos obedientes, no os amoldéis a las aspiraciones que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia.  Al contrario, lo mismo que es santo el que os llamó, sed santos también vosotros en toda vuestra conducta, porque está escrito: «Seréis santos, porque yo soy santo».
Salmo responsorial (Sal 97, 1. 2-3ab. 3c 4)
R. El Señor da a conocer su salvación.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. 
R.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. 
R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 28-31)
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones - y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

29 mayo 2018. Martes de la VIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


* Primera lectura:
Es por nuestro propio «espíritu» vigilante que podremos captar al «Espíritu». El cristiano, ante todo es un hombre siempre alerta, siempre atento al Espíritu, disponible, despierto, vivo, vigilante.    Y para expresar esto Pedro utiliza espontáneamente una imagen de Jesús que recuerda bien: manteneos bien ceñida la cintura y con vuestras lámparas encendidas, como el servidor siempre pronto a la acción..¡Ven Señor, mantén mi mente despierta! ¡hazme vigilante, disponible!
Poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará mediante la revelación de Jesucristo. No hay ninguna razón para hundirse en el pesimismo. Pedro no habla de desesperanza sino de esperanza perfecta. El mundo no se dirige hacia la nada o la perdición, sino ¡hacia la "revelación de Jesucristo"!
Pedro recuerda. Había visto y oído a Jesús en Palestina. Vivía en la esperanza de volver a verle. Y trataba de comunicar esa esperanza a sus oyentes. En griego la palabra «revelación» es el término «apocalipsis», «levantar el velo que cubre una cosa». Sí, Señor Jesús, Tú estás ahí, presente, pero escondido bajo un velo. Un día ese velo se rasgará y te veré. Haz que te encuentre HOY en mi vida y en mi oración. Y ¡que la espera de tu encuentro, cara a cara, al final de mi vida, ilumine de esperanza y de alegría cada uno de mis días en la tierra!
No os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia. Más bien así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta.
¡Solamente esto! He ahí la espiritualidad aconsejada a esos recién bautizados que están escuchando a Pedro: ¡el ideal es muy alto! Imitar a Dios. En eso también Pedro repite lo que había oído decir a Jesús: sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. La gracia de mi bautismo es una llamada a la perfección. Pedir el bautismo para un niño es lanzarlo a esa maravillosa aventura, de ser ¡un «hombre perfecto»!
* Evangelio: Jesús declaró: «Os lo aseguro: No hay ninguno que deje casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos o tierras, por causa mía y por causa de la buena noticia, que no reciba cien veces más: ahora, en este tiempo, casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras -entre persecuciones - y, en la edad futura, vida definitiva».
Por eso, la respuesta de Jesús no se refiere en particular al grupo de discípulos (seguidores procedentes del judaísmo), sino a cualquier seguidor que lo abandone todo para manifestar su adhesión a Él y dedicarse a la propagación del mensaje evangélico. En el Reino o sociedad nueva no habrá miseria, sino afecto y abundancia para todos, pero sin desigualdad ni dominio; en efecto, comparando las dos enumeraciones que hace Jesús, la de lo que el seguidor deja y la de lo que encuentra, se advierte que en la segunda se omite la mención del padre, figura de la autoridad. Como se trata de la etapa terrena del Reino, todo eso se verificará en medio de la hostilidad de la sociedad (entre persecuciones); y esos seguidores, por supuesto, heredarán la vida definitiva.
 «Pero todos, aunque sean primeros, han de ser últimos, y esos últimos serán primeros».
No se puede pertenecer al Reino o comunidad de Jesús conservando un protagonismo y superioridad social basados en el poder y prestigio de la riqueza o la fuerza de la influencia.  En la comunidad todos han de adoptar la actitud de Jesús, la de hacerse «último de todos (no buscar preeminencia ni protagonismo) y servidor de todos (traducir el seguimiento en servicio)».
ORACIÓN FINAL
Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

28/5/2018. Lunes de la VIII semana de Tiempo Ordinario


Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1, 3-9)
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final.  Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas: así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis, y sin contemplarlo todavía creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.
Salmo responsorial (Sal 110, 1-2. 5-6. 9ab y 10c)
R. El Señor recuerda siempre su alianza.
Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. 
R.
El da alimento a los que lo temen, recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. 
R.
Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza;
la alabanza del Señor dura por siempre. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 17-27)
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: -«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». Él replicó: -«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño». Jesús se le quedó mirándolo, lo amó y le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».  Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios». Ellos se espantaron y comentaban: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

28 mayo 2018. Lunes de la VIII semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Siempre que iniciemos un rato de oración, san Ignacio de Loyola nos propone en el libro de los Ejercicios Espirituales: “… Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza a su divina Majestad” (46).
Y ahora pasar directamente al texto evangélico que hoy nos propone la liturgia. “…Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?... Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”. Él replico: “Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme”. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico…
En este rato de oración debo de abrirme con sencillez para que esta palabra me inunde el corazón. Si me llega dentro, no tengo otra posibilidad que dejar todo lo que tengo, que me ata, (tú sabrás aquellas cosas que no te dejan levantar el vuelo, ya sean cuerdas resistentes o hilos muy finos) para seguir a Jesús.
Algunas cuestiones que te puedes formular en este diálogo con Jesús, que es la oración.
-          No parece que este personaje fuera tan joven. Era rico porque había heredado parte de la fortuna de su padre, seguramente.
-          Afirma que cumple todos los mandamientos que le recuerda el Señor. (Todos ellos relacionados con la corrupción que es la palabra que más se oye en estos días y que nadie está libre de ser corrupto).
-          ¿Cómo he llegado yo a ser “rico”?
-          Parece quiere heredar la vida eterna, como un regalo, sin esfuerzo. Como ha vivido hasta ahora. Se trata de seguir a un maestro bueno, pero sólo de palabra, no con su vida.
-          La persona que conoce a Jesús le ama y le sigue con todas las consecuencias, también en medio del mundo… en el estudio, en el trabajo, con mi familia, esposa hijos, amistades…
-          Por esta razón, la persona que aparece hoy en el evangelio no pasa del mandamiento al consejo: si quieres, vende lo que tienes, dáselo a los pobres… Y luego ven y sígueme… y se marchó triste…
Este texto evangélico ha transformado la vida de muchas personas a lo largo de la historia del cristianismo, desde san Antonio Abad podemos llegar a la vocación de nuestro Venerable P. Tomás Morales: un amigo y compañero de estudios de Derecho que había entrado en la compañía como noviciado le escribe en una carta en al año 1932; “La vocación no consiste más que en esto” si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, y tú ven, sígueme”. Y el P. Tomás Morales, 2 años antes de fallecer, lo recuerda perfectamente. Dice a quien le entrevista el día (30 de agosto de 1992): “Sin saber cómo ni de qué manera, me siento transformado en aquel instante”.
Al final del recorrido de este mes de mayo, seguramente puedo escuchar de labios de la Virgen con toda suavidad y firmeza, si quieres seguir a Jesús, vende todo cuanto tienes…

27/5/2018. La Santísima Trinidad (Ciclo B)


Lectura del libro del Deuteronomio (4, 32-34. 39-40)
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: pregunta desde un extremo al otro del cielo ¿sucedió jamás algo tan grande como esto o se oyó cosa semejante? ¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz del Dios, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido?; ¿Intentó jamás algún dios venir a escogerse una nación entre las otras por mediante pruebas, signos, prodigios y guerra y con mano fuerte y brazo poderoso, con terribles portentos, como todo lo que hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».
Salmo responsorial (Sal 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22)
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió con heredad.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. 
R.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y todo fue creado. 
R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. 
R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. 
R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 14-17)
Hermanos: Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos «¡Abba!» (Padre). Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (28, 16-20)
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

27 mayo 2018. La Santísima Trinidad (Ciclo B) – Puntos de oración


“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”
De esto se trata en este domingo en el que celebramos, como el final de la Pascua, a las tres personas divinas y las glorificamos como artífices de la Obra de la Redención. Gloria a los tres en este día. Honor, gloria, alabanza, bendición, adoración, alegría y ensalzarlas debe ser nuestra oración contemplativa recorriendo cada una de ellas, ayudándonos de una de esas pinturas y esculturas extraordinarias en las que los artistas han echado el resto para tratar de trasmitirnos el papel que han desempeñado de forma tan maravillosa y misteriosa; pero, por mucho que se ha intentado explicar, el pensamiento humano es incapaz de abarcar y, ¡mira que se han escrito obras sobre ello!
Sólo los santos, lo místicos, los padres de la Iglesia, los doctores nos han dado noticia de ello.
Podemos empezar nuestra oración como todos los días: “Que todas mis intenciones”. Pero hoy también con la señal de la cruz bien hecha, diciendo: “En el nombre del Padre”; mientras la mano derecha se eleva hacia la frente donde tenemos la cabeza, el cerebro y pensamos las funciones que tiene y lo relacionamos con el Padre, Creador, que lo ha pensado a la perfección y para la perfección del hombre, fuente de Amor, lleno de amor, que nos ha mirado y ya sabemos cómo es su mirada. Lo hacemos con la mano, —“mano blanda” como dice san Juan de la Cruz en una de sus estrofas del Cántico Espiritual—, mano que vemos alarga en las obras de arte para dar comienzo a la Obra de la Creación. Y “por la señal de la santa Cruz” nos hacemos la primera en la frente, en memoria de Él.
“Del Hijo”; y hacemos el primer trazo o brazo en señal de que descendió de los cielos, se hizo hombre para que en Él viéramos al Padre. Si nos signamos hacemos la segunda cruz sobre la boca: “La Palabra del Padre” que es el Hijo, que nos lo ha revelado. Los textos de san Juan de estos días pasados de las lecturas de la misa dan muchas notas de esta relación del Padre y el Hijo. Hay un momento que Jesús nos dice: “El Padre os quiere”. Qué impresionante este mensaje del Hijo para nosotros para ir por todo el mundo diciendo: “El Padre os quiere, lo ha dicho Jesús” o como dice en otros lugares: “Dios es amor”; “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo”.
Cuando nos santiguamos, el segundo trazo con el que acabamos es el horizontal que va de hombro a hombro mientras pronunciamos “y del Espíritu Santo” y arrancamos del corazón los diestros. Es el fuego de amor que simboliza a la tercera persona que el pasado domingo celebrábamos en la fiesta de Pentecostés. Uno de los signos del Espíritu es el fuego con sus propiedades. Pero si nos signamos, la tercera cruz la hacemos en el pecho y la aplicamos al Espíritu Santo.
¡Qué símbolo más completo de nuestra fe, qué confesión de fe para todo momento de nuestra vida, la señal de la cruz!
Y podemos decir:
 “El Dios uno y trino / misterio de amor, / habita en los cielos y en mi corazón”.
“Al Padre, al Hijo y al Espíritu / Acorde melodía eterna, / honor y gloria por los siglos / canten los cielos y la tierra”.
Digamos con san Pablo: “¡Abbá Padre! Pues hemos recibidos un espíritu de hijos de adopción y ese mismo Espíritu, da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él”.
Para acabar la oración digamos con la Virgen en este mes de ensueño: “Gracias al Padre, gracias al Hijo, gracias al Espíritu Santo. Gloria a la eterna Trinidad y adoramos a la Unidad en su poder y grandeza, por Jesucristo Nuestro Señor”.

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