12 mayo 2018. Sábado de la VI semana de Pascua – Puntos de oración


Te propongo que este rato de intimidad con el Señor lo hagas desde el corazón de la Virgen. Para los pastorcitos de Fátima ese Corazón fue su refugio y el camino seguro que les condujo a Dios. Si permanecemos siempre unidos a María, todo nos será fácil, particularmente la oración y perseveraremos en ella.
En el Antiguo Testamento, el Templo es la morada de Dios y quien habita al amparo del Altísimo y mora a la sombra del Todopoderoso tiene la protección de lo Alto, Él te cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas, y su fidelidad te será escudo y adarga. Teniendo a Yahvé por refugio tuyo, al Altísimo por tu asilo, no te llegará la calamidad ni se acercará la plaga a tu tienda (Sal 91).
En la Encarnación el Hijo de Dios se hace hombre en el seno virginal de María. La divinidad empieza a habitar entre nosotros, se hace visible, se hace uno de nosotros. Y este acontecimiento comienza en el Corazón de la Virgen. Podemos decir que Jesús fue el primero que se refugió y el corazón de María y aquí comienza el Nuevo Testamento. Desde entonces ambos corazones, el de la madre y el del hijo, palpitan al unísono. Ahora, tú y yo que somos hijos de Dios e hijos de María, vamos a querer que nuestros corazones estén sincronizados con el de Ella, que latan juntos y a la vez, que sintonicen la misma frecuencia de amor y gocen con los mismos consuelos.
Estos sentimientos nos van a ayudar a la meditación del Evangelio de hoy, Jesús nos dice: Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará... Pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa… Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».
Qué consoladoras son estas palabras de Jesús. Tenemos tantos problemas y hay tanta gente a la que queremos que sufre, que pasa por pruebas (ahora muchos tenemos exámenes y otras oposiciones) o que están enfermos o sin trabajo. Y Jesús dice que nos ama y nos anima a presentarle nuestras necesidades, a ponerlas en sus manos. ¿Qué es lo que vas a pedirle? ¿Qué es lo que realmente necesitas? En realdad Jesús no pone condiciones, no limita el contenido de la oración. Nos escucha siempre y nos da lo que le pedimos, aunque a su tiempo y a su manera. 
Pidamos lo mejor, pidamos en estos días la venida del Espíritu Santo, para toda la Iglesia y para cada uno de nosotros:
Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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