Te propongo que este rato de
intimidad con el Señor lo hagas desde el corazón de la Virgen. Para los
pastorcitos de Fátima ese Corazón fue su refugio y el camino seguro que les
condujo a Dios. Si permanecemos siempre unidos a María, todo nos será fácil,
particularmente la oración y perseveraremos en ella.
En el Antiguo Testamento, el Templo
es la morada de Dios y quien habita al amparo del Altísimo y mora a la
sombra del Todopoderoso tiene la protección de lo Alto, Él te
cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas, y su fidelidad te será
escudo y adarga. Teniendo a Yahvé por refugio tuyo, al Altísimo por tu asilo, no
te llegará la calamidad ni se acercará la plaga a tu tienda (Sal 91).
En la Encarnación el Hijo de Dios se
hace hombre en el seno virginal de María. La divinidad empieza a habitar entre
nosotros, se hace visible, se hace uno de nosotros. Y este acontecimiento
comienza en el Corazón de la Virgen. Podemos decir que Jesús fue el primero que
se refugió y el corazón de María y aquí comienza el Nuevo Testamento. Desde
entonces ambos corazones, el de la madre y el del hijo, palpitan al unísono.
Ahora, tú y yo que somos hijos de Dios e hijos de María, vamos a querer que
nuestros corazones estén sincronizados con el de Ella, que latan juntos y a la
vez, que sintonicen la misma frecuencia de amor y gocen con los mismos
consuelos.
Estos sentimientos nos van a ayudar a
la meditación del Evangelio de hoy, Jesús nos dice: Si pedís algo al Padre
en mi nombre, os lo dará... Pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea
completa… Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre
por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y
creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo
el mundo y me voy al Padre».
Qué consoladoras son estas palabras
de Jesús. Tenemos tantos problemas y hay tanta gente a la que queremos que
sufre, que pasa por pruebas (ahora muchos tenemos exámenes y otras oposiciones)
o que están enfermos o sin trabajo. Y Jesús dice que nos ama y nos anima a
presentarle nuestras necesidades, a ponerlas en sus manos. ¿Qué es lo que vas a
pedirle? ¿Qué es lo que realmente necesitas? En realdad Jesús no pone condiciones,
no limita el contenido de la oración. Nos escucha siempre y nos da lo que le
pedimos, aunque a su tiempo y a su manera.
Pidamos lo mejor, pidamos en estos
días la venida del Espíritu Santo, para toda la Iglesia y para cada uno de
nosotros:
Dios todopoderoso, que derramaste el
Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de
Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu
servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de
vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.