24 mayo 2018. Jesucristo, sumo y eterno sacerdote – Puntos de oración


Entre la fiesta de Pentecostés y la Trinidad celebramos esta fiesta tan entrañable e íntima de Cristo como Sacerdote.
Gracias, Jesús, por tu sacerdocio y por hacernos partícipes de tu misión por nuestro bautismo, convirtiéndonos en puentes entre el Cielo y la Tierra.
Lo primero que me viene a la mente es la inmensa galería de ejemplares sacerdotes que han reflejado a Cristo Sacerdote, en la parroquia, la escuela, el santuario, el movimiento, en la administración de los sacramentos, en su vida de oración, su predicación, su dirección espiritual, su ser otro Cristo. ¡Cuántos buenos amigos por los que agradecer en este rato de oración! Es un deber también pedir, ofrecernos por ellos.
Hoy es también la fiesta de María Auxiliadora, la virgen de Don Bosco y los salesianos: Tened verdadera devoción a la Virgen y veréis milagros. Entramos en el sprint final de mayo, quizá hemos desaprovechado oportunidades, es el momento de contemplar a la Madre y decirle “de nuevo aquí me tienes, tómame como soy, con mis fallos, pero con los deseos materializados en las flores de mis obsequios –oración, sacrificio, apostolado”. Y así me pongo en salida como Ella en la Visitación.
1.   Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados, Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (Jer 31, 31-34)
Señor, Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, tú haces nuevo todo. La alianza es de verdad, irrompible, porque Tú eres el polo positivo y yo el negativo, y ninguno de los dejará de ser lo que es, Tú el Todo, yo la nada. Hago memoria de cuanto has hecho en Israel, de lo que has hecho en la Iglesia, en el mundo, en mí y me pongo a cantar. “Danos, Señor, un corazón nuevo; derrama en nosotros un Espíritu nuevo. He aquí que vienen días -Palabra del Señor-en que Yo sellaré, con la Casa de Israel, una Alianza nueva”.
2.   Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. (Sal 109)
Y me quedo anonadado meditando y recitando una y otra vez pues “yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora».
3.   Aleluya, (Heb 5)
Siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.
¡Cuántas lecciones con tu sola obediencia!
4.   Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre, (Mc 14, 12)
“¡No la toques, así es la rosa!!”. Siento que si “manoseo” los textos, las palabras, del Señor en su última cena, se mancha la belleza de escuchar a Cristo su propia voz, inconfundible, personal, única, su única palabra, en aquella comida en la que Él mismo se inmoló, se dio hasta el extremo…
Complemento: Papa Francisco, Ángelus 7-junio-2015
Jesús toma entre sus manos el pan y dice Tomad, esto es mi Cuerpo (Mc 14, 22). Con este gesto y con estas palabras, Él asigna al pan una función que no es más la de simple alimento físico, sino la de hacer presente su Persona en medio de la comunidad de los creyentes. La última Cena representa el punto de llegada de toda la vida de Cristo. No es solamente anticipación de su sacrificio que se realizará en la cruz, sino también síntesis de una existencia entregada por la salvación de toda la humanidad. Por lo tanto, no basta afirmar que en la Eucaristía Jesús está presente, sino que es necesario ver en ella la presencia de una vida donada y participar de ella. Cuando tomamos y comemos ese Pan, somos asociados a la vida de Jesús, entramos en comunión con Él, nos comprometemos a realizar la comunión entre nosotros, a transformar nuestra vida en don, sobre todo a los más pobres.

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