27 mayo 2018. La Santísima Trinidad (Ciclo B) – Puntos de oración


“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”
De esto se trata en este domingo en el que celebramos, como el final de la Pascua, a las tres personas divinas y las glorificamos como artífices de la Obra de la Redención. Gloria a los tres en este día. Honor, gloria, alabanza, bendición, adoración, alegría y ensalzarlas debe ser nuestra oración contemplativa recorriendo cada una de ellas, ayudándonos de una de esas pinturas y esculturas extraordinarias en las que los artistas han echado el resto para tratar de trasmitirnos el papel que han desempeñado de forma tan maravillosa y misteriosa; pero, por mucho que se ha intentado explicar, el pensamiento humano es incapaz de abarcar y, ¡mira que se han escrito obras sobre ello!
Sólo los santos, lo místicos, los padres de la Iglesia, los doctores nos han dado noticia de ello.
Podemos empezar nuestra oración como todos los días: “Que todas mis intenciones”. Pero hoy también con la señal de la cruz bien hecha, diciendo: “En el nombre del Padre”; mientras la mano derecha se eleva hacia la frente donde tenemos la cabeza, el cerebro y pensamos las funciones que tiene y lo relacionamos con el Padre, Creador, que lo ha pensado a la perfección y para la perfección del hombre, fuente de Amor, lleno de amor, que nos ha mirado y ya sabemos cómo es su mirada. Lo hacemos con la mano, —“mano blanda” como dice san Juan de la Cruz en una de sus estrofas del Cántico Espiritual—, mano que vemos alarga en las obras de arte para dar comienzo a la Obra de la Creación. Y “por la señal de la santa Cruz” nos hacemos la primera en la frente, en memoria de Él.
“Del Hijo”; y hacemos el primer trazo o brazo en señal de que descendió de los cielos, se hizo hombre para que en Él viéramos al Padre. Si nos signamos hacemos la segunda cruz sobre la boca: “La Palabra del Padre” que es el Hijo, que nos lo ha revelado. Los textos de san Juan de estos días pasados de las lecturas de la misa dan muchas notas de esta relación del Padre y el Hijo. Hay un momento que Jesús nos dice: “El Padre os quiere”. Qué impresionante este mensaje del Hijo para nosotros para ir por todo el mundo diciendo: “El Padre os quiere, lo ha dicho Jesús” o como dice en otros lugares: “Dios es amor”; “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo”.
Cuando nos santiguamos, el segundo trazo con el que acabamos es el horizontal que va de hombro a hombro mientras pronunciamos “y del Espíritu Santo” y arrancamos del corazón los diestros. Es el fuego de amor que simboliza a la tercera persona que el pasado domingo celebrábamos en la fiesta de Pentecostés. Uno de los signos del Espíritu es el fuego con sus propiedades. Pero si nos signamos, la tercera cruz la hacemos en el pecho y la aplicamos al Espíritu Santo.
¡Qué símbolo más completo de nuestra fe, qué confesión de fe para todo momento de nuestra vida, la señal de la cruz!
Y podemos decir:
 “El Dios uno y trino / misterio de amor, / habita en los cielos y en mi corazón”.
“Al Padre, al Hijo y al Espíritu / Acorde melodía eterna, / honor y gloria por los siglos / canten los cielos y la tierra”.
Digamos con san Pablo: “¡Abbá Padre! Pues hemos recibidos un espíritu de hijos de adopción y ese mismo Espíritu, da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él”.
Para acabar la oración digamos con la Virgen en este mes de ensueño: “Gracias al Padre, gracias al Hijo, gracias al Espíritu Santo. Gloria a la eterna Trinidad y adoramos a la Unidad en su poder y grandeza, por Jesucristo Nuestro Señor”.

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