Propongo para hoy la meditación del
libro: “Maestra incomparable y madre amantísima. Textos del padre Tomás Morales
sobre la Virgen” para este día 22 que sintoniza plenamente con el evangelio del
día y la nueva celebración litúrgica de ayer: María madre de la Iglesia.
22. Hacerse
niños en su corazón de Madre
Tomar a María como madre, adentrarse en
su corazón virginal, es vivir el Evangelio, hacerse niños. Si no volvéis a ser
como niños, no entraréis en el Reino. El niño, por instinto, se abandona
confiado en los brazos del padre, en el corazón de la madre. El bautizado, para
vivir su vocación laical a la santidad, imita al niño. Hace por virtud lo que
el niño practica por instinto. Se refugia en el corazón de la Virgen, que le
enseña a vivir abandonado en Cristo Jesús bajo la mirada del Padre.
"Ser pequeñuelo es no inquietarse
por nada". Esta fue la vida de Santa Teresita de Lisieux y la de todos los
santos. Debe ser también la tuya. La Virgen Madre necesita almas
insignificantes que se refugien en su corazón para revolucionar el mundo. Lo
pide en sus apariciones más recientes. Quiere que te dejes moldear por ella a
imagen de su Hijo. Te invita así a hacerte niño desapareciendo en su corazón de
madre. Quiere meterte en ese "seno virginal en que todos estamos
encerrados en este mundo hasta que ella nos dé a luz en la gloria".
Tomar a María como madre. Vivir en ella
con un corazón de niño. Es dejar a la Madre libre para transformarte, para hacerte
otro Jesús para ella, otro Cristo para las almas. Agazápate hasta desaparecer
entre los pliegues de su manto. Ella guardará tu alma pura, separada del mal.
La blanqueará. A pesar de tus caídas, te enseñará a creer en el Amor,
abandonarte en El. Dejarse amar por ella, dejarse divinizar, es convertirse en
"hostia de alabanza", hacerse familia con la Trinidad.
Hazte tan pequeño que puedas meterte
con holgura en el corazón de la Virgen. Ella te hará más diminuto aún -te lo
digo por experiencia-, para que quepas en el de Cristo, y seas feliz en El. El
día que vengas invocando derechos o con ínfulas de hombre superior, de
"personita", te das el morrón. No te quejes de nada ni de nadie.
Santa María, madre, reina y
protectora: (T: ruega por nosotros)
Que santa María madre de la Iglesia anime nuestra vida
cristiana de tal forma que dóciles al Espíritu Santo seamos evangelios
abiertos, sin páginas arrancadas, ella lo hará.