Comenzamos
haciendo silencio en nuestro interior para poder escuchar la voz del Señor.
Dejamos de lado las preocupaciones que tenemos al inicio de esta semana para
centrarnos en el Él. Ayer, celebramos que contamos con el Espíritu Santo para
vivir como hijos de Dios, así que le invocamos para que nos ayude a hacer este
rato de oración.
Podemos empezar dando gracias, muchas gracias por este regalo.
El Espíritu Santo, que es presencia de Dios en nosotros. Somos templo de su
Espíritu. Luego, podemos mirar a la Virgen, hoy celebramos la fiesta de Santa
María Madre de la Iglesia, y pedirle por todos los cristianos del mundo, por
los perseguidos, por los que viven su fe de forma triste, por el papa y los
sacerdotes… y por el Movimiento de Santa María, la pequeña parte de la Iglesia
en la que nosotros compartimos la fe, bajo su mirada maternal. Démosle gracias
también por todo los que nos acompañan en este camino.
Y aprendiendo de lo que Jesús dice en el evangelio, pidamos que
aumente nuestra fe, porque sin ella no podemos nada. Por nuestras solas fuerzas
estamos perdidos. Sólo desde la fe, que es un regalo de Dios, nuestra vida será
fuente de unidad, comprensión y paz como nos recuerda Santiago en la primera
lectura.
Al
terminar demos gracias al Señor por este rato de oración y por los frutos
obtenidos.