1/2/2016, Lunes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (15, 13-14. 30; 16, 5-l3a)
En aquellos días, uno llevó esta noticia a David: -«Los israelitas se han puesto de parte de Absalón.»  Entonces David dijo a los cortesanos que estaban con él en Jerusalén: -«¡Ea, huyamos! Que, si se presenta Absalón, no nos dejará escapar. Salgamos a toda prisa, no sea que él se adelante, nos alcance y precipite la ruina sobre nosotros, y pase a cuchillo la población.» David subió la cuesta de los Olivos; la subió llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. y todos sus compañeros llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando. Al llegar el rey David a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá, insultándolo según venía. Y empezó a tirar piedras a David y a sus cortesanos - toda la gente y los militares iban a derecha e izquierda del rey -, y le maldecía: -«¡Vete, vete, asesino, canalla! El Señor te paga la matanza de la familia de Saúl, cuyo trono has usurpado. El Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, mientras tú has caído en desgracia, porque eres un asesino.» Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: -«Ese perro muerto ¿se pone a maldecir a mi señor? ¡Déjame ir allá, y le corto la cabeza!» Pero el rey dijo: -«¡No os metáis en mis asuntos, hijos de Seruyá! Déjale que maldiga, que, si el Señor le ha mandado que maldiga a David, ¿quién va a pedirle cuentas?» Luego dijo David a Abisay y a todos sus cortesanos: -«Ya veis. Un hijo mío, salido de mis entrañas, intenta matarme, ¡y os extraña ese benjaminita! Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor. Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy.» David y los suyos siguieron su camino.
Salmo responsorial (Sal 3, 2-3. 4-5. 6-7)
R. Levántate, Señor, sálvame.
Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» 
R.
Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito, invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo. 
R.
Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (5, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenla fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: -«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.» Porque Jesús le estaba diciendo: - «Espíritu inmundo, sal de este hombre.» Jesús le preguntó: - «¿Cómo te llamas?» El respondió: - «Me llamo Legión, porque somos muchos.» Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: - «Déjanos ir y meternos en los cerdos.» Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué habla pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que habla tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que habla pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: - «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.» El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

1 febrero 2016. Lunes de la cuarta semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Se nos ha pedido en este año contemplar el misterio de la misericordia de Dios y desde esta perspectiva nos acercamos a la Palabra de Dios. Comenzamos pidiendo al Señor que nos muestre su rostro misericordioso y que nos dejemos transformar para ser hoy nosotros misericordiosos como el Padre.
El rey David nos da ejemplo de una virtud sin la que es imposible recibir la misericordia: la humildad. Su reacción ante la persecución de su propio hijo Absalón y ante los insultos de Semeí es aceptar la humillación y ofrecerla como un sacrificio ante Dios: “Quizá el Señor se fije en mi humillación y me pague con bendiciones estas maldiciones de hoy”. No reacciona con ira y con violencia –podría mandar a sus vasallos contra los que le persiguen y maldicen- sino que acoge la humillación como una medicina que Dios le envía, quizá para expiar sus pecados y corregir su orgullo: “Dejadlo que me maldiga, porque se lo ha mandado el Señor”.
La actitud de David nos interpela: ¿Cómo acepto las pequeñas humillaciones del día a día: las que provienen de mis miserias, de la convivencia con los demás, de los fracasos o imprevistos que me contrarían? Abelardo nos decía muchas veces que la humildad viene envuelta en un papel de regalo que no nos gusta mucho: las humillaciones. Lo decía sobre todo comentando la meditación ignaciana de dos banderas: la pobreza, la humillación y la humildad son los escalones hacia la bandera de Jesucristo, frente a las riquezas, vanagloria y soberbia de la bandera enemiga. Recuerdo unas letrillas franciscanas en las que a la humillación y a la contrariedad se les ponían unos adjetivos poco habituales, pero muy en consonancia con el espíritu de san Francisco: “La querida humillación y la hermana contrariedad”. El Señor derrama su misericordia sobre el corazón vacío de sí mismo y humilde. Imitemos hoy la humildad de David, que se reconocía pecador y era misericordioso con sus enemigos.
El Evangelio de la curación del geraseno testimonia el poder de la misericordia de Dios para recomponer una persona rota. Meditemos estas palabras del Papa Francisco: “La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona”. Jesús no solo le cura sino que le confía una misión: “Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia”. Aquel hombre empieza a proclamar “lo que Jesús había hecho con él”.

No dejemos de pedirle al Señor que hoy podamos hablar a alguien de lo que Jesús ha hecho con nosotros, de las misericordias de Dios en nuestra vida. Pidamos que en este año de la misericordia podamos llevar a las fuentes de la misericordia, al sacramento del perdón, a quienes necesitan ser sanados y rehechos por la entrañable misericordia de nuestro Dios.

31/1/2016, Domingo de la cuarta semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Lectura del libro de Jeremías (1, 4-5. 17-19)
En los días de Josías, recibí esta palabra del Señor: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles. Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.»
Salmo responsorial (Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17)
R. Mi boca contará tu salvación, Señor.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. 
R.
Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa.
R.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. 
R.
Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.
R.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12, 31-13, 13)
Hermanos: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4, 21-30)

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: - «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: - «¿No es éste el hijo de José?» Y Jesús les dijo: - «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.» Y añadió: - «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel habla muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

31 enero 2016. Domingo de la cuarta semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Hoy nuestra oración puede ser muy esponjosa, si hacemos nuestra la voz de la Iglesia en la Palabra de Dios, con la que nos anima a cumplir nuestra vocación como cristianos, como fieles laicos.
Es Dios mismo quien, en la persona de Jeremías, nos dice cuánto nos ama: ¡Somos sus elegidos!; desde cuándo nos ama: ¡Desde siempre, desde el seno materno!; y cómo su amor permanece con nosotros, con cada uno, sosteniendo su vida y su misión. Puede haber algo más estimulante para la oración que reposar esta Palabra, interiorizarla, apropiarla y confiar en ella.
Porque el amor de Dios, la Caridad con mayúsculas, no pasa nunca. Resuena el testimonio de Santa Teresita, nuestro adalid y protectora, que, como sabemos,  encontró en este texto de San Pablo su vocación. Creer y confiar en el Amor de Dios y hacer de nuestra vida un signo de la presencia de ese amor, una respuesta a ese amor. Sólo con el amor podemos alcanzar la plenitud y sabemos que el amor de Dios nos “primerea” (que dice el Papa Francisco), porque el nombre de Dios es Amor, Misericordia.  Hacer de nuestra oración un momento de gustar internamente, con fe cierta, ese Amor de Dios. Inspirar el Amor para poder expirar amor a los que nos rodean. Este sería el mejor testimonio de la misericordia de Dios a nuestro mundo. Que estemos disponibles y Dios pueda “usar” nuestra vida para acercarse a los hombres de hoy. ¡Qué maravillosa vocación!

Algo de esto nos cuenta el evangelio, sólo que la cosa acabó mal (en apariencia). Y es que desgraciadamente los egoísmos y particularismos son la ruina del amor. Pidamos a la Virgen que haga nuestro corazón como el suyo, dócil y flexible a la voz de Dios, un corazón dispuesto a aceptar los caminos y las sorpresas de Dios, que sigue amando al mundo, a nuestro mundo, con un amor “visceral” (Papa Francisco dixit), de misericordia infinita, y por tanto a menudo descoloca (¿nos descoloca?) a los que creen (¿creemos?) saber sus pasos de memoria en esta tierra.

30/1/2016, Sábado de la tercera semana del Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (12,1-7a.10-17)
En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped.» David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera.» Natán dijo a David: « ¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amonita. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."» David respondió a Natán: « ¡He pecado contra el Señor! » Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.» Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos.
Salmo responsorial (Sal 50,12-13.14-15.16-17)
R. Oh Dios, crea en mí un corazón puro
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. 
R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. 
R.
¡Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41)

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.» Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? » Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!» El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: « ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? » Se quedaron espantados y se decían unos a otros: « ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

30 enero 2016. Sábado de la tercera semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

1) Preparamos nuestro corazón para el encuentro con Jesús. Invocamos al Espíritu Santo, repitiendo pausadamente las oraciones: “Ven Espíritu Santo”, “ven dulce huésped del alma”.
Pedimos ayuda a la Madre: “Madre, tus ojos para mirarle, tus oídos para escucharle, tu corazón para amarle”. No nos olvidamos de san José, maestro de oración. Le invocamos: “san José enséñanos a orar, cuida de nuestra perseverancia”.
2) En la primera lectura vemos a Natán utilizar la parábola para hacer reflexionar al rey David y que perciba la gravedad del pecado cometido. David el elegido por Dios, comenzó a engreírse y a confiar en sí mismo. En aquel punto fue desamparado de la mano de Dios: “Atribuyo la gloria del incorruptible Dios a nosotros, corruptibles hombres” (Rom 1,23), olvido que la gloria se debe a Dios y el vencedor de Goliat, sin la protección de Dios cometió adulterio con Betsabé y asesinato, eliminando al inocente Urías.
3) El salmo es el 50, el célebre Miserere, escrito por David precisamente después del diálogo con Natán. La Iglesia en sus lecturas de hoy, nos propone los versículos 12-16. Los versículos previos a estos han ido expresando el reconocimiento de la culpa. Ahora, como consecuencia de esta confesión del pecador se va a abrir un horizonte de luz en el que Dios vuelve a darle vida.
Renuévame por dentro con espíritu firme; (…) no me quites tu santo espíritu; (…) afiánzame con espíritu generoso”  (vv.12.13.14). El pecador reza mendigando que Dios entre en su alma, que le infunda nueva vida, que lo eleve del reino del pecado al cielo de la gracia. Es el discurso del hijo prodigo al Padre que salía todos los días a buscarle en el horizonte.
Estos versículos son una triple invocación al Espíritu Santo que provoca la renovación del orante. En el v.15 el orante se transforma en testigo: “Enseñaré a los malvados tus caminos”.Enseñará los caminos para volver a la casa del Padre. Estos párrafos se hacen especialmente vida en aquellos que tras recorrer las sendas tenebrosas del pecado, han experimentado el amor misericordioso de Dios y se convierten en testigos ardientes, como fueron: san Agustín y san  Pablo.
Líbrame de la sangre” v.16. En David se entiende que pide perdón por el asesinato de Urías, que el castigo del Señor no sea echarle de su casa. La Iglesia también interpreta que el Espíritu Santo inspira el párrafo para pedirnos la renuncia a la violencia, la purificación del mal y el odio que residen en nuestro corazón.
Termina el Salmo proclamando la alabanza a Dios, después de sentir  la liberación de la opresión del pecado. “Cantará mi lengua tu justicia”. El Señor no se complace en el castigo del pecador, sino en su rehabilitación, ese es el sentido de su justicia.
4) El evangelio es el de la embarcación que zozobra y los temerosos apóstoles despiertan a Cristo. Él manda al agua y al viento que se calmen. “¡Silencio, enmudece!”. Como hilo conductor de las tres lecturas se me ocurre recordar el diálogo que intenta Jesús en la curación del paralítico, al que descienden por el tejado.
Jesús les pregunta: ¿Qué es más fácil decir: tus pecados te son perdonados o levántate y anda?
El silencio es la respuesta.
- “Pues para que veáis que puedo perdonar los pecados, levántate toma tu camilla y vete a tu casa”. El paralítico se puso a andar.
Parece que hoy el Señor a través de las lecturas sagradas nos está diciendo: “Puedo perdonar los pecados de David y los de cualquiera que venga a mí. Si no crees, mira el poder que tengo que hasta el agua y el viento me obedecen”.
5) Hacer examen de la oración en compañía de la Madre. Ella ha recibido “el conocimiento del corazón” (Papa Francisco), desde esa perspectiva debemos hacer nuestro examen. Este punto de vista más emocional y menos intelectual es una forma más adecuada de entender las cosas de Dios. 

Por lo tanto acabemos la oración como la empezamos. Pidiéndole a la Madre nos deje su corazón para amarle.

29/01/2016, Viernes de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (11, 1-4a. 5-10a. 13-17)
Al año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel, a devastar la región de los amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una mujer bañándose, una mujer muy bella. David mandó preguntar por la mujer, y le dijeron: - « Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita.» David mandó a unos para que se la trajesen. Después Betsabé volvió a su casa, quedó encinta y mandó este aviso a David: - « Estoy encinta. » Entonces David mandó esta orden a Joab: -«Mándame a Urías, el hitita.» Joab se lo mandó. Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la guerra. Luego le dijo: - «Anda a casa a lavarte los pies. » Urías salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey. Pero Urías durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no fue a su casa. Avisaron a David que Urías no habla ido a su casa. Al día siguiente, David lo convidó a un banquete y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió para acostarse con los guardias de su señor, y no fue a su casa. A la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. El texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera.» Joab, que tenía cercada la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los defensores más aguerridos. Los de la ciudad hicieron una salida, trabaron combate con Joab, y hubo bajas en el ejército entre los oficiales de David; murió también Urías, el hitita.
Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 5-6a. 6bc-7. 10-11)
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. 
R.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. 
R.
En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. 
R.
Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 26-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.» Dijo también: - «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.» Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

29 enero 2016. Viernes de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

De la lectura de hoy sobre el rey David podemos hacer dos reflexiones.
La primera sobre la manera de encadenarse los acontecimientos que le llevaron a cometer adulterio y posteriormente a asesinar a Urías. La segunda, más en relación quizás con las lecturas de mañana, sobre la Misericordia que mostró Dios con el rey David.
Nos describe la primera lectura los escalones que irresponsablemente va bajando David hasta llegar a cometer el doble pecado. Escalones que son una muestra de los pasos previos que insensiblemente nos van conduciendo a una situación de pecado.
- Primero que mandó a todo el ejército a luchar mientras él se quedó en Jerusalén.
- No se debió de quedar en la ciudad por sus muchas ocupaciones, más bien por pereza o comodidad porque añade el texto que se levantó de la cama ¡por la tarde! y se puso a pasear
- Es en esta situación de molicie y ocio cuando divisó a una mujer que se estaba bañando, de aspecto muy hermoso, y es aquí cuando, llevado de la curiosidad o de la lujuria, David mandó averiguar quién era aquella mujer. El resto de la escena ya sabemos cómo terminó.
La naturaleza humana no ha cambiado mucho desde los tiempos del rey David hasta ahora, por lo que una enseñanza que podemos obtener de esta lectura es la secuencia de pasos aparentemente inofensivos que nos pueden hacer resbalar insensiblemente por la pendiente del abismo como al rey David: comodidad-ocio-pereza-curiosidad-lujuria-pecado.
La segunda reflexión que podemos hacer de esta lectura es la inmensa misericordia de Dios. En efecto, el relato nos cuenta la abominable conducta de un hombre que: manda a su ejército a la guerra mientras él permanece ociosamente en su palacio; en ausencia de uno de sus oficiales más leales mancilla a la mujer de este; al quedar embarazada intenta ocultar de manera innoble su responsabilidad; finalmente, ante la inquebrantable lealtad de su súbdito opta por poner fin a su vida traicionándole en medio del campo de batalla, y esto, buscando la colaboración de terceros. ¿Hay un comportamiento más innoble, ruin y miserable?
Pues cuando David recapacite y sea consciente de su error, implorará perdón y misericordia a Dios, aceptando la pena que le corresponda por su pecado. “Por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado” nos dice el salmo.

Y esta es la segunda reflexión: cómo la inmensa compasión y misericordia de Dios es más grande que el mayor de mis pecados, por inmenso que este me pueda parecer. Mi pecado, como el del rey David, nunca podrá ser mayor que la misericordia de Dios. Esta es nuestra confianza en este Año de la Misericordia. Como nos dijo Juan Pablo II: Quien quiera que seas, como quiera que te encuentres, cualquiera que sea tu condición existencial, Dios te ama, ¡te ama totalmente!

28/1/2016, Jueves de la primera semana de T.O. – Santo Tomás de Aquino

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 18-19. 24-29)
Después que Natán habló a David, el rey fue a presentarse ante el Señor y dijo: - «¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar hasta aquí? ¡Y, por si fuera poco para ti, mi Señor, has hecho a la casa de tu siervo una promesa para el futuro, mientras existan hombres, mi Señor! Has establecido a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios. Ahora, pues, Señor Dios, mantén siempre la promesa que has hecho a tu siervo y su familia, cumple tu palabra. Que tu nombre sea siempre famoso. Que digan: "¡El Señor de los ejércitos es Dios de Israel!” Y que la casa de tu siervo David permanezca en tu presencia. Tú, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has hecho a tu siervo esta revelación: "Te edificaré una casa"; por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo.»
Salmo responsorial (Sal 131, 1-2. 3-5. 11. 12. 13-14)
R. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes:
cómo juró al Señor e hizo voto al Fuerte de Jacob. 
R.
«No entraré bajo el techo de mi casa, no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob.» 
R.
El Señor ha jurado a David una promesa que no retractara:
«A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» 
R.
«Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» 
R.
Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo.» 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 21-25)

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: - «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también. - «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.»

28 enero 2016. Jueves de la primera semana de T.O. – Santo Tomás de Aquino – Puntos de oración

La fiesta de santo Tomás de Aquino, tiene mucho que ver con el texto del evangelio de hoy: la luz se trae para ponerla en el candelero y alumbrar a todo el mundo. Tomás de Aquino es una de la luces más luminosas de la Iglesia. Él supo conjugar de manera extraordinaria la fe y la razón. Este santo nos ha proporcionado las bases más sólidas a nuestra fe; pero también nos ha enseñado que el Amor de Dios está por encima de toda sabiduría: al final de su vida afirmaba que todos los grandes descubrimientos que había hecho no eran nada comparado con descubrir el amor que Dios nos tiene.
Pero hoy quiero detenerme especialmente en el último párrafo del salmo que hemos rezado:
Porque el Señor ha elegido a Sion, ha deseado vivir en ella: “Esta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo”
Ten la seguridad de que Dios te ha elegido de una forma especial, ha elegido tu alma para vivir en ella, ha elegido tu vida para hacerse presente, en definitiva te ha elegido a ti de una forma singular.
Pero ¿qué ha visto el Señor para elegirme a mí? No ha visto a la persona más lista, más guapa, tampoco se ha fijado en tu posición económica ni en las influencias de tu familia. Se ha fijado en tu alma y ha deseado vivir en ella. Esto sí que te convierte en la persona más importante del mundo, pero ten la seguridad que es por el que llevas dentro. Incluso Jesús no ha querido vivir en mí: ha deseado vivir en mí.
Tu rato de oración no puede ser distraído y sin tocar a Dios. Él ha deseado este momento, lleva toda la noche esperándote; por ello ábrete a su amor, ábrete a su misericordia. Jesús busca con locura almas en las que derramar su misericordia: ofrécete con ganas a ser ese objeto de la misericordia divina. Que no te quepa duda que en este año que el Papa Francisco ha querido convocar sobre la misericordia, nace del deseo enorme que tiene Dios de derramar su misericordia en el mundo.

Para terminar vuélvete a la Virgen y llámala “reina y madre de misericordia”. Tú que supiste llevar a Jesús en tu seno durante nueve meses, enséñame a llevarlo siempre; Él me ha elegido y ha deseado enormemente estar conmigo.

27/01/2016, Miércoles de la tercera semana de Tiempo Ordinario

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 4-17)
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: - «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." » Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.
Salmo responsorial (Sal 88, 4-5. 27-28. 29-30)
R. Le mantendré eternamente mi favor.
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» 
R.
«Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra,» 
R.
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua y un trono duradero como el cielo. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4, 1-20)

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: - «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» Y añadió: - «El que tenga oídos para oír, que oiga.» Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: - «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen. "» Y añadió: - « ¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

27 enero 2016. Miércoles de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Un día más nos ponemos en la presencia de Dios para hacer nuestro rato de oración personal. ¡Gran misterio es la oración y gran don para el que la realiza! Desde este agradecimiento vamos a intentar entrar en el misterio de Dios orando.
            "En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar." Jesús ha iniciado una nueva etapa en su vida, ya no le veremos predicando o enseñando en las sinagogas, sino en cualquier lugar, tiempo y ocasión... El Señor nos enseña a buscar nuevos caminos para poder llegar a las personas, y hacerles partícipes del tesoro que tenemos.
            "Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos..." Pareciera, que el cambio de lugar de su predicación, exigiera una nueva forma de hacerlo... Y escoge para ello las parábolas. "Parábola quiere decir literalmente: algo que se pone al lado de algo; es decir, una comparación. Es una historia terrenal con un sentido celestial..."  De este modo Jesús capta la atención de un público, que tenía un nivel cultural bajo, y una limitación de comprensión grande... Por lo tanto los dos objetivos fundamentales serían:  Despertar y mantener el interés.., y hacer concretas las ideas abstractas...
            -«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás?". Jesús enfatiza que es fundamental la comprensión de esta parábola para poder comprender las demás...
            En la parábola se señalan cuatro tipos de terrenos.., y cuatro tipos de actitudes:
                 1. Borde del camino... Superficialidad.
                 2. Terreno pedregoso... Inconstancia.
                 3. Entre abrojos... Materialismo.
                 4. Tierra buena... Madurez.
            Sería bueno que en nuestra oración de hoy, tuviéramos el valor de contrastarnos con estos tipos de terreno y con estas posibles actitudes.... La consecuencia de ello, bien podía ser, el despertar del sueño en que podemos vivir sin darnos cuenta...
            En el momento actual se nos pide ser tierra buena, donde la semilla de la Palabra de Dios de su máximo fruto y su mayor rendimiento... Para ello no tengamos miedo de espantar los pájaros de nuestras imaginaciones.., decantar nuestro terreno de piedras inútiles.., y de arrancar los abrojos de nuestros caprichos, que ahogan y sofocan la Gracia de Dios en nosotros...

            Y termina la parábola con unas cifras o unos porcentajes: "...dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» ¿Qué será una vida al ciento por uno? ¿No te gustaría experimentarlo? ¡Pues, anda, vamos a intentarlo..! ¡Magnífica conclusión sería esta, para la oración de hoy..!

26/01/2016, Martes de la tercera semana de T.O. – Santos Timoteo y Tito

Lectura del segundo libro de Samuel (6, 12b-15. 17-19)
En aquellos días, fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino. Así iban llevando David y los israelitas el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor y, cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor de los ejércitos; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de uvas pasas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual su casa.
Salmo responsorial (Sal 23, 7. 8. 9. 10)
R. ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor en persona.
¡Portones!, alzad los dinteles que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. 
R.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra. 
R.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria. 
R.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria. 
R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3, 31-35)

En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: - «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan. » Les contestó: - «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y, paseando la mirada por el corro, dijo: - «Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

26 enero 2016. Martes de la tercera semana de T.O. – Santos Timoteo y Tito – Puntos de oración

Mc 3, 31-35
Al empezar la oración hay que pedir luz al Espíritu Santo, ponerme en la presencia de Dios consciente de ante quién estoy y de qué voy a hacer para que ese encuentro con Él solo sea como todo el día, ordenado en su servicio y alabanza.
Este pasaje evangélico que la Iglesia nos propone para nuestra oración de hoy está motivado por la forma que tiene Jesús de iniciar su predicación en Galilea. Se ha dado a conocer, ha elegido a sus discípulos, ha curado enfermos y ha liberado de espíritus inmundos. Han comenzado las tensiones con los líderes religiosos: ha tocado a un leproso, haciéndose a sí mismo impuro y comido con pecadores; ha perdonado los pecados al paralítico, algo que sólo puede hacer Dios; ha curado en sábado, les habla de que trae un vino nuevo que rompe los odres viejos, etc. Ha creado una tensión que estalla  en el pasaje evangélico de hoy ante las autoridades y su propia familia. “No está en sus cabales”, dicen sus parientes: ¿Qué ha sucedido en ese Jesús que fue, durante nada menos que treinta años, el hijo del Carpintero y que parece haber perdido el juicio?
Jesús ha venido a cumplir la voluntad de su Padre, ese será su norte y aunque lo tengan por loco, aunque termine colgado de una cruz nada ni nadie lo apartará de ese camino, de aquí han sacado las fuerzas tantos santos que a lo largo de la historia de la Iglesia han sido tomados por locos y muchos de ellos han terminado en el martirio.
En este momento difícil de la vida de Jesús, estaba presente su Madre y escuchó de los labios de su Hijo que su grandeza no procedía de la realidad biológica de haber sido Madre de Él, sino de ser la “esclava del Señor”, la de vivir cumpliendo la voluntad del Padre. Que Ella, la nueva Eva, la que meditaba todas las cosas en su corazón, nos ayude para conocer la voluntad de Dios para cada uno de nosotros que es indispensable para alcanzar la meta prometida, aunque nos tachen de locos, aunque nos quiten la vida, pues si al Maestro lo han tratado así el discípulo no debe recorrer otro camino distinto.

Antes de terminar la oración hagamos un pequeño repaso de cómo van calando en nuestro corazón las enseñanzas de Jesús y pidamos a la Virgen que nos ponga junto a su Hijo para que con nuestro ejemplo de amor y de misericordia robustezca a los vacilantes, para que guiados por el Señor caminemos juntos por el camino de la verdad y así el mundo crea y se convierta.

25/1/2016, La Conversión de san Pablo

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22, 3-16)
En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: - «Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran. Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: - "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Yo pregunté: - "¿Quién eres, Señor?" Me respondió: - "Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues." Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: - "¿Qué debo hacer, Señor?" El Señor me respondió: “Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer. " Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: - "Saulo, hermano, recobra la vista." Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: - "El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados."»
Salmo responsorial (Sal 116, 1. 2)
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16, 15-18)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: - «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño, impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»

25 enero 2016. La Conversión de san Pablo – Puntos de oración

Día hermoso donde los haya, día para aprender de Pablo y aprender a Cristo como nos decía bellamente Benedicto XVI. Celebramos la fiesta con el nombre de “Conversión de san Pablo” y se nos ofrece el relato autobiográfico del mismo Pablo (Hch 22). Léelo con calma hasta hacerlo tuyo
¿Quién era Pablo? ¿Qué le sucede? ¿Cómo cambia su vida? ¿Qué me dice a mi hoy?
·         Yo soy judío. Yo perseguía a muerte a este camino. Yo fui a damasco a traer presos y castigarlos…
·         Pero en el viaje… de repente… una gran luz… me envolvió
·         Pregunté… me respondió… ¿Qué debo hacer?
·         Y quedé ciego, hasta que recobré la vista y me dijo “has sido elegido”
Ahora profundiza en cada momento. Es el cambio profundo de definirse con un “yo” cerrado a un: “has sido elegido”.
Hace unos años di una tanda de ejercicios con San Pablo y lo resumí en 10 propuestas para vivir con San pablo. Te las ofrezco
1.      “Dios, que me eligió desde el seno de mi madre, tuvo a bien revelarme a su Hijo, y hacerme su mensajero” Ga 1,15-16. San Pablo, un alma verdaderamente fascinada por la luz del Evangelio, enamorada de Cristo, sostenida por una convicción profunda: es necesario llevar al mundo la luz de Cristo.
2.      “Si alguien vive en Cristo, es una criatura nueva; lo viejo ha pasado y ha aparecido algo nuevo” 2 Co 5,17. Este cambio de  vida no fue fruto de un proceso psicológico, llegó desde fuera, no fue fruto de su pensamiento, sino del encuentro con Cristo… fue muerte y resurrección para él mismo, murió a una existencia suya y nació otra nueva con Cristo resucitado.
3.      “He sido conquistado por Cristo Jesús Flp 3,12. También nosotros debemos aprender a conocer a Jesús, no según la carne, como una persona del pasado, sino como nuestro Señor y Hermano, que está hoy con nosotros y nos muestra cómo vivir y cómo morir.
4.      “Para mí la vida es Cristo” Flp 1,21.  Cristo es el criterio de valoración de los acontecimientos y de las cosas, el fin de todos los esfuerzos que él hace para anunciar el Evangelio, la gran pasión que sostiene sus pasos por los caminos del mundo.
5.      Predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los griegos, pero para los elegidos, fuerza y sabiduría de Dios” 1 Co 1,21  Nosotros debemos saber hacer esto: encontrar nuestra fuerza precisamente en la humildad del amor y nuestra sabiduría en la debilidad de renunciar, para entrar así en la fuerza de Dios.
6.      Te basta mi gracia ya que la fuerza se manifiesta en la debilidad. Y me complazco en soportar por Cristo flaquezas, oprobios, persecuciones y angustias, porque cuando soy débil entonces soy fuerte” 2Co 12,9-10  El cristianismo no es el camino de la comodidad; más bien, es una escalada exigente, pero iluminada por la luz de Cristo y por la gran esperanza que nace de Él.
7.      “Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; ... y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en El”. Ser justo quiere decir sencillamente estar con Cristo y en Cristo. La fe es mirar a Cristo, encomendarse a Cristo, unirse a Cristo, conformarse a Cristo, a su vida.
8.      “Quien nos separará del amor de Cristo… nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro Rm 8 39. Si estamos unidos a Cristo, no debemos temer a ningún enemigo y ninguna adversidad. Es necesario anunciar que Cristo es el vencedor, de modo que quien está con Cristo, quien permanece unido a Él, no debe temer nada.
9.      Cristo es el primogénito de toda criatura, existe antes que todas las cosas y todo tiene en Él su consistencia… Él es el principio de todo, en Él fueron creadas todas las cosas…en Él habita la plenitud de la divinidad” Col 1, 15-20. Acudir a Pablo, tanto a su ejemplo apostólico como a su doctrina, será un estímulo, una garantía, para la consolidación de la identidad cristiana de cada uno de nosotros y para el rejuvenecimiento de toda la Iglesia

10.  Queremos contribuir a vuestro gozo” 2Co 1,24. La misión de todos los apóstoles de Cristo, en todos los tiempos, consiste en ser colaboradores de la verdadera alegría.

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