Conviene
antes de empezar la oración calmar el cuerpo y sosegar el alma, pararnos un
poco antes de empezar y ponernos en presencia de Dios como el que saluda a un
amigo antes de charlar un rato.
El Señor nos habla hoy, como cada día, a través del
Evangelio y el de hoy es de una intensidad asombrosa. Destacaría algunas
frases:
“Sígueme”: esta palabra que Cristo lanza al corazón de
cada hombre nos interpela hoy a nosotros y no podemos obviar la respuesta. Bien
visto sólo hay 3 respuestas: el “no” del que rechaza libremente al que por Amor
le regaló la libertad; el “sí” del que acepta humildemente seguirle porque
“¿dónde iremos, Señor, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?”; y el que no
contesta por miedo o indecisión pero que en el fondo no quiere comprometerse
más allá de sus propias seguridades, de su ambiente de ‘confort’.
¿Cuántas veces durante el día el Señor nos interpela
diciéndonos “sígueme” y no respondemos como debiéramos? Llevemos hoy a la
oración también a todas esas personas, momentos y ocasiones en los que el Señor
nos dice “sígueme” y pasamos de largo. Sin embargo, su misericordia infinita
nos acoge siempre de nuevo. ¿No es maravilloso un Padre así?
“Ven y verás”, porque ese “sígueme” implica mucho más que
una palabra, seguir a Cristo supone muchas –muchísimas- renuncias, un camino
que no es fácil pero que da la verdadera alegría. Ya decía Benedicto XVI que
“Cristo no te quita nada y te lo da todo”.
Ese “Ven y verás” es esa palabra de ánimo de Cristo para
ti y para mí, “ven y verás” porque todo con Cristo es más sencillo, porque nos
tiene reservada una gran sorpresa que no nos podemos ni imaginar pero que
necesita que le sigamos para enseñárnosla. Porque no se trata de grandes
esfuerzos por nuestra parte, es el Señor el que quiere hacernos un inmenso
regalo, murió por nosotros, no para complicarnos la vida. Por eso repetía Juan
Pablo II: “No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo”.
Él te conoce mejor que nadie y sabe lo que tu corazón
anhela, sólo necesita que le sigas y “has de ver cosas mayores”.
Pidamos hoy también por todos los militantes de Santa
María que vuelven de convivencias para que sepan ser fermento en medio del
mundo y por las vocaciones a la vida contemplativa, al sacerdocio, a la vida
consagrada y al matrimonio cristiano. Que los jóvenes sepan contestar al
“sígueme” que Cristo nos lanza.