17 enero 2016. Domingo de la segunda semana de Tiempo Ordinario (Ciclo C) – Puntos de oración

Día del Señor, leer esto,  sentirlo dentro, ya es preparar el corazón para el acto más trascendental del día de un militante, la oración que no debe dejar pro nada del mundo,  porque la oración resuelve todos los problemas, todas las pegas,  nos da tiempo para todo porque el primero se lo damos a Dios que es el dueño del tiempo. No seas avaro del tiempo, el tiempo como la vida es de Dios y es ÉL quien nos lo da. Empecemos con un buen regalo, mejor con una buena devolución y él nos dará todo lo demás.
Ya nos hemos puesto en la presencia de Dios pues estamos hablando de Él: ”Creo Señor que estás presente,…” en mi corazón y quiero que hagas conmigo,  pues eres mi amigo mejor,  esta oración.
Hoy en todo el mundo, en todas las iglesias, se leerá este evangelio tan precioso de las Bodas de Caná. Todos le conocemos bien y hemos meditado más de una vez. Además La Virgen es la protagonista principal que le hace actuar a Jesús antes de tiempo. Como no nos dice nada de San José quizá ya se lo había llevado el Padre, van a la boda Jesús y su Madre,  que cuidan las relaciones familiares y están al tanto en la celebración. La Virgen se da cuenta la primera de que se  acaba el vino; sabe lo que tiene que hacer y nos enseña lo que tenemos que hacer nosotros también cuando algo nos falta. Lo que les falta los jóvenes que me rodean, corren tras los placeres y quedan vacíos. No tienen vino, petición, súplica sencilla, discreta, apremiante.
Parece que la Virgen nos enseña a hacer oración, como cuando la visita el ángel: “¿Cómo será esto si no conozco varón?” “…acordándose de la misericordia del Señor, siempre. Como la que le hace la otra María de Betania: “El que amas está enfermo”. ¡Cómo se dirigen al Señor! ¡Qué trato más exquisito! Afinemos en nuestra oración con estos modelos y con tantos como encontramos en el evangelio. Por eso el Evangelio  debe ser el libro de  cabecera de nuestra oración y una  buena forma con el Evangelio de cada día como hacemos con los puntos de LA Oración del Militante,  que cada vez deben tener más entradas.
Solo repitiendo “No tienen vino” nos podemos quedar todo el rato,  nos falta tanto, estaos tan lejos de lo que Dios pone en nuestro corazón de lo que quiere de nosotros: “Habla Señor que tu siervo escucha”, sí aquí estoy para hacer tu voluntad,…
Y aunque para Jesús no había llegado su hora, así se lo dice, Ella la adelanta. ¿Por qué? Porque  hace una oración humilde, confiada, perseverante. Ya tenemos tres notas  para nuestra oración.
a)       Humilde  porque como dice san Juan de la Cruz, “el que discretamente ama, no cuida de pedir lo  que le falta y sesea sino de representar su necesidad-que Él ya sabe- para que el Amado haga lo que fuere servido. ¡Ah, Si entendiéramos la verdadera humildad que es la del que se esconde en su nada y se sabe obra de Dios! Cómo sería nuestra oración. Si nos dejáramos mirar: “Solo os pido que le miréis” decía santa Teresa a sus monjas, quizá sea el comienzo para dejarnos mirar. Entonces nos sentiremos envueltos en su humildad que es amor.”
b)      Confiada. Ella se fía, cree en la bondad de su hijo, que puede llegar más allá de lo establecido y adelantarlo porque “En las horas más negras de mi vida, y el alma esté de penas combatida, cuando todos me dejen, Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío, PORQUE CREO EN TU AMOR PARA CONMIGO”.  Como nos decía el P. Morales y hemos tomado tantas veces como lema:” La Virgen nunca falla”. Bien lo sabía Ella cuando le dice: “No tiene vino”
c)       Perseverante. A pesar de la respuesta de Jesús: ¿Qué tenemos que ver tú y yo mujer? Y no usa madre sino “mujer” con todo lo que representa en la salvación su madre por ser la vence al maligno. Por eso su oración por su humildad y confianza se convierte en un mandato: “Haced lo que Él os diga”.
“Desde aquella hora la Virgen  ocupa el centro de todas las conversiones” (P. Tomás Morales) Porque la conversión del agua en vino es el signo de todas las conversiones de los hombres por medio de la Virgen.
Con esta escena del Evangelio, se prolongan las teofanías de la Navidad, pastores, magos, bautismo y Caná, mostrando su divinidad el Señor.

Santa Brígida oía en sus revelaciones a Jesús diciéndole a María: “Pide cuanto quieras. Tú que en la tierra no me negaste nada. Yo no puedo negártelo en el cielo”. Por eso por su intercesión ¿qué nos puede negar el Señor que más nos convenga?

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