2 de enero 2016. – San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno – Puntos de oración.

Estamos comenzando un nuevo año, tiempo de gracia y misericordia. Al comenzar la oración, seguimos en actitud de agradecimiento por tantos dones recibidos durante el año recién terminado, muchos de los cuales ni siquiera hemos sido conscientes; a la vez, avivamos grandes deseos de paz, felicidad  y amor para este año que estamos estrenando. Y junto al agradecimiento, también la oración de petición. Pedid y se os dará, dice el Señor. Podemos empezar por nosotros, por nuestros familiares, por todas las personas –puedes repasar sus nombres- que tenemos en el corazón. Y finalmente, por tantas personas –conocidas y desconocidas- empobrecidas, necesitadas de todo tipo de bienes materiales y espirituales, que esperan un 2016 mejor, mucho mejor…
Hoy, dos de enero, la Iglesia nos presenta a dos santazos. Pertenecen a esos que lo dieron todo por la Iglesia de su tiempo, ambos obispos y doctores. San Basilio (magno) y San Gregorio Nacianceno. Sólo quiero destacar un aspecto de su vida, la cálida amistad que mantuvieron durante toda la vida.
“Nos movía un mismo deseo de saber, actitud que suele ocasionar profundas envidias, y, sin embargo, carecíamos de envidia; en cambio, teníamos en gran aprecio la emulación. Contendíamos entre nosotros, no para ver quién era el primero, sino para averiguar quién cedía al otro la primacía; cada uno de nosotros consideraba la gloria del otro como propia.
Parecía que teníamos una misma alma que sustentaba dos cuerpos. …, a nosotros hay que hacernos caso si decimos que cada uno se encontraba en el otro y junto al otro. (De los sermones de san Gregorio Nacianceno, obispo.)
La Palabra de Dios de este segundo día del año, en cuanto al Evangelio (Jn 1, 19-28) nos presenta la humildad de Juan el Bautista. Se le acercaron unos judíos enviados por los sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿tú quién eres?, Es decir, ¿tú, quien te crees que eres? ¿Acaso, te creses el Mesías? Juan les aclara con toda sencillez que él no es el Mesías, que no es más que “la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor”.
Santa Teresa define la humildad como andar en verdad. “…; sino que andemos en verdad delante de Dios  y de las gentes de cuantas maneras pudiéremos, en especial no queriendo nos tengan por mejores de lo que somos, y en nuestras obras dando a Dios lo que es suyo y a nosotras lo que es nuestro, y procurando sacar en todo la verdad, y así tendremos en poco este mundo, que es todo mentira y falsedad, y como tal no es durable.  …  Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira. (Las Moradas, 10)
Y en este tiempo tranquilo y sereno de nuestra meditación podemos imitar al P. Morales en su humildad y en su confianza en el trato con la Virgen. Él nos recomienda el “truco” que a él le ha funcionado: “Hazte tan pequeño que puedas meterte con holgura en el Corazón de la Virgen. Ella te hará más diminuto aún –te lo digo por experiencia-, para que quepas en el Corazón de Cristo y seas feliz en El” (Tesoro Escondido).
Los fariseos que interrogan a Juan no se quedan satisfechos con la respuesta que les ha dado, e insisten: "¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". 
Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". Juan habla del verdadero Mesías, que ya está entre los hombres aunque aún no le conocen. Juan no es más que la voz de la Palabra que es Jesús.

Y terminemos la oración con un coloquio a Nuestra señora. En María encontramos la mujer humilde que supo escuchar la Palabra de Dios, acogerla en su corazón y ponerla por obra.

¡Santa María, hazme humilde según el corazón de Dios, bendíceme y bendice a cuantos viven conmigo, a cuantos me encuentro por el camino de la vida! ¡Bendice de una manera muy especial a cuantos viven solos, abandonados, enfermos, tristes; a cuántos viven sufriendo para que encuentren sentido  a todo lo que les pasa y vivan con esperanza! ¡Dios te salve, María… llena de gracia,…!

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