10 enero 2016. El Bautismo del Señor (Ciclo C) – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
Llegamos al final del tiempo de Navidad en el cual hemos contemplado el misterio del nacimiento del Señor en un humilde portal. Dios siendo tan grande e inconmensurable se hace pequeño para caber en un bebé y en el lugar más desolado, apartado y en las peores condiciones. ¡Qué amor tan grande nos tiene el Señor!
Llegamos al final del tiempo de Navidad con la celebración del Bautismo del Señor. Juan el Bautista, cuando le preguntaron si él era el Mesías, respondió que no, que él era sólo la voz que grita en el desierto, e indicaba a la gente que se preparase para la llegada del Salvador. De hecho, en el momento que ve a Jesús, dice “he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Juan nos señala a Quién hemos de acudir, al que tiene palabras de vida eterna y es la Verdad. Para acoger esas palabras de vida eterna debemos hacer lo que nos dice Dios a través del profeta Isaías en la primera lectura: “allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”. Como siempre, en tu rato de oración revisa tu vida y prepara tu corazón para el Señor porque así te llenarás de alegría. La alegría que nos lleva a cantar como el salmista “Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres!”
En el bautismo de Jesús también asistimos a un momento de suma importancia en su vida. Asistimos a la proclamación por el Padre, confirmada por la venida sobre Jesús, del Espíritu Santo, de la identidad más profunda de nuestro Señor: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”; y todo esto sucede mientras oraba. Una vez más con ello, el Señor nos muestra la importancia de la oración.

Le pedimos a la Virgen Santísima que nos ilumine, que siempre nos ayude a hacer oración y que nos haga caer en la cuenta que nosotros también, por medio de la gracia de nuestro bautismo somos hijos de Dios.

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