31/3/2014, Lunes de la cuarta semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías (65, 17-21)

Así dice el Señor: «Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.»

Salmo responsorial (Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b)
R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante; su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

Lectura del santo evangelio según san Juan (4, 43-54)

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: - «Un profeta no es estimado en su propia patria.» Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: - «Como no veáis signos y prodigios, no creéis.» El funcionario insiste: - «Señor, baja antes de que se muera mi niño.» Jesús le contesta: - «Anda, tu hijo está curado.» El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría.  Y le contestaron: - «Hoy a la una lo dejó la fiebre.» El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: «Tu hijo está curado.» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.

31 marzo 2014. Lunes de la cuarta semana de Cuaresma – Puntos de oración

Teniendo en cuenta la hermosura y profundidad del evangelio del domingo, la curación del ciego de nacimiento, os propongo seguir en esa onda y para ayudaros os brindo estos textos sacados del libro “Cuaresma y Pascua 2014” que edita Cáritas.

En tu luz vemos la luz

Jesús-Luz, cura mi ceguera, que me pueden las tinieblas, peligrosas, feas.

Guía mis pasos en mi noche, como hiciste con los magos y su estrella.

Aplica a mis ojos el colirio de la verdad, y sácame de la noche, como hiciste a Nicodemo; quiero verte, que te vea.

Limpia mis ojos con el colirio de la esperanza, como al anciano Simeón; con el colirio de tus signos misericordiosos, como al Bautista; con el colirio de tu gloria, como en el Tabor; con el colirio de tu perdón, como a Pedro; con el colirio del amor, como a Magdalena; con el colirio del pan y la palabra, como en Emaús; con el colirio del dolor y las llagas, como a Tomás o el buen ladrón; siempre con el colirio de la fe.

Cristo-Sol, no me cures los ojos, ciégame; que estos ojos viejos y necrosados, ya no valen; ojos fariseos. Ciégame, para ver que no veo, y gritar que me cures. Pon, quizá, barro en mis ojos, embárrame, para pedir que me laves.

Ciégame, por favor, como a Saulo, y regálame ojos nuevos, como a Pablo.

Cristo-Sol, pon tus propios ojos en mi corazón.

Nuestra iluminación

Ver a Jesús: Que podamos ver a Jesús y aprendamos a distinguir sus distintas presencias.

Ver como Jesús: Que Él ponga sus ojos en nuestro corazón, para que lo veamos todo con la verdad y la misericordia de Jesús.

Ser luz: Estamos llamados a ser luz del mundo. Que nuestra palabra y toda nuestra vida sean transparencias de Jesús.

Ser estrellas en medio de la noche del mundo, para que la Virgen María, estrella de la nueva evangelización, pueda servirse de nosotros para salvar a la juventud.

30/3/2014, Domingo de la cuarta semana de Cuaresma

Lectura del primer libro de Samuel (16, lb. 6-7. 10-13a)

En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: -«Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.» Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: -«Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.» Pero el Señor le dijo: -«No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; e Señor ve el corazón.» Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo -«Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.» Luego preguntó a Jesé: -«¿Se acabaron los muchachos?» Jesé respondió: -«Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas. » Samuel dijo: -«Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue. » Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: -«Anda, úngelo, porque es éste.» Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.

Salmo responsorial (Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (5, 8-14)

Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz -toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»

Lectura del santo evangelio según san Juan (9, 1. 6-9. 13-17. 34-38)

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: -«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).» Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: -«¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: -«El mismo.» Otros decían: -«No es él, pero se le parece.» El respondía: -«Soy yo.» Llevaron ante los fariseos al que habla sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo habla adquirido la vista. Él les contestó: -«Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.» Algunos de los fariseos comentaban: -«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros replicaban: -«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: -«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: -«Que es un profeta.» Le replicaron: -«Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: -«¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: -«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: -«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.» Él dijo: -«Creo, Señor.» Y se postró ante él.

30 marzo 2014. Domingo de la cuarta semana de Cuaresma – Puntos de oración

Las etapas por las que va pasando la liturgia durante el año, parecen adecuarse a todas las etapas por las que va pasando uno por la vida.

En este momento del camino cuaresmal uno parece identificarse con esos momentos que se prepara para una gran prueba, un acontecimiento que requiere un gran esfuerzo previo.

También puede asemejarse a momentos de la vida en los que uno se encuentra en desierto o desolación, y no ve ningún camino o salida en este gran desierto.

Se me ocurre también que hay momentos en que te planteas dar un cambio a tu vida, un giro total, abandonar todo aquello que te hace menos persona o te aleja de Dios.

En todos los casos uno se ve turbado, cansado inquieto, sin fuerzas. ¿Quién no se siente así muchos días?

La gran ventaja y esta es la idea de fondo para el próximo día es que durante este camino de nuestra vida o este camino cuaresmal, Jesús nos sale al encuentro.

La imagen puede ser la de Jesús que se nos aparece como a la samaritana al lado del pozo, o en nuestro peregrinar por el desierto en forma de fuente que mana y corre.

Llegamos cansados, agotados y sedientos y Él nos dice. ¿Queréis que os dé beber? ¿Necesitáis recuperar fuerzas?

Y qué responderemos. ‘Señor sácianos la sed, restaura nuestras fuerzas, porque duro es este caminar por la vida.’

Jesús no nos saca del camino, no nos evita el caminar. Pero sale a nuestro encuentro, no se aparta del camino, lo recorre con nosotros. Es más nos ayuda en el camino.

Cuántas veces estos días en que me surgen los problemas de la vida, me quejo y maldigo. Le chantajeo al Señor y le digo si me quitas este problema, si curas a mi… te prometo ser mejor, cambiar… Pero Jesús no es un comerciante. La vida es como es, y tiene sus gozos y sus penas.

Eso sí, Jesús que no las eliminó de su vida, sale a nuestro encuentro para darnos el agua y el alimento para el camino.

Acércate mañana en la oración al pozo que rebosa aguas vivas. Lánzate, sumérgete en él.

Se me ocurren unos aspectos prácticos que podemos experimentar.

  • El agua calma la sed. ¿De qué tenemos sed?
  • El agua restaura el organismo. Sin agua las células se mueren, los cuerpos se secan. ¿Qué necesito revitalizar en mi vida?
  • El agua limpia la suciedad. ¿Qué tengo que limpiar en mi está cuaresma?
  • El agua da fuerza para el camino. ¿Para qué empleo el agua? ¿Hacia dónde me dirijo?

29/3/2014, Sábado de la tercera semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Oseas (6,1-6)

Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra. - «¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos.»

Salmo responsorial (Sal 50, 3-4. 18-19. 20-21ab)
R. Quiero misericordia, y no sacrificios.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 9-14)

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

29 marzo 2014. Sábado de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Podemos hacer la oración de este día pidiendo tres cualidades al Señor: conocimiento de uno mismo, humildad y confianza.

El ser humano debe conocerse a sí mismo; le ayuda a dominarse, a moldear su carácter, a prevenir lo que va a decir y hacer; este proceso dura toda la vida. Cuando establecemos una relación con Dios de oración, amistad y entrega, Él nos abre la inteligencia para comprenderle, conocernos a través de Él y poder servir a los demás en Él; y a medida que nos vamos autoconociendo, vislumbramos una “semilla” en el fondo de nuestro interior que nos vuelve a Él y nos habla de su plan para con nosotros. No debemos confundir el conocerse a sí mismo traspapelando el cómo me imagino que soy o cómo me gustaría ser; son niveles distintos: tengo que conocer mi situación real, cómo soy y aceptarme y quererme, aunque luchando para mejorar; y cuando me ponga frente al espejo de la oración, veré que hay una distancia del cómo me imagino a cómo soy (al igual que cuando nos oímos en una grabación); y aún hay mayor diferencia de cómo soy a cómo me gustaría ser, pero hay que compararlo con cómo quiere Dios que sea, y aquí estamos ante una elección, ante una bifurcación en la que tenemos que descifrar su idioma (el del silencio del Amor) y escoger uno de los dos caminos.

Cuando nos vamos descubriendo, vemos cualidades positivas y también otras negativas, unas coinciden con algunas personas y otras no; el conocimiento de las negativas no es motivo para hundirse en la desesperación o tristeza, o en el enfado o reproche, pero tampoco en el abandono u olvido de éstas cayendo en dejadez, en pesimismo y finalmente en abulia. Igual para las positivas: estamos ante un camino con precipicios a ambos lados, no vayamos a caer en la apariencia, en la autosuficiencia, en el orgullo, en el individualismo o también en el activismo con el freno estropeado. Llevémoslo todo a la oración, y todo en las cosas grandes y las cosas chicas, lo cotidiano y lo extraordinario, y todo con humildad: ¿qué le vamos a contar al Señor que él no conozca? ¡Pero cuéntaselo! Hay que tener la humildad de hacerlo; porque en esto consiste en conocernos a través de Dios, que cuando le cuentas “tu vida” es Él quien te la está contando a ti; si no le hablas no te conoces. “¿Qué te parece?” Humildad, transparencia... así de claro hay que ser con Él, y en Él a los demás. Y después de contarle “tu vida”, escucharle, por supuesto; y estar un rato a solas los dos.

Y ahora viene nuestro alivio: el depositar por entero nuestra confianza en Dios. “Hágase según tu voluntad”; todo lo que sucede tiene su sentido. Esto nos da una seguridad y fortaleza tremendas: el ver que yo no puedo pero con la ayuda de Dios sí, que no sé cómo va a ir una situación pero con la confianza puesta en el Señor, ya tengo tranquilidad. Conviene también trabajar la confianza en los que me rodean y en el ser humano en general; Dios nunca la ha perdido. Y entonces es cuando conozco las obras del Señor, y me reconozco a mí mismo como ese “instrumentillo” puesto en marcha, que tiene que seguir avanzando.

Con humildad y confianza ora al Señor para conocerte cada día un poco más y ponerte al servicio de los demás. En compañía de María, quien nos abraza al Padre. En este mes de San José que está terminando, pidámosle que nos lleve a María, imitándola en sus virtudes, y por María a Jesús.

28/3/2014, Viernes de la tercera semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Oseas (14, 2-10)

Así dice el Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»

Salmo responsorial (Sal 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17)
R. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.

Oigo un lenguaje desconocido: «Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. R.

Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! R.

No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto. R.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!:
te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.» R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12, 28b-34)

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: - «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: -«El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El escriba replicó: -«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: -«No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

28 marzo 2014. Viernes de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Ponernos en la presencia de Dios es un paso que no nos podemos saltar para hacer nuestro rato de oración diaria. De lo contrario se convertirá en la búsqueda de uno mismo.

Como nos encontramos dentro del tiempo litúrgico de Cuaresma, siempre nos va a ir llevando al cambio de corazón, a la conversión. Esto culminará en la gran explosión de la Pascua, la Resurrección de Cristo.

Desde ese momento final y cumbre vivimos cada instante en el proceso de cambio que se tiene que ir dando en nuestras vidas. El final ilumina cada paso.

Hoy nos lo dice de una forma muy clara el profeta Oseas, que vivió en el siglo VIII antes de Cristo: “Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado”. Su mensaje se centra en la conversión a Dios y en el abandono de los ídolos.

Podíamos dedicar un espacio de nuestra oración de este día para ver, a la luz de Dios, cuáles son mis ídolos, aquellas cosas o personas que me roban el corazón y me quitan la libertad interior para amar de verdad.

La auténtica conversión es la que nos propone el Evangelio de este día: Cumplir los mandamientos más importantes, que resumen todo, amar al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser; y amar al prójimo como a ti mismo.

Amar a Dios y al prójimo vale más que todos los sacrificios”. Cuántas veces nos empeñamos en un progreso espiritual voluntarista que acaba secándonos de tal manera que nos destruye interiormente.

El amor es más importante que la misma práctica cultual, porque es lo que le da valor. Necesitamos sinceridad y valentía para examinarnos en el amor, que es lo central de la religión.

Mediada la cuaresma meditemos en nuestra conversión a Dios y al hermano, porque para este doble encuentro no hay vía mejor y más rápida que la del amor.

Dejémonos acompaña por María, mujer siempre atenta a la voluntad de Dios y a las necesidades de los hombres.

27/3/2014, Jueves de la tercera semana de Cuaresma

Lectura del libro de Jeremías (7,23-28)

Así dice el Señor: «Ésta fue la orden que di a vuestros padres: "Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien." Pero no escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda y no la frente. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído: endurecieron la cerviz, fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán; ya puedes gritarles, que no te responderán. Les dirás. "Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca."»

Salmo responsorial (Sal 94,1-2.6-7.8-9)
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.» R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,14-23)

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.»

27 marzo 2014. Jueves de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

¡Ven, Espíritu Santo, abre nuestros oídos! Ojalá escuchemos hoy la voz del Señor.

Sí, la oración de hoy debe empezar con un buen lavado de oídos. Nos lo pide el salmista, nos lo pide el profeta Jeremías, nos lo exigen estas lecturas tan contundentes. Si no escuchamos al Señor después de estas palabras atronadoras de hoy, no sé quién nos podrá salvar… Sólo el propio Dios.

Pero, ¿por qué se pueden cerrar nuestros oídos? Nuestros oídos se pueden cerrar por obstinación del corazón, por seguir nuestras ideas terrenas y habituarnos a no hacer caso a Dios, por darle la espalda. Nuestros oídos se cierran porque se llenan de inmundicia, es decir, se obturan de cera los conductos auditivos por prestar oído a tantas frivolidades, a tantas noticias insulsas, a las maledicencias, a las mentiras, a los halagos del mundo… Nuestros oídos se cierran porque nos los cierra Belzebú. Sí, sí, el diablo, que existe, y que tiene mucho interés en que no nos demos cuenta de que existe. Cierra nuestros oídos a los susurros de Dios, a la música celestial, a la palabra eterna del Evangelio, a las palabras eficaces de tantos predicadores de bien que también hay por el mundo. Al demonio no le interesa que escuchemos a nadie nada más que a él.

Después de este paso por el otorrino para que nos diagnostique la causa de nuestra otitis, tenemos que aplicar la mejor medicina para curarnos. Cristo. Él mismo abrió los oídos a varios sordos de aquellos campos de Palestina. El sabe abrirlos eficazmente.

Pero además el evangelio de hoy presenta al mismo Cristo que libera de su mudez a un hombre. Sí, no solamente necesitamos a Cristo para que nos permita oír, sino que también lo necesitamos para que nos ayude a hablar. No podemos callar lo que hemos recibido, hay que proclamarlo a los cuatro vientos.

Escuchemos en esta oración al Señor, a ver qué nos quiere decir, e inmediatamente salgamos a la calle a contárselo a todo el que se ponga a tiro.

Cristo hace milagros. Cristo lee los pensamientos de los que le increpan. Cristo desenmascara a Belzebú. Cristo enseña sana doctrina. Cristo se pone como centro al que hay que unirse… No hay duda, Cristo es Dios. Proclamémoslo.

26/3/2014, Miércoles de la tercera semana de Cuaresma

Lectura del libro del Deuteronomio (4, 1. 5-9)

Moisés habló al pueblo, diciendo: -«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.»

Salmo responsorial (Sal 147, 12-13. 15-16. 19-20)
R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza. R.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 17-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»

25/03/2014, La Anunciación del Señor

Lectura del libro de Isaías (7, 10-14; 8, 10)

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: -«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Salmo responsorial (Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R.

«Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (10, 4-10)

Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: - «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1, 26-38)

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. » Y la dejó el ángel.

25 marzo 2014. La Anunciación del Señor – Puntos de oración

La oración de hoy es muy fácil, basta hacerla cerquita de la Virgen. “¡Qué bien, Madre, se hace oración contigo, qué descubrimiento!”(P. Morales). Si bien esto sirve para todos los días, con mayor motivo hoy que celebramos la Anunciación del Señor.

La escena de la Anunciación es la que más han plasmado pintores y escultores cristianos de todos los tiempos, famosísimas son las de Fra Angelico o la del Greco. A quien le ayude, puede tomar una de estas estampas para la composición de lugar de este día; pero  quizás algo más sencillo sea imaginarse cada uno sentadito al lado de la Virgen y preguntarle, ¿Madre, cómo fue que te hiciste Madre de Dios y qué sentiste?

Recuperar el asombro

El primero de los puntos que propongo para meditar sobre la Encarnación es el asombro que la grandeza del misterio de la Encarnación debe suscitar en todos. Meditar sobre el "corazón de la gran novedad cristiana que celebramos: algo absolutamente impensable, que sólo Dios podía hacer y que solo se puede entrar con la fe" (Benedicto XVI).

Dios, se ha hecho carne, visible, ha recorrido como un hombre nuestras calles, ha entrado en nuestra historia. Y no lo ha hecho con la ostentación de un soberano sino con la humildad de un niño.

Dios se dona plenamente

En la Encarnación Dios se dona a sí mismo entregándose en su Único Hijo, Jesucristo. Este debe ser el modelo de entrega y donación de cada cristiano. Como lo hizo María. Ella no le entregó a Dios una parte de sí, ni una ofrenda material. Se entregó totalmente como esclava. “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”

Ir más allá de las palabras

Este modo de actuar de Dios debe ser  un estímulo poderoso para cada uno de nosotros, para cuestionarnos sobre el realismo de nuestra fe. La vida cristiana no debe limitarse a la esfera de los sentimientos, de las celebraciones, sino que debe entrar en la realidad, en lo concreto de nuestra vida. El cristiano debe mirar al mundo con ojos nuevos, con la mirada propia de un hijo de Dios. Mirarlo con el amor de Dios:Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16); un amor universal, como el que San Ignacio pide a sus hijos jesuitas,  “que abrace a todas maneras de personas”, “aunque entre sí sean contrarias, y que sepa servir sin ofenderles”. (Constituciones).

Y terminemos con un coloquio a Nuestra Señora: ¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y a tu Hijo Jesús. Ayúdame a seguirle y a imitarle, así nuevamente encarnado.

24/3/2014, Lunes de la tercera semana de Cuaresma

Lectura del segundo libro de los Reyes (5, 1-15a)

En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: - «Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaria: él lo libraría de su enfermedad.» Naamán fue a informar a su señor: - «La muchacha israelita ha dicho esto y esto.» El rey de Siria le dijo: - «Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.» Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: - «Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad.» Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: - «¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí.» El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado:  «¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.» Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: - «Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará, limpia.» Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: - «Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: - «Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.» Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: - «Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel.»

Salmo responsorial (Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4)
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.

Tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R.

Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R.

Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4, 24-30)

En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: - «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

24 marzo 2014. Lunes de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Comenzamos la oración uniéndonos de corazón a Jesús en el desierto. Le pedimos participar de su oración como Hijo y sentir la mirada amorosa del padre de los cielos sobre nosotros. Rezo con el salmo: “Mi alma tiene sed del Dios vivo, ¿cuándo veré el rostro de Dios?”.

La palabra de Dios en este día nos muestra el camino para que Dios pueda alcanzar nuestra vida, tocarnos y curarnos de nuestras enfermedades, cambiarnos el corazón. Lo vemos en la curación de Naamán el Sirio y, por contraste, en los nazarenos.

  • El profeta Elías, hombre de Dios, indica a Naamán, enfermo de lepra, lo que debe hacer para quedar sano: bañarse siete veces en el río Jordán. Al general sirio le parece tan ridículo que se niega al principio y le tienen que convencer. Cuando obedece la orden del profeta, su carne queda limpia. Esperaba algo espectacular, pero el lenguaje de Dios es la sencillez.
  • En Nazaret Jesús no puede hacer milagros porque no tienen fe en Él. Esperaban un Mesías espectacular y se resisten a aceptar al hijo del carpintero, que ha vivido como uno más durante treinta años entre ellos.

Y es que Dios ama la sencillez y se revela a los sencillos, a los que confían sin exigir pruebas. La fe humilde es el camino para que Dios entre en nuestra vida y pueda hacer sus maravillas. El río Jordán tiene un pequeño cauce en su transcurrir desde el lago de Tiberíades al Mar Muerto, entre tierras desérticas. Nazaret es una pequeña aldea de apenas cincuenta casas excavadas en la roca en la falda de una montaña de Galilea.

Para acoger a Dios tenemos que aprender a reconocer su presencia escondida en lo cotidiano, en el trabajo que desempeñamos, en las personas que nos rodean. Los ojos de la fe rasgan las apariencias de las cosas y los acontecimientos para descubrir la realidad de Dios Padre que gobierna todo según designios de amor. Busquemos en la oración la mirada del Padre que nos envuelve y su voz que nos dice con infinita ternura: “Tu eres mi hijo amado”, porque ve en nosotros a Jesús.

23/3/2014, Domingo de la tercera semana de Cuaresma

Lectura del libro del Éxodo (17, 3-7)

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: -«¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?» Clamó Moisés al Señor y dijo: -«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.» Respondió el Señor a Moisés. -«Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los anciano de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.» Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meríbá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: -«¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»

Salmo responsorial (Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9)
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.» R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5, 1-2. 5-8)

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Lectura del santo evangelio según san Juan (4, 5-15. M-26, 39a. 40-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial, Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: -«Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: -«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: -«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» La mujer le dice: -«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le contestó: -«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.» La mujer le dice: -«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.» Jesús le dice: -«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer le dice: -«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.» Jesús le dice: -«Soy yo, el que habla contigo.» En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: -«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

23 marzo 2014. Domingo de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Me pongo en la presencia del Señor en este tercer domingo de Cuaresma. En el día dedicado a la vida podemos decir gracias. ¡Gracias  a la vida que me ha dado tanto! La vida el don más grande. La fe y cuantas cosas más que podrás descubrir en estas reflexión.

Durante los cuarenta días que dura la Cuaresma quiere la Iglesia que nos  acerquemos más a los misterios  de la Semana Santa: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Te brindo que medites el nombre de…

Ceniza: Al imponernos la ceniza, el sacerdote hace la señal de la cruz sobre nuestras frentes  y nos repite las palabras que Jesús pronunció al comenzar su vida pública. “Convertíos y creed en el evangelio”  Cristo que sufre es cosa de un día, Cristo glorioso es eternidad.

Unidad: Que todos seamos uno como Tú, padre, eres uno. Un mismo querer, un mismo sentir, en el hacer, en el obrar.

Alegría. Es un misionero invisible que predica a Dios con la sonrisa, haciéndolo amar sin querer. Eterno sembrador de alegría, el cristiano sabe encontrarla en todas partes y la esparce por doquier.

Reflexión. La reflexión nos hace libres en un mundo esclavizado por las modernas técnicas de difusión de pensamiento. La reflexión es el mejor aprendizaje para llegar a ser excelente en tu profesión.

Eucaristía. Inmolándonos en la Misa con y en Jesús, participamos de su divinidad, dejamos de vivir cada uno nuestra vida propia para vivir todos la de Jesús. Nos hacemos familia con Él. Cuando comes, transformas en ti el alimento. Cuando comulgas, Él te transforma.

Soledad y Silencio: Jesús estuvo solo y en silencio. Sin clima de recogimiento interior y exterior, no germina el pensamiento fecundo. Solo en la noche  del silencio podemos buscar hondo, calmar el oleaje nervioso de nuestros sentidos agotados, crear y crearnos.

María: La Madre de Jesús no espera de cada cristiano más que una cosa: que vaya a Ella con alma de hijo. En el Corazón de la  Madre, y sólo en él, aprenderás dos cosas: a llenarte de Jesucristo y a rebosarlo a los demás

Amor. Solo amando en cada instante, podéis salvar a esa cantidad de almas cuya eternidad depende de vosotros. Piénsese que el único camino para que el Amor, Dios, se apodere del mundo, es enseñar a todos a saber sufrir y amar, viviendo para los demás.

Las lecturas de hoy nos dicen:

Una tortura como la sed, puede hacer perder la fe. Si el hombre sufre angustias ¿dónde está ese Dios bueno que creó y ama al hombre como a su hijo? El pueblo hebreo en su marcha por el desierto recoge y expresa esta pregunta dramática: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? Se necesita mucha teología y mucha experiencia espiritual para contestar a esa pregunta permanente.

En cinco versículos Pablo borda un texto precioso con los hilos de la fe, la esperanza, el amor y la gracia.

  • La fe nos abre la puerta a la gracia salvadora.
  • La esperanza nos sostiene, porque en esperanza fuimos salvados (Rm 8,24)
  • El amor se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Este amor está en el fondo de toda la vida espiritual.

El evangelio de Jesús con la samaritana es una catequesis perfecta. Algunas de sus frases  podemos preguntarnos durante nuestra reflexión: “¡Si supieras!...  Dame de beber.”

Qué importancia tiene el agua en nuestra vida. Nos colma la sed en nuestro bautismo.

Hoy, festividad de Santo Toribio de Mogrovejo, le recordamos con el salmo que le cantaron por deseo suyo el jueves santo de 1606: ¡Que alegría cuando me dijeron vamos  a la casa del Señor!

22/3/2014, Sábado de la segunda semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Miqueas (7, 14-15. 18-20)

Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaatl, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.

Salmo responsorial (Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 1-3. 11-32)

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: - «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

22 marzo 2014. Sábado de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

* Primera lectura: El profeta suplica a Dios que no abandone a su pueblo, sino que realice en él las promesas, de manera que Israel, ahora triste y abatido, pueda rehacer su vida. La segunda parte de la lectura es como una composición sálmica en la que el profeta exulta de gozo pensando en el futuro perdón de Dios, como garantía de las promesas que se van obrando entre los altibajos de la historia humana. El texto tiene como tres sabores: de oración de súplica, pues pide a Dios que nos pastoree con amor; de confesión de fe, pues ese Dios pastor es tan cercano y comprensivo que nos perdona; y de esperanza, pues, ese Dios perdonador se mantendrá siempre a nuestro lado.

* Salmo: Alabemos a Dios, nuestro Padre, porque ha sido misericordioso para con nosotros. Él nos ha perdonado y ha alejado para siempre de su presencia todos nuestros pecados. En Cristo Jesús hemos conocido el Rostro amoroso y misericordioso de Dios. El Señor no se ha quedado en promesas de salvación. Él ha cumplido su palabra y nos llama para que, creyendo en Jesús, hagamos nuestros su amor y su vida. Dios sabe que somos frágiles, inclinados al pecado. Tal vez muchas veces la concupiscencia nos llevó por caminos de rebeldía a Dios. Pero el Señor, cuando ve que volvemos a Él con el corazón arrepentido, se nos muestra como un Padre lleno de amor y de ternura para con nosotros. Aprovechemos este tiempo de gracia del Señor para volver a Él y, recibido su perdón, caminar en adelante como hijos de Dios, glorificando su Santo Nombre con nuestras buenas obras.

* Evangelio: Oramos con este texto del Beato Juan Pablo II en la homilía del Domingo 16 de marzo de 1980 en su visita pastoral a la parroquia romana de San Ignacio de Antioquia:

“Por medio de la parábola del hijo pródigo, el Señor ha querido grabar y profundizar esta verdad, espléndida y riquísima, no sólo en nuestro entendimiento, sino también en nuestra imaginación, en nuestro corazón y en nuestra conciencia. Cuántos hombres en el curso de los siglos, cuántos de los de nuestro tiempo pueden encontrar en esta parábola los rasgos fundamentales de propia historia personal. Son tres los momentos clave en la historia de ese hijo, con el que se identifica, en cierto sentido, cada uno de nosotros, cuando se da al pecado.

Primer momento: El alejamiento. Nos alejamos de Dios, como se había alejado ese hijo del padre, cuando empezamos a comportarnos respecto a cada uno de los bienes que hay en nosotros, tal como él hizo con la parte de los bienes recibidos en herencia. Olvidamos que ese bien nos lo ha dado Dios como deber, como talento evangélico. Al operar con él, debemos multiplicar nuestra herencia, y, de ese modo, dar gloria a Aquel de quien la hemos recibido. Por desgracia, nos comportamos, a veces, como si ese bien que hay en nosotros, él bien del alma y del cuerpo, las capacidades, las facultades, las fuerzas, fuesen de nuestra propiedad exclusiva, de la que podemos servirnos y abusar de cualquier manera, derrochándola y disipándola.

Efectivamente, el pecado es siempre un derroche de nuestra humanidad, el derroche de nuestros valores más preciosos. Esta es la auténtica realidad, aun cuando pueda parecer, a veces, que precisamente el pecado nos permite conseguir éxitos. El alejamiento del Padre lleva siempre consigo una gran destrucción en quien lo realiza, en quien quebranta su voluntad, y disipa en sí mismo su herencia: la dignidad de la propia persona humana, la herencia de la gracia.

El segundo momento en nuestra parábola es el del retorno a la recta razón y del proceso de conversión. El hombre debe encontrar de nuevo dolorosamente lo que ha perdido, aquello de que se ha privado al cometer el pecado, al vivir en el pecado, para que madure en él ese paso decisivo: "Me levantaré e iré a mi Padre" (Lc 15, 18). Debe ver de nuevo el rostro de ese Padre, al que ha vuelto las espaldas y con quien ha roto los puentes para poder pecar "libremente", para poder derrochar "libremente" los bienes recibidos. Debe encontrarse con el rostro del Padre, dándose cuenta, como el joven de la parábola, de haber perdido la dignidad de hijo, de no merecer acogida alguna en la casa paterna. Al mismo tiempo, deberá desear ardientemente retornar. La certeza de la bondad y del amor que pertenecen a la esencia de la paternidad de Dios, deberá conseguir en él la victoria sobre la conciencia de la culpa y de la propia indignidad. Más aún, esta certeza deberá presentarse como el único camino de salida, para emprenderlo con ánimo y confianza.

Finalmente el tercer momento: El retorno. El retorno se desarrollará como habla Cristo de él en la parábola. El Padre espera y olvida todo el mal que el hijo ha cometido, y no tiene en consideración todo el derroche de que es culpable el hijo. Para el Padre solo hay una cosa importante: que el hijo ha sido encontrado; que no ha perdido hasta el fondo la propia humanidad; que, a pesar de todo, vuelva con el propósito resuelto de vivir de nuevo como hijo, precisamente en virtud de la conciencia adquirida de la indignidad y de la culpa.

"Padre, he pecado..., no soy digno de llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 21).

ORACIÓN FINAL:

Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya, concédenos, por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

21/3/2014, Viernes de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro del Génesis (37, 3-4.12-13a. 17b-28)

José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: - «Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.» José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: - «Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños.» Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: - «No le quitemos la vida.» Y añadió: - «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él.» Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: -«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra.» Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Estos se llevaron a José a Egipto.

Salmo responsorial (Sal 104, 16-17. 18-19. 20-21)
R. Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo. R.

Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó. R.

El rey lo mandó desatar, el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones. R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (21, 33-43. 45-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: -«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»Le contestaron: -«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» Y Jesús les dice: -«¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.» Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

21 marzo 2014. Viernes de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

Hoy en la oración te llamo a mirar en tu interior y a descubrirte, en la presencia del Señor. Mira dentro de ti y pídele que te ilumine. Examina tu vida. ¿Cómo es tu relación con tus hermanos, con los que te rodean? ¿Te molestan sus dones y tienes envidia, como tenían los hijos de Israel, de su hermano José? ¿Te enfadas con Dios porque no tienes lo que te apetece y no le das gracias por todo el bien que te ha hecho? Aprende a aceptar cómo Dios te ha hecho y potencia los dones que Él te ha dado para ponerlos al servicio del hermano. Sólo así se puede ser feliz.

En ese hermano que te molesta y del que tienes envidia también está Cristo, y Cristo es la piedra angular de tu vida. Por lo tanto si no amas a tu hermano y no te entregas a él, rechazas a Cristo; y si rechazas a Cristo, tu vida no tiene sustento porque no la soportas sobre lo más importante.

Pregúntate por lo tanto: ¿Es Cristo la piedra angular de mi existir? ¿O es una piedra más de ese edificio que es mi vida?

Que la Virgen María interceda por nosotros y nos ayude a convertir nuestro corazón en esta Cuaresma llevándonos de la mano en nuestro caminar por el desierto.

20/3/2014, Jueves de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro de Jeremías (17, 5-10)

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones.»

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16, 19-31)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: -«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. " Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»

20 marzo 2014. Jueves de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

Iniciamos nuestro tiempo diario exclusivo con el Señor, poniéndonos en su presencia y recordando la oración preparatoria de San Ignacio:

“Pedimos gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad”.

Invocamos al Espíritu Santo, a la Madre y especialmente al “lento pero seguro” san José, en el día posterior al de su fiesta. A este hombre, que creyó y vivió siempre en la fe, que no necesitó que un muerto resucitase, le encomendamos nuestra perseverancia en la oración.

Las lecturas de hoy nos hablan del hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Ese será dichoso, en oposición del hombre que sigue el consejo de los impíos. Entre el segundo y el tercer anuncio de la pasión, el capítulo dieciséis del evangelio según Lucas incluye la parábola del hombre rico y Lázaro el mendigo. La parábola contiene elementos que nos pueden hacer reflexionar.

  • Percibimos un toque de atención sobre el hecho de que la eternidad se prepara ya en el tiempo. En los días que dura nuestra existencia terrena, que discurren con rapidez, decidimos nuestra existencia eterna. Tanto el mendigo como el rico viven eternamente. La forma de vivir esa existencia definitiva se decidió cuando uno vivía rodeado de dolor y miseria, pero fiel a Dios, mientras que, por el contrario, el otro gozaba de la vida, pero olvidando a Dios y a su prójimo.
  • La riqueza o más bien el apego a la riqueza como un obstáculo difícil de salvar para llegar triunfante a la eternidad. “¡Qué difícil será que los que tienen riquezas entren en el reino de Dios!” (dirá Jesús en otro momento). En esta meditación, no dejemos de pedir recibir la gracia de entender y vivir nuestra mística de las “manos vacías”.
  • No podemos desentendernos de los pobres como escribe el Papa Francisco: “Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales. Si bien puede decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles laicos es la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad humana sea transformada por el Evangelio, nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social” (Evangelii Gaudium 201).
  • En las últimas frases de la parábola, el condenado ruega a Abraham que envíe a Lázaro a casa de sus hermanos. Lázaro podrá darles testimonio de la vida eterna y advertirles de que también a ellos los aguarda, su propio destino eterno. Abraham responde que para eso tienen a Moisés y a los profetas, la Escritura y los predicadores, diríamos hoy. El atormentado replica que eso no va a servir. Lo que está en la Escritura y lo que predica la Iglesia ya no impresiona. Pero si fuera un muerto recapacitarían. A lo que Abraham responde que si no escuchan lo que dice la Escritura y la enseñanza, tampoco se convencerán por el hecho de que alguien regrese del más allá. Jesús no ha escogido el nombre de Lázaro al azar, habrá un personaje histórico con ese nombre que regresará del más allá, su amigo Lázaro de Betania. Pues bien, el capítulo 12 del Evangelio de san Juan, nos cuenta cómo reaccionan unos y otros: “Una gran muchedumbre de judíos supo que estaba allí, y vinieron, no sólo por Jesús, sino por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los príncipes de los sacerdotes habían resuelto matar a Lázaro, pues por él muchos judíos iban y creían en Jesús”. Por muchas formas en las que Dios nos hable de la eternidad, siempre habrá hombres que ponen su confianza en Dios y otros que siguen el consejo de los impíos.

Podemos concluir estas reflexiones con un coloquio con el Señor. San Ignacio nos lo precisa: “el coloquio se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su señor: cuándo pidiendo alguna gracia, cuándo culpándose por algún mal hecho, cuándo comunicando sus cosas y queriendo consejo en ellas. Y decir un Pater noster (Ejercicios Espirituales).

19/3/2014, San José, Esposo de la Virgen María

Lectura del segundo libro de Samuel (7, 4-5a. 12-14a. 16)

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»

Salmo responsorial (Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R. Su linaje será perpetuo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.» R.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mí favor, y mi alianza con él será estable. R.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4, 13. 16-18. 22)

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1, 16. 18-21. 24a)

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

19 marzo 2014. San José, Esposo de la Virgen María – Puntos de oración

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de San José, “el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”.

Una fiesta que se celebra como solemnidad, nos indica la importancia de la figura que elogia. En efecto, así como la Virgen María es modelo de mujer, así san José es modelo de varón. Cuando Dios quiso elegir una madre y un padre de carne y hueso para su Hijo que se iba a hacer también de carne y hueso, es evidente que no iba a elegir a cualquiera. Así como María encarna en su grado máximo las virtudes, la pureza y santidad del genio femenino, así podemos suponer que san José encarna las virtudes propias del varón que Dios padre quería como referente humano para su Hijo. La psicología actual muestra la importancia de la figura del varón como referente, discreto pero imprescindible, en la formación de la personalidad del niño. Y este, probablemente, es el papel que desempeña san José en la historia de la salvación. Si Dios Padre hubiese querido que hiciese muchas más cosas, posiblemente, habría tenido una larga vida pero la tradición nos indica que no murió anciano.

San José fue un hombre de oración, un hombre santo cuyo fundamento de vida estaba edificado sobre roca, la roca de la fe. Su centro de gravedad estaba situado tan en lo profundo que era capaz de soportar imprevistos, estados de ánimo y desgracias. A cada golpe de propiciado por las circunstancias o avatares de la vida, sabía recuperar su equilibrio porque su centro de gravedad estaba escondido en Dios. Por eso Dios lo escogió como instrumento para iniciar junto a María la historia de la salvación. Ser santo, como san José, no es más que esto, permanecer en el camino de la fe a lo largo de las alegrías y sinsabores de la vida cotidiana. No cansándose nunca de estar empezando siempre.

La disponibilidad a la Voluntad de Dios es otra de las características que definen la santidad de san José. Él tenía un proyecto de vida pensado y madurado y, sin embargo, Dios irrumpe en su vida y le pide que lo cambie por otro desconocido y desconcertante. Y el santo tiene una fe suficientemente firme como para fiarse del plan de Dios renunciando al suyo. ¡Qué gran ejemplo de humildad, fe y sencillez! No es casualidad que la Iglesia haya elegido esta solemnidad para celebrar el día del seminario. Este es el tipo de hombre que quiere la Iglesia como modelo para sus sacerdotes. Libres para ser instrumentos útiles en la propagación del evangelio, no por sabiduría o elocuencia (que no nos constan en san José) sino por su santidad de vida y docilidad a la voluntad del Padre. Este fue el modelo humano que tuvo el Hijo de Dios, buen maestro fue puesto que el alumno superó al maestro. Encomendémonos a san José y pidamos para que sea modelo de seminaristas, sacerdotes, consagrados y también padres de familia.

18/3/2014, Martes de la segunda semana de Cuaresma

Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20)

Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: -«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.»

Salmo responsorial (Sal 49, 8-9. 16bc- 17. 21 y 23)
R. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

«No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí.
pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. R.

¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos? R.

Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?;
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: -«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

18 marzo 2014. Martes de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

La oración de hoy debe comenzar poniéndonos en la presencia de Dios y debemos pedirle que cambie nuestro corazón de piedra por un corazón de carne que ame con sinceridad. Tenemos el riesgo continuo de hacer de nuestra vida un claro ejemplo de la vida de los fariseos que tanto reprocha Jesús en el evangelio de hoy. Es imprescindible convertirnos a una vida sencilla, basada en la verdad, basada en el Evangelio. La conversión puede venir de la lectura del Evangelio.

Os transcribo una sencilla lectura de un suceso acaecido en la antigua Unión Soviética que nos puede mostrar hasta qué punto tiene el Evangelio poder de conversión:

“En Moscú, en el teatro del estado, iba a tenerse la primera representación de una obra anunciada durante mucho tiempo: “CRISTO, DE CHISTERA Y FRAC”. Colegios y asociaciones de jóvenes trabajadores estaban ya avisados para que incluyeran esta obra teatral en su programación. Sin más, fue retirada y desapareció. ¿Por qué?

Para el papel principal, el de Cristo, se había elegido al célebre actor comunista Alexander Rostowsew. El teatro, como era de prever se llenó hasta el último rincón. En el escenario había un altar repleto de botellas de ron y licores; la escena era una especie de bar, lleno de popes (sacerdotes) borrachos y juerguistas, de monjes y monjas bailoteando.

Al empezar el segundo acto entra en escena Rostowsew; lleva en las manos el libro de los evangelios, y se dispone a leer los dos primeros versículos del sermón del monte (Mt. 5). El actor representaba a Jesús, y tenía como papel provocar en el auditorio una explosión de risas incontenibles, a base de chistes y payasadas; todo lo que se refería a Cristo tenía que ser motivo de chistes y carcajadas.

Rostowsew comenzó a leer: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra…” Luego, según las indicaciones de la obra, tenía que gritar: “¡Traedme el frac y la chistera!” Y, en unos momentos, estallarían las carcajadas; el actor tiraría el libro de los Evangelios y el manto mientras seguiría pidiendo a gritos el frac y la chistera…

Pero nada de esto sucedió. Rostowsew siguió leyendo: “Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”. Y se calló. El público no se movía, pero todos se dieron cuenta en seguida de que algo le ocurría al actor. Contuvieron el aliento. Después de brevísimos instantes de silencio, Rostowsew siguió leyendo; pero su voz tenía ya otra resonancia. El poder de la Palabra de Dios parecía haberlo apresado. En el teatro reinaba un silencio total.

Rostowsew, con el libro de los Evangelios en la mano, se adelantó hasta el proscenio, y leyó, y siguió leyendo el capítulo quinto de san Mateo. Nadie le interrumpió; todos escuchaban como si estuvieran delante del mismo Jesús, no delante de un hombre llamado Rostowsew.

-Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto…, murmuró al final el actor. Todos entendieron. Rostowsew cerró lentamente el libro, con el gesto de quien hace algo definitivo para su vida. Se santiguó al estilo de la iglesia ortodoxa, y con voz alta y clara pronunció las palabras del buen ladrón: -¡Señor, acuérdate de mí cuando vengas como Rey!

Y así, lo que había sido pensado como una burla se convirtió en predicación de Jesús, y en la profesión de fe de un hombre que, en la cumbre de su fama artística, quedó invadido del coraje de los mártires. Nadie gritó, ni silbó, ni protestó. En silencio abandonaron todos el teatro. Como una tormenta en la que hubiera caído un rayo y los hubiera alcanzado a todos. Aquella obra teatral no volvió a representarse más, y Rostowsew, después de aquella noche, desapareció para siempre. Pero sin duda Dios se ha acordado de Él”.

Si abrimos el Evangelio sin miedos y sin complejos, podemos hallar la conversión.

Mucho más actual es el vídeo que te invito a ver. Es un ejemplo del poder de conversión que tiene la lectura de la Sagrada Escritura hoy. Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler, ha tenido una conversión que ha sonado mucho en los medios de comunicación. Escuchamos su mensaje:

http://www.youtube.com/watch?v=MLTYcEynTtQ

Lee de nuevo el texto del Evangelio de hoy y piensa en lo que tiene para ti dicho texto.

17/3/2014, Lunes de la segunda semana de Cuaresma

Lectura de la profecía de Daniel (9, 4b-10)

Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes. Tú, Señor, tienes razón, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por sus siervos, los profetas.

Salmo responsorial (Sal 78, 8. 9. 11 y 13)
R. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre. R.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte. R.

Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas de generación en generación. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6, 36-38)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

17 marzo 2014. Lunes de la segunda semana de Cuaresma – Puntos de oración

El evangelio de este día es corto en su narración.., pero largo y costoso en su ponderación y puesta en práctica... ¡Se nos pide, nada más ni nada menos!

  1. Que seamos compasivos...
  2. Que no juzguemos...
  3. Que no condenemos...
  4. Que perdonemos...
  5. Y que demos...

Creo que estaréis de acuerdo conmigo al afirmar, que estos cinco verbos que utiliza Jesucristo, son de lo más exigente que uno puede escuchar... Quien los vive, ha alcanzado un algo grado de madurez humana, y no digamos de transformación en Cristo...

Vamos a intentar que nuestra oración de este día, tenga un fin práctico y concreto. No merece la pena gastar nuestro tiempo orando, sólo para darnos cuenta de que no estamos viviendo lo que oramos...

En la vida cristiana la santidad es la suma de pequeños detalles.., y se han de ganar no pocas batallas personales para conseguir el objetivo que se pretende... No te olvides, que el enemigo para no ser compasivos.., no juzgar.., no condenar.., perdonar y dar.., somos nosotros mismos y nuestras inclinaciones naturales contrarias. Para empezar hagamos un examen de conciencia sincero y reconozcamos sin miedo y con lealtad que no somos generosos.., que nos cuesta perdonar.., que fácilmente condenamos y no pocas juzgamos sin testigos...

Si queremos alcanzar victoria empecemos de menor a mayor. ¿Qué es lo que menos me cuesta y qué es lo que más me cuesta, de estas cinco realidades que enumera Jesucristo en el evangelio de hoy..? ¡Y manos a la obra..!

Recordemos conceptos:

Compasión: "Etimológicamente, en el vocablo compasión encontramos un doble origen semántico. Por un lado, procede del latín cum-passio, y haría alusión al -sufrimiento compartido con otro. Al tiempo, el verbo latino passio procede del término griego pathos que hace referencia al sentimiento entendido como drama interior. De este modo, cum-passio sería acompañar al otro en su drama interior; habría que completar esta definición inicial señalando que la compasión es la participación en el sufrimiento del otro, en cuanto diferente de ese mismo sufrimiento, ya que la compasión no es sinónimo de identificación anímica con el doliente, sino que implica la movilización activa de todos los recursos, con el fin de transformar en lo posible esa situación de dolor. Parece claro, pues, que la compasión plantea el peligro de encerrarse en un sentimiento pasivo que a nada conduce."

Juzgar: "Tradicionalmente se suele definir el juicio como el acto del entendimiento por el cual se compone o divide, afirmando o negando (cfr. Aristóteles, De anima, 111, 6,430a27; An. pr. I,1); se entiende esta definición en el sentido de que es propio del juicio unir dos conceptos (llamados sujeto y predicado) afirmativamente o negativamente. El j. dice que algo es o no es. El sujeto y el predicado son la materia o contenido del juicio, la forma o estructura la dan la cópula «es» (o «son») y la partícula negativa si la hay."

Condenar: Podríamos decir que la condena es la consecuencia lógica de un juicio. Si el juicio es justo la condena es justa, si el juicio es injusto la condena es injusta... En la vida cristiana se puede y se deben emitir juicios de valor, pero también hay que tener en cuenta de que no todo juicio justo termina en condena, pues otro puede haber pagado la condena por nosotros. Caso de Jesucristo.

Perdonar:  "El perdón, por parte del que ha sufrido un daño o una injusticia, es propiamente el acto de olvidar quién ha sido su autor, Toda la Biblia pone de relieve particularmente la generosidad del perdón de Dios, su actitud de paciencia, de indulgencia, de misericordia: Dios olvida y deja tras de sí el recuerdo del pecado, perdona la deuda no imputa la culpa, Pero el perdón es posible sólo con la condición de que el hombre pecador vuelva a encontrar la contrición del corazón, consciente de haber ofendido a Dios: se trata del «corazón contrito y humillado» que es al principio de una novedad de vida, premisa necesaria para que Dios otorgue su perdón."

Dar, donar: "El término don proviene de donum: regalo, favor, dádiva, obsequio. La misma raíz de la palabra nos marca un esquema interior para comprender su significado y su uso. La donación implica a una persona que da algo, implica la gratuidad de esa acción, e implica una aceptación libre o el rechazo de esa acción voluntaria, libre, gratuita."

Creo que puede ayudarnos el contemplar estos cinco verbos de una forma plástica. Recuerda un imagen de compasión.., de juicio..., de condena o de perdón, y de generosidad.., y luego ora contemplando...

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