“Cuaresma, abrir el corazón a Dios y a los hermanos.
Que seamos misericordiosos y agentes de misericordia” Papa Francisco
Los textos. Iniciamos la cuaresma con el relato de las tentaciones de Cristo. En el desierto vence Jesús las seducciones del tentador y vive en unos días de oración y penitencia, la lucha con el Maligno que luego mantendrá a lo largo de su vida hasta el combate supremo de la Cruz. La lecturas del Génesis y de San Pablo nos hablan del poder del demonio sobre la humanidad hasta la venida de Jesús su obra redentora.
El mensaje. Preferimos una visión más complaciente de la vida, sin demonio, sin pecado, todo menos exigente. Pero esto no es así. El Demonio intenta desviar nuestro amor cada día haciéndonos adorar los bienes de la tierra en lugar de a Dios. Jesús se enfrentó al demonio y le venció con la fuerza del Espíritu Santo. ¿Cómo lo hizo? Gracias a su piedad filial y a su adoración confiada a Dios Padre.
Para la vida. La mejor sugerencia que se puede hacer este domingo es renovar la renuncia a los engaños del demonio que hicimos en el bautismo y reafirmar la adoración de Dios, la aceptación de sus designios, como única verdad de nuestra vida y esto por Cristo y con Él.
Y luego contratar cada día esta decisión con las ideas del mundo, con la soberbia de una ciencia que se olvida de Dios, con la adoración del bienestar como ley suprema de la vida.
Es un buen día para recordar, como tantas veces hemos rezado con San Ignacio, que el único principio y fundamento de nuestra vida deber ser adorar alabar y bendecir a Dios y, todo los demás, en tanto en cuanto nos ayude para el fin para el que hemos sido creados.