28 marzo 2014. Viernes de la tercera semana de Cuaresma – Puntos de oración

Ponernos en la presencia de Dios es un paso que no nos podemos saltar para hacer nuestro rato de oración diaria. De lo contrario se convertirá en la búsqueda de uno mismo.

Como nos encontramos dentro del tiempo litúrgico de Cuaresma, siempre nos va a ir llevando al cambio de corazón, a la conversión. Esto culminará en la gran explosión de la Pascua, la Resurrección de Cristo.

Desde ese momento final y cumbre vivimos cada instante en el proceso de cambio que se tiene que ir dando en nuestras vidas. El final ilumina cada paso.

Hoy nos lo dice de una forma muy clara el profeta Oseas, que vivió en el siglo VIII antes de Cristo: “Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado”. Su mensaje se centra en la conversión a Dios y en el abandono de los ídolos.

Podíamos dedicar un espacio de nuestra oración de este día para ver, a la luz de Dios, cuáles son mis ídolos, aquellas cosas o personas que me roban el corazón y me quitan la libertad interior para amar de verdad.

La auténtica conversión es la que nos propone el Evangelio de este día: Cumplir los mandamientos más importantes, que resumen todo, amar al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser; y amar al prójimo como a ti mismo.

Amar a Dios y al prójimo vale más que todos los sacrificios”. Cuántas veces nos empeñamos en un progreso espiritual voluntarista que acaba secándonos de tal manera que nos destruye interiormente.

El amor es más importante que la misma práctica cultual, porque es lo que le da valor. Necesitamos sinceridad y valentía para examinarnos en el amor, que es lo central de la religión.

Mediada la cuaresma meditemos en nuestra conversión a Dios y al hermano, porque para este doble encuentro no hay vía mejor y más rápida que la del amor.

Dejémonos acompaña por María, mujer siempre atenta a la voluntad de Dios y a las necesidades de los hombres.

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