Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de San José, “el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”.
Una fiesta que se celebra como solemnidad, nos indica la importancia de la figura que elogia. En efecto, así como la Virgen María es modelo de mujer, así san José es modelo de varón. Cuando Dios quiso elegir una madre y un padre de carne y hueso para su Hijo que se iba a hacer también de carne y hueso, es evidente que no iba a elegir a cualquiera. Así como María encarna en su grado máximo las virtudes, la pureza y santidad del genio femenino, así podemos suponer que san José encarna las virtudes propias del varón que Dios padre quería como referente humano para su Hijo. La psicología actual muestra la importancia de la figura del varón como referente, discreto pero imprescindible, en la formación de la personalidad del niño. Y este, probablemente, es el papel que desempeña san José en la historia de la salvación. Si Dios Padre hubiese querido que hiciese muchas más cosas, posiblemente, habría tenido una larga vida pero la tradición nos indica que no murió anciano.
San José fue un hombre de oración, un hombre santo cuyo fundamento de vida estaba edificado sobre roca, la roca de la fe. Su centro de gravedad estaba situado tan en lo profundo que era capaz de soportar imprevistos, estados de ánimo y desgracias. A cada golpe de propiciado por las circunstancias o avatares de la vida, sabía recuperar su equilibrio porque su centro de gravedad estaba escondido en Dios. Por eso Dios lo escogió como instrumento para iniciar junto a María la historia de la salvación. Ser santo, como san José, no es más que esto, permanecer en el camino de la fe a lo largo de las alegrías y sinsabores de la vida cotidiana. No cansándose nunca de estar empezando siempre.
La disponibilidad a la Voluntad de Dios es otra de las características que definen la santidad de san José. Él tenía un proyecto de vida pensado y madurado y, sin embargo, Dios irrumpe en su vida y le pide que lo cambie por otro desconocido y desconcertante. Y el santo tiene una fe suficientemente firme como para fiarse del plan de Dios renunciando al suyo. ¡Qué gran ejemplo de humildad, fe y sencillez! No es casualidad que la Iglesia haya elegido esta solemnidad para celebrar el día del seminario. Este es el tipo de hombre que quiere la Iglesia como modelo para sus sacerdotes. Libres para ser instrumentos útiles en la propagación del evangelio, no por sabiduría o elocuencia (que no nos constan en san José) sino por su santidad de vida y docilidad a la voluntad del Padre. Este fue el modelo humano que tuvo el Hijo de Dios, buen maestro fue puesto que el alumno superó al maestro. Encomendémonos a san José y pidamos para que sea modelo de seminaristas, sacerdotes, consagrados y también padres de familia.