Mi primer momento para hacer estos minutos de oración personal con el Señor es ponerme en su presencia y hacer el ofrecimiento de todas las obras de este día. Siguiendo a san Ignacio de Loyola, nos pide que al momento de iniciar nuestra oración lo hagamos así: “Es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad"
“Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma.” Tenemos tantas normas y tantas intenciones, nos olvidamos que lo importante es tener la intención de hacer las cosas, la intención de hacerlas con el mayor cariño y siempre poniéndonos en el lugar de la persona que lo recibe, dándose cuenta con qué amor lo hacemos.
- “Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma.” Tenemos tantas normas y tantas intenciones, nos olvidamos que lo importante es tener la intención de hacer las cosas, la intención de hacerlas con el mayor cariño y siempre poniéndonos en el lugar de la persona que lo recibe, dándose cuenta con qué amor lo hacemos.
- “Hoy se compromete el Señor a aceptar lo que tú le propones.” El compromiso siempre nos causa temor, por no estar dispuestos a dar todo; siempre damos, pero lo que nos sobra, debemos dar todas nuestras energías sin que nos duela.
- “Que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho.” Se nos pide la santidad debemos decir sí; nos cuesta, pero lo que duele agrada al Señor; ser valientes como tantos santos a lo largo de la historia, no acobardarse por las dificultades.
- “Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.” Dejarnos querer por nuestro Padre, así es como quiere un padre a su hijo dándonos la alegría de las cosas recibidas.
- “Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.” La perfección la buscamos todos; solo la encontraremos mientras nos dejemos guiar por nuestro Padre, con paciencia y con alegría a pesar de nuestros defectos y caídas.