Me pongo en la presencia del Señor en este tercer domingo de Cuaresma. En el día dedicado a la vida podemos decir gracias. ¡Gracias a la vida que me ha dado tanto! La vida el don más grande. La fe y cuantas cosas más que podrás descubrir en estas reflexión.
Durante los cuarenta días que dura la Cuaresma quiere la Iglesia que nos acerquemos más a los misterios de la Semana Santa: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Te brindo que medites el nombre de…
Ceniza: Al imponernos la ceniza, el sacerdote hace la señal de la cruz sobre nuestras frentes y nos repite las palabras que Jesús pronunció al comenzar su vida pública. “Convertíos y creed en el evangelio” Cristo que sufre es cosa de un día, Cristo glorioso es eternidad.
Unidad: Que todos seamos uno como Tú, padre, eres uno. Un mismo querer, un mismo sentir, en el hacer, en el obrar.
Alegría. Es un misionero invisible que predica a Dios con la sonrisa, haciéndolo amar sin querer. Eterno sembrador de alegría, el cristiano sabe encontrarla en todas partes y la esparce por doquier.
Reflexión. La reflexión nos hace libres en un mundo esclavizado por las modernas técnicas de difusión de pensamiento. La reflexión es el mejor aprendizaje para llegar a ser excelente en tu profesión.
Eucaristía. Inmolándonos en la Misa con y en Jesús, participamos de su divinidad, dejamos de vivir cada uno nuestra vida propia para vivir todos la de Jesús. Nos hacemos familia con Él. Cuando comes, transformas en ti el alimento. Cuando comulgas, Él te transforma.
Soledad y Silencio: Jesús estuvo solo y en silencio. Sin clima de recogimiento interior y exterior, no germina el pensamiento fecundo. Solo en la noche del silencio podemos buscar hondo, calmar el oleaje nervioso de nuestros sentidos agotados, crear y crearnos.
María: La Madre de Jesús no espera de cada cristiano más que una cosa: que vaya a Ella con alma de hijo. En el Corazón de la Madre, y sólo en él, aprenderás dos cosas: a llenarte de Jesucristo y a rebosarlo a los demás
Amor. Solo amando en cada instante, podéis salvar a esa cantidad de almas cuya eternidad depende de vosotros. Piénsese que el único camino para que el Amor, Dios, se apodere del mundo, es enseñar a todos a saber sufrir y amar, viviendo para los demás.
Las lecturas de hoy nos dicen:
Una tortura como la sed, puede hacer perder la fe. Si el hombre sufre angustias ¿dónde está ese Dios bueno que creó y ama al hombre como a su hijo? El pueblo hebreo en su marcha por el desierto recoge y expresa esta pregunta dramática: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? Se necesita mucha teología y mucha experiencia espiritual para contestar a esa pregunta permanente.
En cinco versículos Pablo borda un texto precioso con los hilos de la fe, la esperanza, el amor y la gracia.
- La fe nos abre la puerta a la gracia salvadora.
- La esperanza nos sostiene, porque en esperanza fuimos salvados (Rm 8,24)
- El amor se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Este amor está en el fondo de toda la vida espiritual.
El evangelio de Jesús con la samaritana es una catequesis perfecta. Algunas de sus frases podemos preguntarnos durante nuestra reflexión: “¡Si supieras!... Dame de beber.”
Qué importancia tiene el agua en nuestra vida. Nos colma la sed en nuestro bautismo.
Hoy, festividad de Santo Toribio de Mogrovejo, le recordamos con el salmo que le cantaron por deseo suyo el jueves santo de 1606: ¡Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!