01/11/2011, Festividad de todos los Santos

Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4. 9-14)

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: -«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.» Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: -«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!» Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: -«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.» Y uno de los ancianos me dijo: -«Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: -«Señor mío, tú lo sabrás.» Él me respondió. -«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.»

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)

Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1-12a)

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: -«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»

1 noviembre 2011. Festividad de todos los Santos – Puntos de oración

¡Qué día tan consolador el de la FIESTA DE TODOS LOS SANTOS! Para mirar al Santo, para saborear y disfrutar por el hecho que Dios es Dios, por saber que ha habido y hay millones de santos y por creer que yo –aquí y ahora; uno como yo en un lugar como éste y con los tiempos que corren- PUEDO SER SANTO, porque “todo lo puedo en Aquél que me conforta”, “porque para Dios nada es imposible”.

  1. "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero.
    El Apocalipsis nos lleva al Más Allá, al Cielo, contemplar el rostro de Dios, después de haber luchado, de haber sufrido… Pero lo que cuenta es que el Señor nos ha lavado con su sangre.
  2. El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente: él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro.
    El Salmo nos responde al tiempo de buscarle. Limpia tus manos, purifica tu corazón y verás a Dios.
  3. ¡Mirad cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente.
    ¡Qué emocionante San Juan al constatar que el amor de Dios es maravilloso, que nos amó primero; que no solo pronunció mi nombre “éste es mi hijo el amado, el predilecto” sino que ejerció, ejerce y ejercerá siempre y en todo como PADRE. ¡Soy hijo de Dios!, ¿qué más puedo pedir y vivir?
  4. Felices vosotros, cuando seáis insultados y perseguidos.
    Si tú quieres ser feliz con Jesús y con María has de vivir y verás lo que es reír con el corazón.
    Así cantamos, así disfrutamos, así sonreímos, aunque llore en el alma. Sí, feliz por ser pobre, manso, limpio, justo, misericordioso… como Tú Jesús, Siervo de Yavé, que a pesar de ser maltratado, varón de dolores, desecho de los hombres, y precisamente por eso, sirves de rodillas, mueres a ti mismo, callas, pero amas, resucitas. Mundo al revés, cruz, LUZ.

Conclusión: Mirar a la Santísima Virgen María, su vida hecha magníficat, en el día a día. Santidad sencilla y alegre como Tú, Madre. Y así, seremos otros Cristos, bienaventurados, felices, para cambiar el mundo.

31/10/2011, Lunes de la XXXI semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11, 29-36)

Hermanos: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Salmo responsorial (Sal 68, 30-31. 33-34. 36-37)
R. Que me escuche, Señor, tu gran bondad.

Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.

Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R.

El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 12-14)

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: -«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

31 octubre 2011, Lunes de la XXXI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Para tener misericordia de todos”

Es la afirmación gozosa de Pablo en la carta a los Romanos: Dios ha tenido, tiene y tendrá misericordia de todos, porque sus dones son irrevocables, no pasan nunca. Si nos ha amado en Jesús, ya no puede ni quiere dejar de amarnos nunca.

Esta es la experiencia que tenemos que “sentir y gustar” en la oración de este día. Jesús me ama, Dios me ama desde siempre y para siempre, me ama con un amor redentor, con un amor glorificador y ello procede de las profundidades del corazón del Padre. No depende de mí ni de mi respuesta, sino del designio, de la voluntad inquebrantablemente divina de quererme y hacerme uno con Él en la gloria. Es lo que nos ha dicho y demostrado con su vida, muerte y resurrección el mismo Jesucristo.

“Invita a pobres porque no pueden pagarte”

Esta palabra de Jesús en el evangelio nos descoloca, reproduce una lógica divina, la de la gratuidad y la generosidad sin límites que los cristianos debemos imitar en la vida, pero que a menudo no cumplimos.

El papa Benedicto XVI recordaba en su visita a Madrid un texto impresionante que escribió en la encíclica Spe salvi. “ Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Spe salvi, 38).

También el P. Morales nos lanza a hacernos amigos de todos en una actitud de escucha y de servicio, no queriendo nada del otro, sino ofreciéndole lo mejor de nosotros, que es la amistad con Jesucristo.

Sólo si hemos gustado en la oración y en la caridad de otros cristianos, de nuestros padres y familiares, de nuestros educadores y guías, si hemos compartido en la Milicia ese amor de Cristo, podremos obtener la gracia de mirar a los demás con ojos nuevos, de ponernos a su servicio siempre, sin esperar nada a cambio.

30/10/2011, Domingo de la XXXI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A)

Lectura de la profecía de Malaquías (1, 14-2, 2b. 8-10)

Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos-. Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes. Si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre -dice el Señor de los ejércitos-, os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis invalidado mi alianza con Leví -dice el Señor de los ejércitos-. Pues yo os haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque os fijáis en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?»

Salmo responsorial (Sal 130, 1-3)
R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R.

Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. R.

Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2, 7b-9. 13)

Hermanos: Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habláis ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: -«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

30 octubre 2011. Domingo de la XXXI semana de Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

En un mundo que vive desbocado por el ansia de poseer, o por la ansiedad de poder perder lo que uno ya tiene, por la insatisfacción de querer más de lo que tiene, por la esclavitud de la ambición… nos habla hoy la Palabra de Dios a través del salmo 130: “Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.

Es bonito que sea precisamente hoy, domingo, día dedicado al Señor y al descanso, cuando el salmo nos anima a buscar la paz, junto al Señor, porque sólo junto a El es posible encontrar la paz del alma.

Vivimos en un mundo desquiciado por al afán de poseer, por la codicia de riquezas, por el vano honor de las cosas del mundo. Y esto no sólo en lo material, también en lo intelectual a veces incluso en lo espiritual. Nos engañamos a nosotros mismos, nos creamos necesidades: otro coche, una casa mejor, el último iphone… Formamos pequeños hilillos, apenas perceptibles, aparentemente insignificantes, pero que en realidad nos impiden volar en libertad. Nos encontramos atados a las cosas terrenas por motivos ridículos pero que impiden a nuestra alma elevarse hacia Dios, como un globo que permanece atado a la tierra por un simple hilo.

A veces en el ámbito profesional, social o económico la ambición nos ciega. Nos embarcamos en proyectos que nos superan, nos cuesta renunciar. Frecuentemente, lo que al principio era un medio, acaba convirtiéndose en un fin. Nos convertimos en esclavos de la imagen, del “qué dirán”. Junto a esto, también puede aparecer un sutil sentimiento de satisfacción, de secreta soberbia. Es entonces cuando dejamos de ser sencillos, humildes, cuando dejamos de confiar, de abandonarnos “como un niño en brazos de su madre”. Con el tiempo, no tarda en aparecer la falta de paz, la preocupación, el agobio, el cansancio. También la irritabilidad, la intransigencia con los que nos rodean. Es entonces cuando se vuelven “mis ojos altaneros”. y la semilla de la soberbia empieza a crecer en el jardín de mi alma, como la cizaña en el campo.

De esta situación sólo nos puede salvar la oración humilde y confiada del salmo de hoy: “Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor” Que mi corazón esté junto al Señor, que descanse en el Señor, porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.

29/10/2011, Sábado de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11, 1-2a. 11-12. 25-29)

Hermanos: Habrá Dios desechado a su pueblo? De ningún modo. También yo soy israelita, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado al pueblo que él eligió. Pregunto ahora: ¿Han caído para no levantarse? Por supuesto que no. Por haber caído ellos, la salvación ha pasado a los gentiles, para dar envidia a Israel. Por otra parte, si su caída es riqueza para el mundo, es decir, si su devaluación es la riqueza de los gentiles, ¿qué será cuando alcancen su pleno valor? Hay aquí una profunda verdad, hermanos, y, para evitar pretensiones entre vosotros, no quiero que la ignoréis: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que entren todos los pueblos; entonces todo Israel se salvará, según el texto de la Escritura: «Llegará de Sión el Libertador, para alejar los crímenes de Jacob; así será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados.» Considerando el Evangelio, son enemigos, y ha sido para vuestro bien; pero considerando la elección, Dios los ama en atención a los patriarcas, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

Salmo responsorial (Sal 93, 12-13a. 14-15. 17-18)
R. El Señor no rechaza a su pueblo.

Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón. R.

Si el Señor no me hubiera auxiliado, ya estaría yo habitando en el silencio.
Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14, 1.7-11)

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: -«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

29 octubre 2011. Sábado de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

“Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Esta sentencia de Jesús nos habla de la humildad, es decir, de cómo hemos de andar siempre en verdad (Santa Teresa). La humildad nos hace ser verdaderos en nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros mismos:

Humildes ante Dios: es reconocer a Dios como mi creador, dador de todo bien. Por eso, el humilde da gracias a Dios por todo, porque sabe que todo lo recibe de Dios. San Pablo es muy claro cuando denuncia el orgullo de apropiarnos de los dones de Dios como si fueran mérito nuestro: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te engríes como si no lo hubieras recibido? (1 Cor 4, 7).

Humildes con los demás: la humildad es saber estimar a los demás sin considerarse superior: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Flp 2, 3-4).

Humildes con uno mismo: No es considerarse más ni menos, sino tener un juicio de valor sencillo sobre uno mismo. La escuela de la vida nos hace conocer nuestra fragilidad y pobreza, nos hace desconfiar de nuestras propias fuerzas y poner toda nuestra confianza en Dios y esperarlo todo de Él. Como San pablo que decía sí que era el menor de los apóstoles, indigno de ser apóstol, pero “por la gracia de Dios soy lo que soy” (1Cor 15,10).

Tanto Jesús como María se hicieron pequeños, no temieron la humillación y así fueron ensalzados por el Padre de los cielos:

- María cantó en el Magnificat que Dios ensalza a los humildes y así ha sucedido en Ella misma: “Proclama mi alma la grandeza del Dios… porque ha mirado la humillación de su esclava: desde ahora me felicitaran todas las generaciones… Él hace proezas con su brazo; derribó a los poderosos de sus tronos y ensalzó a los humildes” (Lc 1, 46-56).

- Y Jesús se humilló buscando el último lugar, como nos canta admirado San Pablo en el Himno de Cristo de su carta a los filipenses: siendo Dios, se despojó de sí mismo haciéndose hombre y se humilló haciéndose obediente hasta la muerte en cruz, “por lo cual Dios también Lo exaltó hasta lo sumo, y Le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús SE DOBLE TODA RODILLA de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2,1-11).

Hace unos días, Jesús nos decía en el evangelio que teníamos que entrar por la puerta estrecha para hallar el camino de la salvación. ¿No es esa puerta estrecha la de la humildad? Nos parece difícil, pero es la senda de la verdad y la que conduce a la paz. El Corazón de Cristo ha prometido descanso a quien aprenda de Él que es manso y humilde de corazón. ¡Jesús: haz nuestro corazón semejante al tuyo!

28/10/2011, San Simón y San Judas, apóstoles

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,19-22)

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Salmo responsorial (Sal 18,2-3.4-5)
R. A toda la tierra alcanza su pregón

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19)

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

28 octubre 2011. San Simón y San Judas, apóstoles – Puntos de oración

Señor, que yo sepa responder diligentemente a tu llamada como san Simón y san Judas.

La primera lectura de hoy nos muestra las características de los que son apóstoles. Los primeros apóstoles lo fueron nombrados por el propio Cristo, pero a partir de ahí ellos nombraron a otros y estos a los siguientes y así hasta nuestros días.

Si hemos respondido a la llamada a ser apóstoles de Cristo, entonces podemos entender mejor la carta de Pablo a los Efesios. Nos recuerda, por cierto, el lema de la JMJ Madrid 2011: Edificados en Cristo. Un apóstol de Jesucristo está cimentado en los primeros apóstoles. Es ciudadano de la misma ciudad que aquellos santos de Dios y por tanto de su familia. Precisamente en Cuatro Vientos el Papa Benedicto XVI habló de este aspecto: “Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva, igualmente de apoyo para la de otros”. Nosotros nos apoyamos en los apóstoles y en quienes más cercanamente nos han enseñado las verdades de la fe: nuestros padres, nuestros catequistas, el P. Morales y Abelardo, etc. Si somos fieles –y eso lo tenemos que pedir en este rato de oración- nosotros seremos también apoyo para otros que vendrán detrás: amigos, familiares, juveniles…

Así se va construyendo el gran templo de la morada de Dios, de la que Cristo es la piedra angular, la principal, la que mantiene en pie el arco de bóveda de la Iglesia.

También en Cuatro Vientos, en la misma Misa de aquel domingo inolvidable, el Papa nos propuso una respuesta a Cristo en forma de oración, a la pregunta “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Será un momento precioso y consolador en la oración el recitarla despacio varias veces, hasta que se convierta no en una respuesta leída, sino en una respuesta sentida, querida y aceptada:

“Jesús, yo sé que tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.”

Esta es la respuesta que dieron los apóstoles san Simón y san Judas, y hoy proclaman, como el cielo, la gloria de Dios.

27/10/2011, Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,31b-39)

Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?, como dice la Escritura: «Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza.» Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Salmo responsorial (Sal 108, 21-22. 26-27. 30-31)
R. Sálvame, Señor, por tu bondad.

Tú, Señor, trátame bien, por tu nombre, líbrame con la ternura de tu bondad;
que yo soy un pobre desvalido, y llevo dentro el corazón traspasado. R.

Socórreme, Señor, Dios mío, sálvame por tu bondad.
Reconozcan que aquí está tu mano, que eres tú, Señor, quien lo ha hecho. R.

Yo daré gracias al Señor con voz potente, lo alabaré en medio de la multitud:
porque se puso a la derecha del pobre, para salvar su vida de los jueces. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 31-35)

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: -«Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.» Él contestó: -«Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor." »

27 octubre 2011. Jueves de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Oración inicial (en unión con toda la Cruzada – Milicia de Santa María).

"Que todas mis intenciones, acciones y operaciones, sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de Su Divina Majestad”.

Unos puntos sencillos para vibrar mañana con la Iglesia universal. Vamos a hacerlo de la mano de San Pablo: Iglesia de los comienzos, y Benedicto XVI: garantía petrina de vivir en Su Iglesia.

«SPE SALVI facti sumus» – en esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros (Rm 8,24). Según la fe cristiana, la «redención», la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. Ahora bien, se nos plantea inmediatamente la siguiente pregunta: pero, ¿de qué género ha de ser esta esperanza para poder justificar la afirmación de que a partir de ella, y simplemente porque hay esperanza, somos redimidos por ella? Y, ¿de qué tipo de certeza se trata?

Así comienza la encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI. El Papa se pregunta sobre el origen de la esperanza cristiana, citando un versículo de la misma carta que la Iglesia universal nos ofrece en la Primera Lectura de hoy. San Pablo, en el mismo capítulo de esa carta a los Romanos, da la clave:

“Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? […] ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?” (Rm 8).

Y termina afirmando, con la experiencia de la propia vida como prueba:

“Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura , ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rm 8).

Aquí nos detendremos en la oración de mañana: “Señor, descúbrenos tu amor”. En palabras de San Pablo diremos: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” (Rm 5,5). Ésta es la verdad decisiva de nuestra vida, y sobre ella puede ser precioso volver mañana, ante el Sagrario.

Que la Virgen, Madre nuestra, nos muestre la novedad de vivir junto a un Amor así. Que no nos acostumbremos, ni caigamos en la rutina del amor. Santa María, ruega por nosotros.

26/10/2011, Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 26-30)

Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Salmo responsorial (Sal 12, 4-5. 6)
R. Yo confío, Señor, en tu misericordia.

Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío; da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R.

Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 22-30)

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: -«Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: -«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. "Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

26 octubre 2011. Miércoles de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

PRIMERA LECTURA: Estas páginas de san Pablo que estamos meditando son extraordinariamente jugosas y plenas de profundidad teológica y espiritual. En este capítulo más de veinte veces aparece nombrado el Espíritu Santo como factor decisivo en la vida del cristiano.

El capítulo octavo de la carta a los Romanos tiene aquí un momento culminante. Por lo que es tanto más necesario rogar al Espíritu pidiéndole que nos inspire en nuestro rato de contemplación.

Se nos dice hoy una de las revelaciones esenciales de nuestra Fe: la proposición de una concepción del hombre inaudita... un ser cuyo «espíritu» es animado por el «Espíritu» de Dios.

El destino que nos espera es optimista: "Dios nos predestinó a ser imagen de su Hijo, para que Él fuera el primogénito de muchos hermanos". Es el Espíritu quien nos enseña a rezar a Dios, más aún, "el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables", porque nos conoce a nosotros y conoce en profundidad a Dios: por eso puede establecer ese puente tan admirable entre Dios y nosotros que se llama oración.

Dios que escruta los corazones, conoce cuál es la aspiración del Espíritu. ¡Dios «conoce», Dios «sabe», Dios ve el fondo de la realidad! A nosotros nos falta ver en la niebla de la vida, no sabemos dónde van a parar todos esos sufrimientos, todos esos enfrentamientos: ¡Dios «ve»! Queremos confiar en Ti, Señor, y pedirte luz, fuerza y amor.

Y ahora otra revelación maravillosa: Sabemos también que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. ¡Todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios!

Esta es también una Palabra de Dios, que, tal y como se expresa, puede ser una «oración».

¡Todo sirve al bien! ¿Todo?: ¿sufrimientos, ataques, pecados, los míos y los de los que me rodean? ¿Es exactamente esto lo que nos dices? ; Ya nada es un obstáculo! ¡Nada! Todo pasa a ser un «medio» de santidad.

A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que Él fuera el primogénito de muchos hermanos. La santidad maravillosa de Jesús, su sorprendente amor filial, ¡han sido también «destinados» a nosotros! Hemos sido creados «para» asemejarnos a Él.

SALMO RESPONSORIAL: Yo confío en tu lealtad, mi corazón se alegra con tu salvación. Dios jamás se ha olvidado ni se olvidará de nosotros. Aunque a veces la vida se presente difícil, Dios siempre estará a nuestro lado como nuestra fortaleza y como nuestro defensor. Él es nuestro Padre y nos ama siempre. Dios no permitirá que la muerte se adueñe de modo definitivo de nosotros, sino que nos hará participar de la victoria de su Hijo sobre el pecado y la muerte; y junto con Cristo, nos sentará en su Gloria. Por eso hemos de tener confianza en el amor de Dios hacia nosotros. Entonces nos alegraremos por su salvación y le cantaremos himnos de alabanza. Pongamos nuestro empeño para caminar conforme a la luz del Señor, esforzándonos, junto con la Gracia de Dios, para que nuestra vida alcance los bienes prometidos, sabiendo que el camino de perfección no puede estar libre de generosidad y de momentos de dolor que acepta aquel que camina tras las huellas de Cristo.

EVANGELIO: Nos puede ayudar, quizás, enfocar este texto evangélico como complemento de la primera lectura: es la llamada de Jesús a entrar por una puerta estrecha, la de hijos fieles. Quienes hemos sido llamados, elegidos, predestinados, entremos por la puerta estrecha, y entremos a su debido tiempo. Nuestro interés debe ser afrontar la vida con dignidad de hijos, de amigos, de fieles.

El evangelista tomó buena nota de la respuesta de Jesús: no es cuestión de número. Es cuestión de atenerse a las condiciones que la salvación ofrecida por Jesús exige.

El secreto para encontrar la paz en Jesús la encontramos en una respuesta que Él da a una pregunta parecida cuando dice: “Para los hombres (la salvación) es imposible pero para Dios todo es posible”. Por tanto, el secreto lo encontramos en la fe. Nuestra salvación es don que hay que pedir con constancia y fe a Dios. No cabe duda que también depende de nuestras obras, pero es ante todo un don de Dios.

ORACIÓN FINAL:

Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

25/10/2011, Martes de la XXX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 18-25)

Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

Salmo responsorial (Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6)
R. El Señor ha estado grande con nosotros.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R.

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 18-21)

En aquel tiempo, decía Jesús: -¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.» Y añadió: -¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

25 octubre 2011. Martes de la XXX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Introducción:

En estos días, aunque no tiene que ver quizá con el evangelio de hoy, ando pensando en lo que le debemos a Dios. ¿En qué sentido? Cuando los ángeles se aparecen a los pastores en Belén les dicen: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombre que ama el Señor?

Y pienso: el Señor se quiere reservar para El la gloria, es decir, nuestro reconocimiento de que de Él sale todo el bien que tenemos. Para el hombre no hay gloria. Nosotros podemos ser, como los santos, espejos de la gloria de Dios pero si pienso que de mí sale algo bueno porque yo soy bueno estoy mintiendo y siendo un espejo sucio y empañado. Y de Dios es la gloria, el honor, por puro reconocimiento de la Verdad. Él no puede ni engañar ni engañarnos. Y nos dice que la gloria es suya. Que la verdad es que todo don y toda dádiva proceden de arriba, del Dios que creó los astros.

¿Y a nosotros los hombres, a mí, qué nos queda? ¿Qué nos toca? Pues los ángeles lo dicen claramente: la paz. Al reconocimiento de esta verdad, de que a Dios le toca la gloria en todo y darme cuenta de esto y vivir conforme a esto, Dios le asocia la paz. Jesús, Dios, que es el camino, la verdad y la vida, nos dijo en las confidencias de la última cena: “mi paz os dejo, mi paz os doy”. Y recibir esta paz, como cuando hablaron los ángeles, está asociado a que vivamos en la verdad: que la gloria no es nuestra.

Y sigo pensando: en mí, y la Iglesia me lo recuerda, hay algo tocado que se llama pecado original o concupiscencia. Y por eso tiendo, entre otras cosas, aunque intuyo que todo es lo mismo, a pegarme a la idea de que merezco la gloria a mi medida en algunas cosillas, que no pasa nada y es que unas migajillas de gloria parece que saben a gloria. Y como espejo que puedo ser de la gloria de Dios mis acciones o lo que sea deben de señalar a Dios como fuente de todo. Y yo a quedar en paz y punto.

A lo mejor estas ideas sí que tienen que ver con el evangelio del día. La buena semilla, que Dios ha puesto en nuestros corazones, como los pensamientos que nos vienen son la levadura que fermenta, o la semilla diminuta que tiene que crecer y fructificar y cobijar.

Y sigo pensando que la Virgen no sé quedó con nada de gloria de Dios, sino que fue un espejo muy, pero que muy limpio y pulido que reflejaba perfectamente la de Dios hacia nosotros los hombres. Y por eso su paz de la que nos hace partícipes maternalmente es como un río que atraviesa la historia. Y ella es la mujer que quiere meter esa levadura en nuestra vida para que todo fermente: mi vida y todo lo que me rodea.

Y dice Jesús: “Creéis que he venido a traer paz a la tierra. No, sino división.” ¿De qué paz hablas Señor? ¡Jesús, no hay quien te entienda! Y a seguir profundizando en tu palabra, que es vida de mi alma.

1. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en pie en presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)

2. Petición: que para Ti Señor sea siempre la gloria en mi vida y a los hombres la paz.

3. Composición de lugar: imaginar a Jesús que predica las parábolas del evangelio de hoy. O bien a los ángeles que nos dicen en Navidad llenos de alegría al ver nacer a Dios: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que Él ama”.

4. Materia de la oración: meditar en el evangelio, en lo que más nos haya llamado la atención. Volver a leerlo despacio si nos despistamos. Repetir mentalmente alguna estrofa del salmo responsorial;: “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”

5. Unos minutos antes del final de la oración: Avemaría o salve a la Virgen e invocación: “Santa María, Madre de Dios, que Le conozca, que Le ame, que Le siga.”

6. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al hacer la oración, pedir perdón y proponer enmienda.

24/10/2011, Lunes de la XXX semana de Tiempo Ordinario. S. Antonio Mª Claret

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 12-17)

Hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Salmo responsorial (Sal 67, 2 y 4. 6-7ab. 20-21)
R. Nuestro Dios es un Dios que salva.

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian.
En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. R.

Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R.

Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 10-17)

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: -«Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús habla curado en sábado, dijo a la gente: -«Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados». Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: -«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

24 octubre 2011. Lunes de la XXX Semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

El pasaje de la mujer encorvada, curada por Jesús, es muy sugerente, porque refleja nuestra propia realidad. Pidamos luz al Espíritu Santo para meditar este texto y contemplar a Jesús, para conocerle mejor y amarle más plenamente.

1. “Jesús enseñaba...” ¿Dónde enseña Jesús? “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando” (Mt 9, 35). Enseña en la sinagoga –como en este pasaje-, en el campo, a orillas del lago... Jesús enseña en todo tiempo y lugar. ¿Y cómo enseña Jesús? Proclama una “enseñanza nueva” (Mc 1, 25): no enseña preceptos humanos, sino cómo es y actúa Dios. Enseña con palabras, pero sobre todo con obras, y enseña con todo su ser: cumple lo que dice. En definitiva, Jesús enseña “con autoridad” (Mt 7, 28). En este pasaje, Jesús estaría hablando de la misericordia de Dios y de la libertad propia de los hijos de Dios, y la curación de la mujer sería la mejor constatación de esta doctrina. Y nosotros, ¿cuándo y cómo enseñamos?

2. “Había una mujer, enferma”. ¿Qué enfermedad tenía? Estaba encorvada, sin poderse enderezar, desde hacía mucho tiempo (dieciocho años). Obligada a mirar siempre al suelo. Y nosotros, ¿nos sentimos identificados con la enferma? Abelardo llamaba a esta enfermedad “natura curva”. Es la imagen misma de la desolación, como nos dice S. Ignacio “moción a las cosas bajas y terrenas”, con el alma toda perezosa, tibia, triste, moviendo a falta de fe, esperanza y amor, oscuridad, turbación...

3. “Jesús la llamó y le dijo: „Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Jesús se compadece de nuestras enfermedades y nos da la verdadera libertad. Nos llama y nos invita a acercarnos. Como dice la primera lectura: hemos “recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!»”. ¡Somos hijos del Padre en el Hijo! ¡Somos hijos de la libertad!

4. “Jesús le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios”. El amor misericordioso de Jesús es operativo: nos alcanza la curación total. ¿No nos recuerda este pasaje a la confesión? Jesús nos llama en el sacramento de la penitencia, nos acercamos a Él con nuestros pecados, esos que nos hacen inclinarnos hacia las cosas bajas y terrenas. Y al final Jesús, en la persona del sacerdote, nos impone las manos y nos dice: “tus pecados te son perdonados”, es decir “quedas libre de tu enfermedad”. Y constatamos en nosotros cómo podemos ya andar derechos, y cómo, llenos de alegría, brota el mismo impulso que tuvo la enferma: glorificar a Dios.

5. “Toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía”. Así termina este pasaje. Frente al jefe de la sinagoga, que se “indigna” porque Jesús cura en sábado, la gente se alegra. En una época como la nuestra, en la que los “indignados” alcanzan relieve social, podemos preguntarnos por nuestras “indignaciones”. ¿Qué nos indigna? ¿Nos indigna ver a las masas como ovejas sin pastor, “ver literalmente una alfombra humana de jóvenes tirados por tierra, desorientados, despersonalizados” (como ha comentado la Madre Verónica en el encuentro de nuevos evangelizadores, celebrado recientemente en Roma)? ¿Y dónde quedan nuestras indignaciones? ¿Se quedan en meras palabras, (cuando no en aparecer en la foto de turno)?

Sabernos llamados por Jesús, tocados por Él, liberados de nuestras enfermedades, nos llena de alegría. Como dice San Pablo, lleno de entusiasmo: “¡somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo!” Somos los hombres más felices del mundo. ¡Contagiemos la alegría de Dios al mundo!

Oración final. Santa María, Madre de nuestra alegría y de nuestra libertad. Ayúdanos a escuchar a Jesús que nos llama, y a acercarnos a Él en la oración y en la confesión, para sentir el contacto de sus manos que nos curan, y percibir sus palabras: “quedas libre de tu enfermedad”. Alcánzanos vivir como Tú glorificando en todo y siempre a Dios.

23/10/2011, Domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo A)

Lectura del libro del Éxodo (22,20-26)

Así dice el Señor: "No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo."

Salmo responsorial (Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab)
R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador.

Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses (1,5c-10)

Hermanos: Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que os libra del castigo futuro.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mateo 22,34-40)

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" Él le dijo: ""Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas."

23 octubre 2011. Domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Puntos de oración

Creo que nos encontramos en el martes de la última semana de vida del Señor. Va a ser un día de controversias muy notable:

Primero: Los principales sacerdotes y líderes civiles (ancianos) habían desafiado su autoridad (véase Mt.21,23-27).

Segundo: Los fariseos y herodianos (partido político de Herodes) procuraron desacreditar a Cristo poniéndolo o bien contra el gobierno o bien contra el pueblo (véase Mt. 22,15-22).

Tercero: Ahora son los saduceos, los liberales religiosos y políticos de aquel tiempo (véase Mt. 22,23-33).

Solo queda un cuarto grupo, el de los fariseos, los religiosos estrictos, los cuales al oír el triunfo de Cristo sobre sus adversarios, se animaron a acercarse al maestro, para seguir el curso de las interpelaciones… Estaban convencidos de que de alguna manera tenían que desacreditar al Maestro ante el pueblo, pues les parecía inminente el que pudieran proclamarlo como Mesías…

Entonces se reunieron para planear un nuevo complot. En esta ocasión lo harían de una forma diferente… Escogieron de entre ellos a uno, un hombre versado en la ley, que veía al Maestro sin aversión…

  • S. Marcos nos dice que este hombre había presenciado la “disputa” de Cristo con los saduceos (Mc.12,28).
  • Había percibido que Cristo “les había respondido bien”.
  • Incluso, al término de su propia discusión con Cristo, el mismo Cristo le dirá: “no estás lejos del reino de Dios” (Mc.12,34).

Jesucristo utilizará esta nueva tentativa de sus enemigos para enseñar al hombre el mayor deber de la vida humana… Y se hizo la pregunta:

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?"

A lo largo de los años los maestros judíos habían establecido seiscientos mandamientos… Ninguna persona podía guardarlos todos, de modo que frecuentemente se preguntaban y discutían sobre qué mandamiento o mandamientos, debían cumplirse de forma prioritaria o principal. O si una persona guardaba el mayor de ellos, podía ser excusada por faltar con los otros…

Estaba claro que se tenían diferentes opiniones en cuanto al mandamiento más grande…. Unos creían que tenía que ver con la circuncisión, otros con los sacrificios, y no faltaban los que opinaban que era el día de reposo…

Los fariseos esperaban que Cristo, al expresar su opinión, dividiera al pueblo, y de este modo perdería seguidores…

La respuesta de Jesucristo fue poderosa, capaz de abrir los ojos de quienes quisieran ver…

Amar es el principal deber del hombre.

  • Involucra entrega y lealtad.
  • Involucra confianza y respeto.
  • Implica darse y rendirse uno mismo.
  • Implica conocer y compartir.

El corazón.

  • Es el asiento de los afectos y de la voluntad.

El alma.

  • Es el asiento del aliento y de la vida del hombre o de su conciencia.

La mente.

  • Es el asiento del razonamiento y del entendimiento.

El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Cristo dio un segundo mandamiento… El intérprete no había preguntado por un segundo mandamiento, pero el primer mandamiento al ser netamente espiritual, necesitaba de una demostración concreta y precisa para que fuera real y verdadero…

Creo que quedó claro, por parte del Señor, que nuestro amor al prójimo es un mandamiento y no una opción.

Amar a nuestro prójimo plantea la pregunta: ¿Quién es nuestro prójimo? Cristo mimos responde en la parábola del buen samaritano.

Amar a nuestro prójimo es un mandamiento muy práctico. Implica toda una serie de actos, de los cuales bien podíamos examinarnos hoy en nuestra oración personal:

El amor es sufrido.

El amor es benigno.

El amor no tiene envidia.

El amor no es jactancioso.

El amor no se envanece.

El amor no hace nada indebido.

El amor no busca lo suyo.

El amor no se irrita.

El amor no piensa mal.

El amor no se goza en la injusticia.

El amor todo lo sufre.

El amor todo lo cree.

El amor espera todo.

El amor soporta todo. (1Cor.13,4-7).

Terminemos la meditación del evangelio de este domingo con una humilde súplica:

“Señor Jesús, como buen maestro, tú has sabido unir el amor a Dios y el amor al prójimo, ayúdanos a aprender y a practicar tu lección.

22/10/2011, Sábado de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8, 1-11)

Hermanos: Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la Ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu. Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual. Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros

Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)
R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13, 1-9)

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: -«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: -«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas." »

22 octubre 2011. Sábado de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Dichosa eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Autor del universo; engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre”.

  • Con esta oración comienza la liturgia de la misa en este sábado dedica a Santa María.
    Con ella podemos también comenzar nuestra oración, dirigiéndonos a María, saludándola y alabándola.
    Dichosa eres, María. Y contigo, también nosotros. El Señor te ha bendecido, y también nos ha bendecido a nosotros en ti. Tú nos diste al Autor de la vida, suprema bendición para nosotros.
    Alegrarnos en esta mañana de sábado. El Señor ha estado grande con María. El Señor ha estado grande con nosotros.
  • El mundo anda muy preocupado con la economía, con la política, con los dramas familiares, con la insatisfacción de tantos jóvenes que buscan y no encuentran. ¿Qué podemos hacer nosotros? Volver nuestro pobre corazón hacia María. Ella nos mira a los ojos y nos dice: Confía, pide, ofrécete.
  • Dice Jesús en el evangelio de hoy: “Si no os convertís, todos pereceréis lo mismo,… todos pereceréis de la misma manera”.
    Y propone a sus discípulos la parábola de la higuera a la que un hombre acude a buscar fruto año tras año y no lo encuentra. Y le dice al viñador: “córtala”.
    Pero el viñador intercede: “Déjala todavía este año”.
    María intercede ante Dios por este mundo, por nosotros.
    Asociarnos a ella en esa tarea de intercesión. Que seamos sensibles, como nos pide el Concilio Vaticano II, a los gozos, las esperanzas, los sufrimientos de los hombres de nuestro tiempo, de los jóvenes que nos rodean.
    Que seamos capaces de captar sus inquietudes más profundas y dar respuesta sin temor, proponiendo, con nuestra vida y nuestra palabra, el evangelio, confiados en que es Cristo quien actúa en los corazones.
  • “Por la unión con Cristo Jesús –dice san Pablo- nos hemos librado de la ley del pecado y de la muerte”.
    Y añade, al final de la carta a los Romanos que se lee hoy: “El que resucitó a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales”.
    Esa confianza debe vivificar cada día nuestros corazones y llenarlos de alegría. La alegría que nace de Cristo y conquista corazones. Porque es el Espíritu Santo el que actúa en el mundo, llenándolo de vida, a través nuestro, si le dejamos. ¿Le podremos trabas? No. Dejemos que la vida de Dios salga a través nuestro y llene de vida a los que nos rodean.
    “… por la unión con Cristo”, dice san Pablo. “Por la unión con Cristo”. Y en otro lado insiste: “Sólo Cristo”. Nos los grito Juan Pablo II en su primer viaje a España, hace ya muchos años: “Sólo Cristo. Lo proclamamos agradecidos y maravillados”.
    Repitamos también en esta mañana: sólo Cristo, sólo Cristo,…

Y todo lo demás, que es mucho y hace mucha falta, vendrá por añadidura.

Dichosa eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Autor del universo; engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre”.

21/10/2011, Viernes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (7, 18-25a)

Hermanos: Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mi. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos. En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.

Salmo responsorial (Sal 118, 66. 68. 76. 77. 93. 94)
R. Instrúyeme, Señor, en tus leyes.

Enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos. R.

Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes. R.

Que tu bondad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo. R.

Cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R.

Jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me diste vida. R.

Soy tuyo, sálvame, que yo consulto tus leyes. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 54-59)

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: -«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo. »

21 octubre 2011. Viernes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Señor, somos tan inteligentes para saber interpretar las situaciones del mundo: la política, la economía, la informática, la empresa, la publicidad... Y al final no sabemos interpretar lo más importante y elemental de la vida: qué está bien y qué está mal, qué debemos hacer, cómo debemos amar.

No está mal caer en la cuenta de nuestra soberbia en tantos campos en los que dominamos y nuestra ignorancia y mediocridad en el plano espiritual, en el que apenas somos niños caprichosos, que no saben, y no quieren aprender, para no complicarse la vida.

San Pablo en la primera lectura también nos habla de esta doble ley, en la que nuestro cuerpo tira hacia abajo, en la que acabamos haciendo el mal que no queremos y no el bien que sabemos deberíamos hacer...

La oración de hoy, viernes, la haremos ante Cristo crucificado. Mirándole a él, desnudo, con el cuerpo roto, humillado, nos presentamos con todas nuestras sabidurías y conocimientos... y sentimos el ridículo de saber tantas cosas, de ser tan sabios y de, al final, pactar con el mal y la mediocridad. Los sabios de aquel tiempo eran los fariseos... y sin embargo no se dieron cuenta de lo más importante, de que tenían delante de ellos al Salvador, de que estaban matando a Dios.

¿Y yo con mi sabiduría? ¿Me doy cuenta de que ese Cristo roto es mi salvador? ¿O vivo metido, engolfado, en otros saberes, en otras películas, en otros intereses?

Un día para contemplar a Cristo en la Cruz, locura para los judíos, estupidez para los griegos, pero para nosotros, salvación.

20/10/2011, Jueves de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6, 19-23)

Hermanos: Uso un lenguaje corriente, adaptándome a vuestra debilidad, propia de hombres; quiero decir esto: si antes cedisteis vuestros miembros como esclavos a la inmoralidad y al desorden, para el desorden total, ponedlos ahora al servicio de la justicia para vuestra santificación. Cuando erais esclavos del pecado, la justicia no os gobernaba. ¿Qué frutos dabais entonces? Frutos de los que ahora os avergonzáis, porque acaban en la muerte. Ahora, en cambio, emancipados del pecado y hechos esclavos de Dios, producís frutos que llevan a la santidad y acaban en vida eterna. Porque el pecado paga con muerte, mientras que Dios regala vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 49-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»

20 octubre 2011. Jueves de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La primera lectura de hoy cuanta aplicación tiene a nuestra sociedad. Por lo general un mundo de espaldas a Dios o al menos indiferente, con unos criterios muy diferentes a los propuestos por Jesús.

Y cuál es la consecuencia, pues que todos queremos medrar en esta vida y conquistar lo que se considera “buen nivel de vida”. Pero al final que es lo que queda… ¿Qué precio hay que pagar por vivir según los criterios de esta sociedad? ¿Qué queda al final de la lucha por apresar estos ansiados trofeos? Me parece que muchas veces un poco o un mucho de vacío, quizá muchas cosas pero poca felicidad. Y es que el mundo paga con estas monedas, que va a hacer el pobre si no tiene otras.

Por eso vivamos como nos invita san Pablo, no siendo esclavos del pecado y viviendo para la justicia. El fruto es ni más ni menos que la vida eterna. De este modo haremos posible el sueno de Cristo, que arda el mundo, pero no por las guerras sino por el amor.

19/10/2011, Miércoles de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6, 12-18)

Hermanos: Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.

Salmo responsorial (Sal 123, 1-3. 4-6. 7-8)
R. Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. R.

Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador;
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 39-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» Pedro le preguntó: -«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?» El Señor le respondió: -«¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

19 octubre 2011. Miércoles de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

TIEMPO DE UNA ESPERA ACTIVA Y VIGILANTE

El Evangelio de este día nos indica el camino para adentrarnos en la oración, pues une petición y vigilancia.

Precisamente cuando oramos es cuando se aviva en nosotros esta actitud del cristiano: LA VIGILANCIA.

¿Por qué tenemos que vigilar permanentemente en nuestras vidas?

Los motivos para hacerlo nos pueden servir en este día para guiar nuestra oración:

  1. El primer motivo nos lo indica el Señor, pues nos dice que a la hora que menos pensemos se puede colar el ladrón y robar en nuestra casa, en nuestra alma.
  2. También tenemos que estar vigilantes porque estamos hechos de una naturaleza frágil y nos cuesta responder adecuadamente a cada situación que se presenta en la vida.
  3. Tenemos nuestros defectos dominantes que nos juegan malas pasadas y nos impiden dejar fluir a la gracia en nuestras vidas, a la vez que también hacemos sufrir a los que viven a nuestro lado. Atentos a ellos podemos salir al paso y tenerlos controlados
  4. Por otra parte, Dios está siempre mandándonos signos de su amor y gracias actuales que nos ayudan a vivir según su voluntad. Cuando estamos distraídos, o sea, no vigilantes, pueden pasar sin que nos percatemos del bien que ese nos brinda.
  5. Cuando un corazón está atento y en vela capta con mucha más facilidad las necesidades de los que nos rodean y podemos ejercer la virtud de la caridad con más facilidad.

Si estos cinco puntos los rumiamos al calor de la oración, nuestra vida experimentará un crecimiento interior muy notable.

No estemos ociosos y, mucho menos, dormidos esperando al Señor que tarda, pues esta actitud nos llevaría a actuar como nos dice el Evangelio de este día, mirando solamente a las cosas de aquí abajo: comer, beber, pegando a los criados y a las muchachas.

Que la Virgen nos estimule a la vigilancia activa y a la espera anhelante.

18/10/2011, San Lucas evangelista

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4, 9-17a)

Querido hermano: Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacía; Tito, a Dalmacia; sólo Lucas está conmigo. Coge a Marcos y tráetelo contigo, ayuda bien en la tarea. A Tíquico lo he mandado a Éfeso. El abrigo que me dejé en Troas, en casa de Carpo, tráetelo al venir, y los libros también, sobre todo los de pergamino. Alejandro, el metalúrgico, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le pagará lo que ha hecho. Ten cuidado con él también tú, porque se opuso violentamente a mis palabras. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio s para anunciar integro el mensaje, de modo que lo oyeran los gentiles.

Salmo responsorial (Sal 144, 10-11. 12-13ab. 17-18)
R. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R.

Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 1-9)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

18 octubre 2011. San Lucas evangelista – Puntos de oración

Un emigrante extremeño observaba en los campos de Dakota del Norte cómo una cosechadora cortaba el trigo, lo que escandalizaba a este hombre era el hecho de que toda espiga que no tenía el tallo bien derecho quedaba sin cortar en el campo. Pensaba en los montes de su pueblo donde, cuando él era niño, cada espiga era considerada preciosa y se recogía como un don de Dios. En las grandes llanuras de Dakota, el trigo vale poco. Lo que vale es el trabajo humano, por eso se recoge sólo lo que la máquina puede alcanzar.

¿Cuál es la situación en la que Jesús aplicó esta parábola? Todo ejemplo es parcial. Junto a lo que es semejante, hay también diferencias. En la cosecha para el Reino de Dios, es necesario recoger a las personas vivas. Cada una de ellas tiene un valor infinitamente más grande que todo el universo. Los autores espirituales afirman a menudo que, si existiese en el mundo un solo hombre, también por él, el Hijo de Dios descendería y moriría para salvarlo. No podemos imaginarnos que en los campos confiados a la Iglesia, permanezca una sola espiga sin recoger.

En esta parábola se muestra que además del envío de los Doce, Jesús necesita de otros muchos colaboradores (72 en el libro del Génesis eran los países de la tierra) Para la Iglesia esto significa que la tarea misionera no es competencia de unos pocos, sino que todos deben ser testigos de Jesús y de su mensaje, sobre todo con su vida, preparando así el encuentro de los hombres con Él.

Jesús en su envío nos previene de los peligros que correremos, del equipaje que debemos llevar, de cuál debe ser nuestro comportamiento, que en el camino no nos debemos entretener, porque no ha tiempo que perder y al terminar la tarea no alegrarnos solo por lo que hemos hecho por maravilloso que sea sino más bien porque nuestros nombres estén inscritos en el cielo. Es el ciento por uno aquí en este mundo y después la Vida Eterna.

Las conclusiones concretas para nuestra vida pueden ser:

A) Hay pocos trabajadores en la mies y que todos somos necesarios para este envío. Que este envío hay que hacerlo con Él y como Él.

B) Que un cristiano solitario no es un verdadero cristiano.

Terminar nuestra oración con una súplica a la Virgen en este mes del rosario para que envíe obreros a su mies y que los que estamos en ella trabajemos con Él y como Él.

17/10/2011, Lunes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4, 20-25)

Hermanos: Ante la promesa de Dios Abrahán no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: «Le valió», sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

Salmo responsorial (Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75)
R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.

Nos ha suscitado una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. R.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;

realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. R.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12, 13-21)

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: -«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: -«Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Y dijo a la gente: -«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» Y les propuso una parábola: -«Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios. »

17 octubre 2011. Lunes de la XXIX semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Podemos empezar nuestra oración mañana, para no olvidar, lo que celebramos el pasado sábado día 15, ala Santa de Ávila, con las palabras de su famosa estrofa:

Nada te turbe,
Nada te espante,
Dios no se muda,
La paciencia todo lo alcanza,
Quien a Dios tiene,
Nada le falta,
SOLO DIOS BASTA

Sí; comencemos llenándonos de paz que quizá es lo primero que buscamos cuando hemos venido hasta el ordenador para encontrar algo que nos alivie y prepare para la oración de mañana. Qué difícil es hacer oración sin paz en el corazón, sin prisas en cuerpo y en el espíritu. Comencemos haciendo silencio y paz como nos recomendaba siempre el P. Morales y luego estarnos quietos. ¡Qué difícil es controlar nuestro cuerpo, que se quede quieto y en silencio de ojos, de imaginación de sentimientos. Con esto que hagamos hemos ganado la mitad de nuestra oración. ¿Pues qué es lo que sino vamos buscando a la misma? El termómetro, o sea el examen de la misma es si conseguimos esa paz que nos tiene que comunicar el Señor, si la estamos deseando porque podemos decir:”¡Qué bien se está aquí!” “Cuanto antes deseo volver o prolongar o buscar otro rato más. No seamos tacaños con el Señor, démosle todo el tiempo, que nos sobra mucho si empezamos a poner las cosas en su sitio, primero lo importante y ¿qué es más importante que él? Volvamos a leer la estrofa de la Santa: Nada te falta, solo Dios basta, solo Dios basta.

También San Ignacio de A. del que lleva el nombre el de Loyola, ambos hombres de fuego, que nos arrebatan con su vida y su ejemplo. Del primero nada sabemos hasta que le cogen preso por ser cristiano y le llevan a Roma para el martirio, es discípulo de los Apóstoles. Será devorado por las fieras en el anfiteatro de Roma. Los cristianos salen a su encuentro por los lugares por donde pasa y se entera que quieren impedirle el martirio y al enterarse, escribe una carta a los romanos que es modelo de la literatura: “No hay monumento alguno en la antigüedad cristiana que iguale el patetismo de esta carta inmortal de Ignacio, el Teóforo, el Portador de Dios que dirige a la Iglesia en Roma” Nos dice el P. Morales en su semblanza. Y Continúa: “Rogad a Jesucristo por mí para que las fieras me hagan víctima y hostia digna de Dios”.

Atentos en las oraciones de la misa, oiremos: “Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí; Vivo de la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí”, al comienzo. Y en la comunión: “Trigo de Cristo soy: seré molido por los dientes de las fieras, a fin de llegar a ser blanco pan.”

Pidamos que así como aceptó a San Ignacio de A. Como pan inmolado en el martirio, nos acepte y nos ayude para vivir como primeros cristianos de palabra y de obra, en un mundo tan descreído como el actual.

Todo empezó cuando fue conducido al martirio, al de Loyola cuando cayó herido en el sitio de Pamplona y a ti a mi ¿no puede ser después de que hagamos este rato de oración?

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