¡Qué día tan consolador el de la FIESTA DE TODOS LOS SANTOS! Para mirar al Santo, para saborear y disfrutar por el hecho que Dios es Dios, por saber que ha habido y hay millones de santos y por creer que yo –aquí y ahora; uno como yo en un lugar como éste y con los tiempos que corren- PUEDO SER SANTO, porque “todo lo puedo en Aquél que me conforta”, “porque para Dios nada es imposible”.
- "Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero.
El Apocalipsis nos lleva al Más Allá, al Cielo, contemplar el rostro de Dios, después de haber luchado, de haber sufrido… Pero lo que cuenta es que el Señor nos ha lavado con su sangre. - El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente: él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su Salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro.
El Salmo nos responde al tiempo de buscarle. Limpia tus manos, purifica tu corazón y verás a Dios. - ¡Mirad cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente.
¡Qué emocionante San Juan al constatar que el amor de Dios es maravilloso, que nos amó primero; que no solo pronunció mi nombre “éste es mi hijo el amado, el predilecto” sino que ejerció, ejerce y ejercerá siempre y en todo como PADRE. ¡Soy hijo de Dios!, ¿qué más puedo pedir y vivir? - Felices vosotros, cuando seáis insultados y perseguidos.
Si tú quieres ser feliz con Jesús y con María has de vivir y verás lo que es reír con el corazón.
Así cantamos, así disfrutamos, así sonreímos, aunque llore en el alma. Sí, feliz por ser pobre, manso, limpio, justo, misericordioso… como Tú Jesús, Siervo de Yavé, que a pesar de ser maltratado, varón de dolores, desecho de los hombres, y precisamente por eso, sirves de rodillas, mueres a ti mismo, callas, pero amas, resucitas. Mundo al revés, cruz, LUZ.
Conclusión: Mirar a la Santísima Virgen María, su vida hecha magníficat, en el día a día. Santidad sencilla y alegre como Tú, Madre. Y así, seremos otros Cristos, bienaventurados, felices, para cambiar el mundo.