4/10/2011, Martes de la XXVII semana de Tiempo Ordinario

Lectura de la profecía de Jonás (3, 1-10)

De nuevo vino la palabra del Señor sobre Jonás: -«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te dijo.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: -«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños. Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: -«Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese. el incendio de su ira, y no pereceremos. » Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Salmo responsorial (Sal 129, 1-2. 3-4)
R. Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?

Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. R.

Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;
y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42)

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: -«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano. » Pero el Señor le contestó: -«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»

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