La primera lectura de hoy cuanta aplicación tiene a nuestra sociedad. Por lo general un mundo de espaldas a Dios o al menos indiferente, con unos criterios muy diferentes a los propuestos por Jesús.
Y cuál es la consecuencia, pues que todos queremos medrar en esta vida y conquistar lo que se considera “buen nivel de vida”. Pero al final que es lo que queda… ¿Qué precio hay que pagar por vivir según los criterios de esta sociedad? ¿Qué queda al final de la lucha por apresar estos ansiados trofeos? Me parece que muchas veces un poco o un mucho de vacío, quizá muchas cosas pero poca felicidad. Y es que el mundo paga con estas monedas, que va a hacer el pobre si no tiene otras.
Por eso vivamos como nos invita san Pablo, no siendo esclavos del pecado y viviendo para la justicia. El fruto es ni más ni menos que la vida eterna. De este modo haremos posible el sueno de Cristo, que arda el mundo, pero no por las guerras sino por el amor.